Al mismo tiempo que los combates siguen su curso en Avdiívka, Mariínka o Bakhmut, el número de noticias relativas a la guerra de Ucrania continúa decayendo, pasando el conflicto paulatinamente a un segundo plano internacional. Entre las destacadas, la apertura de una investigación por parte de Kiev relativa a la supuesta ejecución por parte rusa de militares ucranianos que se habían rendido, el próximo viaje del secretario de Exteriores británico a Washington para hablar de la situación en Ucrania con Antoni Blinken o la reapertura de parte de la frontera polaca a los camiones ucranianos, siempre que estos hagan el tránsito de llegada a Polonia vacíos.
Las disputas dentro de la UE sobre el dinero y el futuro de Ucrania están poniendo en peligro promesas cruciales hechas a Kiev hace meses, justo cuando el flujo de apoyo financiero y militar de Estados Unidos a Ucrania se ha estancado abruptamente en un Congreso políticamente dividido. Según apuntan diversos medios, los estados miembros de la UE están todavía lejos de llegar a un acuerdo sobre cómo aumentar el presupuesto conjunto del bloque -incluido el fondo de 40 mil millones de euros para Ucrania- antes de la crucial Consejo Europeo que se celebrará en Bruselas los próximos días 14 y 15 de diciembre, en lo que será la última cumbre del año.
Como sabemos, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, prometió una vez más el pasado viernes vetar el inicio de las conversaciones de membresía de Ucrania en la UE, según sus palabras «contrario a los intereses de varios estados miembros». Una declaración a la que añadió que dicha adhesión solo podría hacerse efectiva «dentro de muchos años».
Además de esto, la victoria electoral en los Países Bajos del extremista Geert Wilders -por más que para formar Gobierno se esté viendo obligado a rebajar el tono de sus declaraciones y sus aspiraciones de cambio en diversas áreas-, supone otro notable obstáculo a la ayuda a Ucrania. Eso incluso a pesar de las palabras de la actual ministra de Defensa, Kajsa Ollongren, quien espera que el apoyo militar de su país a Kiev continúe incluso bajo un gobierno populista y anti-UE como el que Wilders aspira a formar.
Más allá de Hungría, de los Países Bajos o de Eslovaquia, como critican algunos autores, lo que es patente es la falta de visión estratégica de una Unión Europea con unos recursos financieros e industriales que podrían eclipsar a los de Rusia de ponerse en marcha pero que difícilmente entrarán en acción, aprobándose únicamente iniciativas encaminadas a producir cifras simbólicas, como 1 millón de proyectiles de artillería, y que no guardan ninguna relación con las exigencias reales del campo de batalla o de la defensa europea. En este último caso, los intereses en materia de defensa de la UE se ven penalizados por un constructo tan endiabladamente enrevesado que hace casi imposible que las soluciones respondan a las amenazas dada la lentitud a la hora de aprobar cualquier acción y la falta de una cultura estratégica común. Todo mientras socios capitales como Alemania, un puntal para Ucrania, afrontan situaciones internas también muy difíciles.
En el caso estadounidense, como sabemos, la propuesta de un paquete por valor de 60.000 millones de dólares hecha por el gabinete Biden está topando con notables dificultades a la hora de ser aprobado por el poder legislativo. Estamos asistiendo a una campaña, desde hace unos días, dirigida a convencer a los republicanos escépticos de los beneficios económicos que la ayuda a Ucrania suponen para algunos estados, dada la importancia de la industria bélica en los mismos. Sin embargo, esta táctica por el momento no parece haberse mostrado demasiado efectiva y, desde luego, no ha propiciado un acuerdo.
Esto nos deja, como explicaba el profesor Javier Jordán, ante alguno de los escenarios más negativos para los intereses ucranianos, como son el de una guerra larga, en el que difícilmente recuperarían fracciones adicionales del territorio perdido (al menos no sustanciales), enfrentándose sin embargo a sucesivas ofensivas rusas o bien a un armisticio que supondría una derrota diplomática para Ucrania. De esta forma, un país que logró frustrar en los primeros días de guerra consecución de los objetivos estratégicos del Kremlin, podría terminar el conflicto con un resultado negativo, dada la imposibilidad de asestar a Moscú una derrota clara en el campo de batalla.
En el primer caso, ante la falta de ayuda internacional y la imposibilidad de lograr avances significativos, y por supuesto el enorme coste en todos los sentidos que conlleva el mantenerse en guerra, la situación política en Ucrania se iría deteriorando, situación que Rusia podría aprovechar en su favor y que, de hecho, estamos viendo que así hace. Rusia, a la que favorece una guerra larga, esperaría a que las divisiones políticas internas, el hartazgo de la sociedad ucraniana y la falta de apoyo internacional le abriesen una nueva ventana de oportunidad militar en los próximos meses o años. En el segundo, el estancamiento en el frente y la falta de apoyos terminaría llevando a un armisticio posiblemente más cercano en el tiempo y que sería desfavorable para Ucrania en términos territoriales -debería renunciar muy probablemente a lo ya perdido, y seguramente a una franja de terreno desmilitarizado por ejemplo en los alrededores de Donetsk-.
Son escenarios, en ambos casos, que Kiev intenta evitar no solo a través de la diplomacia, buscando apoyos, sino tratando de dotarse de medios suficientes para sostener su autodefensa por sí misma a la espera de que en el futuro la situación internacional sea más propicia. Sin embargo, hay pocas opciones de que esto llegue a ser así. Ejemplos como el de Vietnam en su día, el de Irak o el de Afganistán, aunque no son exactamente comparables, no permiten ser demasiado halagüeños en este sentido. Mientras tanto, en Rusia el apoyo a la guerra sigue siendo mayoritario.
Como quiera que seguimos ante la perspectiva de una guerra larga -lo que no quiere decir que no puedan producirse negociaciones, sino solo que ambos siguen tomando medidas ante esta eventualidad-, los combates siguen su curso, al igual que los ataques con drones, casi diarios. En este caso, Rusia habría lanzado durante la última noche nuevamente drones Shahed-131/136 (Geran-1/2) sobre Ucrania, de los que las defensas antiaéreas de este país habrían dado cuenta de una decena. No han trascendido impactos de drones, pero sí de la artillería ucraniana sobre Jersón, en donde habrían muerto al menos cinco civiles.
En el caso ruso, se ha informado de una explosión en el norte de Crimea, pero desde su Ministerio de Defensa no han publicado nota alguna referente a ataques sobre su territorio, como suelen hacer habitualmente. Sí se ha registrado un importante incendio en una fábrica del sector del automóvil en Moscú, que podría producir componentes para el Ejército ruso y podría haber comenzado debido a un sabotaje, aunque no hay nada confirmado.
Dicho esto, y respecto a los movimientos, se ha seguido hablando de combates en los alrededores de Kremmina, si bien en las últimas horas serían las Fuerzas Armadas ucranianas las que habrían recuperado algo de terreno en la zona boscosa de Serebryanka o bien este habría dejado de estar firmemente controlado por Rusia para pasar a estar en disputa.
Del área de Bakhmut, a pesar de que Zelenski ha hecho referencia también a combates intensos en esta zona en su último discurso diario, no han trascendido novedades importantes en las últimas 24 horas.
En el caso de Avdiívka, después de que el pasado día 1 las Fuerzas Armadas ucranianas lanzaran un contraataque al norte, en la zona de Stepove, con la intención de restablecer la situación, han seguido produciéndose más ataques rusos, con sus fuerzas buscando la forma de romper las defensas ucranianas en varios puntos de la zona. Al sur de la ciudad, en el área de Pervomais’ke se ha registrado un leve avance ruso que apenas afectaría a unas pocas casas en el interior de la villa.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, y un día más, las novedades son mínimas, dado el bajón de actividad propio del fin de semana y también el hecho de que reuniones como la de la OSCE o la ministros de Exteriores de la OTAN hayan concluido.
Entre lo más relevante, la llamada entre Andriy Yermak y Jake Sullivan, que habría girado en torno a los preparativos de la próxima Conferencia sobre la Base Industrial, la cual tendrá lugar los próximos días 6 y 7 de diciembre en la capital estadounidense, Washington. Se espera que sirva para atraer la inversión de las empresas de defensa norteamericanas a Ucrania, de forma que se produzcan en el país muchos de los sistemas, armas y plataformas necesarios para continuar el esfuerzo bélico.
Otro tema candente en las últimas semanas ha sido el del bloqueo de la frontera entre Ucrania y Polonia al paso de los camiones ucranianos. Después de «largas negociaciones», según el ministro ucraniano de transportes, Oleksandr Kubrakov, se ha llegado a un acuerdo gracias al cual, desde la medianoche del lunes, los camiones ucranianos vacíos podrán transitar a Polonia de forma que puedan cargar en su destino mercancías para llevar de vuelta al país de orígen. Se soluciona así en parte un bloqueo, iniciado a principios de noviembre por los camioneros polacos que ha creado colas interminables en los principales cruces fronterizos entre Ucrania y Polonia y que representa un importante problema económico para Kiev.
En otro orden de cosas, Ucrania ha anunciado la apertura de una investigación destinada a esclarecer la situación en la que dos soldados ucranianos habrían sido ejecutados por las tropas rusas, aparentemente tras haberse rendido, en las inmediaciones de la localidad de Avdiívka. Según los fiscales ucranianos, el vídeo que ha llevado a lanzar la investigación muestra a «un grupo de personas con uniformes rusos» disparando a quemarropa a ucranianos desarmados en lo que sería una «grave violación de las leyes y costumbres del conflicto». Un asunto siempre polémico y que, a lo largo de esta guerra hemos visto cómo ocurría en varias ocasiones por ambas partes.
Por otra parte, pasando al deporte, y en relación con la decisión de los miembros del Comité Paralímpico Internacional de rechazar, el pasado mes de septiembre, la suspensión de Rusia y Bielorrusia, allanando el camino para una participación «individual» de sus atletas, ahora el presidente del comité ucraniano afirma tener “nuevos elementos” que muestran el supuesto alcance del apoyo prestado por el Comité Paralímpico ruso a la guerra en Ucrania. Así las cosas, estarían preparando nueva información para el Comité Paralímpico Internacional, relativos por ejemplo a la inclusión de soldados heridos en combate en desde esa fecha como parte de la delegación rusa, con la esperanza de que se produzca una nueva deliberación y la exclusión de este país.
Deja una respuesta