Los rumores, en los últimos días, apuntan a negociaciones secretas de cara a un alto el fuego, entre Rusia y Ucrania. No obstante, no conviene conferirles excesiva credibilidad, pues en muchos casos las fuentes son dudosas u operan directamente a favor de Rusia. Lo que sí parece crecer es la oposición interna a Zelenski, dadas las declaraciones de su antiguo asesor, Arestovich, o del alcalde de Kiev, Klitschko. Mientras esto ocurre, continúan los combates, con elevadas tasas de bajas según las autoridades ucranianas y un nuevo corte eléctrico ha vuelto a poner en peligro la seguridad de la central nuclear de Zaporiyia.
Al igual que el año pasado, según se acerca lo más crudo de la temporada fría, arrecian los rumores sobre posibles negociaciones tras las bambalinas entre ucranianos y rusos, encaminadas a buscar un alto el fuego. A diferencia del año pasado, en la que era Rusia la que estaba en una posición de debilidad, mientras Ucrania buscaba la ayuda de sus aliados para asestar un golpe definitivo durante la primavera, buscando amenazar Crimea y cortar en dos el «pasillo terrestre» ruso, en esta ocasión serían precisamente los socios ucranianos los que estarían presionando a Kiev para detener la guerra, aun asumiendo importantes pérdidas.
En este sentido, en las últimas horas ha cobrado una notable relevancia un artículo del polémico periodista estadounidense Seymour Hersh –a quien recordaremos por acusar a Biden de estar detrás del ataque al Nord Stream– para quien las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania «han cobrado impulso rápidamente», no tanto por las presiones estadounidenses o germanas, como afirmaba el artículo de The Telegraph que hemos enlazado en el párrafo anterior, como por los esfuerzos de los dos generales al mando, Zaluzhny y Guerásimov.
El problema con Hersh es que, además de no aportar ninguna fuente sólida una vez más, al margen de rumores, conversaciones mantenidas con supuestos empresarios y diplomáticos, etcétera, cada vez que escribe sus artículos son rápidamente difundidos por un determinado tipo de medios, generalmente del mundo árabe, o bien hindúes, cuando no se trata de rumores y textos promovidos directamente por medios oficialistas rusos, como en este caso. A partir de ahí, las formas en las que estas noticias llegan a Occidente son bien conocidas, casi siempre a través de grupos de extrema derecha y de extrema izquierda que coinciden en su rechazo al liberalismo.
En este sentido, lo que Hersh afirma es, directamente, que dos generales están «puenteando» a sus superiores, en este caso a Zelenski y a Putin, para poner fin a la contienda, algo que es bastante dudoso que pueda ocurrir, por más que los contactos informales, en esta y en casi todas las guerras, sean una constante. De hecho, más que en el caso ucraniano es dudoso que esto pueda ocurrir en el caso ruso y máxime a partir de la figura de Guerásimov, siempre cuestionado y cuya supervivencia depende de la lealtad de un Putin cuyo control sobre sus subordinados es mucho más fuerte desde la asonada de Wagner. Es decir, que sin descartar la posibilidad de que se estén produciendo negociaciones, lo que resulta menos creíble es que estas partan de sendos generales y no de las jefaturas de ambos estados, especialmente si como es el caso, lo que se está negociando es algo tan sensible como la pertenencia futura de Ucrania a la OTAN, en qué condiciones, o las concesiones territoriales a Rusia.
Dicho lo anterior, hay que decir que, cada vez más, Zelenski está experimentando una oposición creciente dentro de Ucrania. Las palabras del alcalde de Moscú en las últimas horas al diario germano Der Spiegel, criticando la personalización del Gobierno y la ausencia de elecciones, han levantado un notable revuelo. Según el antiguo boxeador, además, no habría vuelto a hablar con Zelenski desde febrero de 2022, algo extraño tratándose del máximo responsable de la principal ciudad del país en la que, además, tiene su sede el Gobierno ucraniano. Es muy posible, por supuesto, que Klitschko esté haciendo campaña política para sí mismo de cara al futuro pero, en cualquier caso, sus palabras relativas a cómo Ucrania se está volviendo cada vez más autoritaria revelan que hay al menos un público dispuesto a escucharlas. Es más, han sido replicadas por medios ucranianos rápidamente.
Capítulo aparte merece Oleksii Arestovich, antiguo asesor de Comunicaciones Estratégicas de la Oficina del Presidente ucraniano y prácticamente repudiado –y posiblemente con una campaña de imagen en su contra– por el Gobierno de su país de un tiempo a esta parte por sus opiniones. Si hace unas semanas decía que Zelenski había llegado a «su techo de competencia» y que no cabía esperar de él un mejor rendimiento o soluciones innovadoras, más recientemente habría criticado la guerra en sí.
Por otra parte, en las últimas horas se ha sabido que los servicios de seguridad ucranianos (SBU) habrían prohibido al ex presidente Petro Poroshenko viajar al extranjero porque iba a reunirse con el primer ministro húngaro, Viktor Orban. Según lo que ha trascendido, Poroshenko corría, en opinión del SBU, el riesgo de ser “explotado por los rusos”. Según afirman desde su entorno, Poroshenko no solo se iba a reunir con Orban, sino al parecer también con interlocutores estadounidenses y polacos. Sin embargo, desde el Gobierno ucraniano han considerado que todo esto se prestaba a los intereses de Rusia y que podría ser aprovechado como parte de una operación rusa destinada a «reducir el apoyo de los socios extranjeros» y «dividir a la sociedad ucraniana».
Por supuesto no es en absoluto descabellado. Ahora bien, es difícil no pensar que la traducción de lo anterior sea tan simple como que Poroshenko supone una amenaza para Zelenski y que desde Kiev temen que lleve a cabo negociaciones o que, al menos, presione para buscar una salida a la guerra que terminaría con una salida del poder de Zelenski, quien ha reconocido recientemente que la guerra entra en otra fase y que la ofensiva estival «no alcanzó los resultados esperados». Lo más interesante del caso es que al reprimir a la oposición, el Gobierno ucraniano está permitiendo que afloren discursos como el de Klitschko o el de Poroshenko, que Rusia puede aprovechar para echar por tierra la imagen de Zelenski, poniendo el foco en la salud de la democracia ucraniana.
Mientras la situación interna en Ucrania continúa enrareciéndose, la guerra sigue su curso y su acumulación de bajas. Desde este país, en relación con esto, continúan hablando de cifras de pérdidas rusas diarias que no se veían desde los momentos álgidos de la lucha por Bakhmut. Eso sí, desde el lado ruso, ni corto ni perezoso, Shoigú ha afirmado que Ucrania habría perdido 125.000 hombres durante la fallida ofensiva estival, cifras sobre las que, como es habitual, nadie aporta pruebas.
Más allá de esto, en las últimas horas la defensa antiaérea ucraniana asegura haber derribado una decena de drones Shahed-131/136 (Geran-1/2), además de un misil Kh-59. En Rusia, por su parte, los antiaéreos habrían estado activos nuevamente sobre las costas del mar de Azov. Además, se habrían registrado explosiones en Dzhankoy y Melitópol, ambas en zonas ocupadas por Rusia.
Sobre el terreno, mientras el mal tiempo continúa dificultando las operaciones, aunque sin detenerlas por completo, las novedades al norte del frente consisten básicamente en un pequeño avance ruso al oeste de Kreminna, entre contraataques ucranianos, que habrían logrado recapturar parte de las posiciones perdidas.
En el área de Bakhmut, hasta donde se sabe, continúan produciéndose intentos rusos al norte de la urbe, en la zona de Khromove. También en Berkhivka. Por su parte, las fuerzas ucranianas habrían logrado nuevos avances, aunque también mínimos, hacia Gorlóvka.
En el caso de Avdiívka, los esfuerzos rusos continúan centrándose, al norte, en romper las defensas ucranianas situadas a lo largo de las vías férreas que separan Krasnohorivka de Stepove y en rodear esta última villa. Además de esto, en Mariínka, a pesar de los avances rusos de las últimas horas, se descartan los rumores sobre una toma completa del casco urbano.
Al sur ha vuelto a reportarse actividad al oeste de Staromaiorske, en el eje de Velyka-Novosilka.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, tal y como corresponde a los fines de semana, la actividad se ha reducido considerablemente respecto a los días de diario.
Comenzando por Ucrania, el jefe de la Oficina del Presidente, Andriy Yermak, ha mantenido una conversación telefónica con el anterior secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, con quien discutió sobre los esfuerzos conjuntos para hacer avanzar a Ucrania hacia la Alianza. Recordemos que Rasmussen se pronunció semanas atrás a favor de que Ucrania realizase concesiones territoriales y que, en cualquier caso, considera que lo fundamental para salvaguardar la soberanía ucraniana en el futuro pasa por una rápida integración en la OTAN.
No ha sido la única conversación de Yermak, quien también ha hablado con el cardenal Matteo Zuppi, a quien ha agradecido su intercesión a la hora de lograr la vuelta a Ucrania de un adolescente deportado ilegalmente a Rusia.
Además de lo anterior, el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, ha felicitado por su nombramiento al nuevo embajador británico en Ucrania, a quien ha agradecido también la ayuda prestada por su país y a quien ha propuesto mantener conversaciones telefónicas periódicas con el secretario de Defensa, Grant Shapps.
Por su parte, el viceministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Mykola Tochytskyi, participó en la 63ª reunión del Consejo de Coordinadores Nacionales de la Organización para la Democracia y el Desarrollo Económico – GUAM, informando al resto de participantes sobre las actividades de los grupos de trabajo y la implementación del proyecto de «Corredor de Transporte GUAM», en el que participa la Unión Europea.
Pasando a los Estados Unidos, allí el El secretario de Defensa del país, Lloyd Austin, criticó a quienes apoyaban «una abandono estadounidense de la responsabilidad» en el marco del Foro de Defensa Nacional Reagan, enfatizando la necesidad de un liderazgo estadounidense consistente para contribuir a un mundo que siga siendo lo más seguro, libre y próspero posible.
En cuanto a Rusia, los medios de este país se han hecho eco en las últimas horas de las palabras del secretario general de la OTAN a propósito de Ucrania y de los problemas para aumentar la producción de municiones. Han resaltado, como suele ser habitual, una única frase, esto es, que «deberíamos [en referencia a la OTAN] estar preparados para recibir malas noticias».
También se ha sabido en las últimas horas que el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, visitará China los dos próximos días para reunirse con su homólogo, Xi Jinping. Así lo ha anunciado la presidencia bielorrusa, destacando que en el orden del día figurarán cuestiones de “comercio, economía, inversiones y cooperación internacional”. Será la segunda visita de Lukashenko a Pekin desde marzo y se espera que también traten el tema ucraniano, como ya ocurriera entonces.
En otro orden de cosas, en Alemania ha culminado el adiestramiento de un segundo grupo de militares ucranianos en el manejo de sistemas antiaéreos Patriot. Así lo ha anunciado el teniente general Andreas Marlow, quien ha especificado también que han sido unos 70 soldados y oficiales los que han atendido al mismo, que se ha extendido durante seis semanas.
Por último ha sido noticia, después de algún tiempo de estabilidad, la central nuclear de Zaporiyia, controlada por Rusia, pues según un comunicado del Ministerio de Energía de Ucrania habría sufrido un corte de suministro que «podría haber provocado una catástrofe nuclear», aunque no han trascendido muchos más datos al respecto.
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