Cuando se cumple una década desde el Euromaidan, movimiento ciudadano que sirvió a Rusia de excusa para intervenir en el Donbás y Crimea, dado el riesgo de perder el control sobre la política ucraniana, la guerra de Ucrania sigue su curso entre anuncios de nueva ayuda militar, como los hechos por Alemania y la disminución en alrededor de un tercio en los suministros de munición procedentes de los Estados Unidos. Más allá de esto, y según las Naciones Unidas, son ya más de 10.000 los civiles fallecidos en la guerra, incluyendo más de 560 niños, aunque la cifra podría ser significativamente mayor.
Coincidiendo con la jornada 636ª de guerra, se ha cumplido una década desde que diera comienzo el Euromaidán, iniciado el 21 de noviembre de 2013, lo que bien merece un pequeño repaso a los hitos más significativos producidos desde que se iniciara la revuelta hasta que la situación en el este de Ucrania se estancara, dando paso a un conflicto congelado que está en la base de la actual guerra.
Las tensiones entre Ucrania y Rusia, aunque se habían producido episodios anteriores (recordemos el envenenamiento de Víktor Yushenko, ya en 2004– se elevaron notablemente en 2013, dado el peligro de una mayor integración de Ucrania en la UE en perjuicio de Rusia. Es entonces cuando Rusia aplicó sanciones al gigante de la confitería ucraniana Roshen, propiedad de Poroshenko, influyente hombre de negocios y ex-ministro de relaciones exteriores y comercio de Ucrania, como castigo tras su visita a Bruselas.
Rusia quería forzar a Ucrania a unirse a la Unión Aduanera, que no deja de ser una herramienta geoeconómica de Rusia, tal y como se vio en las sanciones a Roshen, a las que se unieron Bielorrusia y Kazajstán. Aunque solo momentáneamente, logró su objetivo de frenar la integración de Ucrania en la UE, lo que dio lugar a las protestas del Euromaidan contra el gobierno de Yanukovich el 21 de noviembre de 2013.
La virulencia de las protestas, así como la represión del gobierno, forzaron a Yanukovich a huir el 22 de febrero de 2014, siendo elegido como presidente interino el líder de la oposición, Olexander Turchynov. Esto provocó todavía mayor descontento, en este caso entre la población rusoparlante, acrecentando las revueltas, algo que fue aprovechado por la inteligencia rusa. Estas protestas, paralelas a la toma de Crimea por parte de tropas rusas en marzo, escalaron con la llegada de civiles rusos para unirse a ellas. Los manifestantes tomaron edificios administrativos regionales en Donetsk, Lugansk, Járkov y Odesa, autoproclamándose alcaldes y gobernadores, en lo que era una acción propia de la Zona Gris. Algunos de estos, así como multitud de manifestantes fueron posteriormente detenidos, en un intento de retomar el control por parte del gobierno ucraniano.
A primeros de abril la tensión aumentó un nuevo grado con la toma de edificios gubernamentales, entre ellos alguno perteneciente al Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), robando además armamento de sus instalaciones. Aunque las fuerzas de seguridad consiguieran recuperar y estabilizar todas las ciudades menos Donetsk y Lugansk, el 12 de abril da comienzo la primera fase de la guerra, con el asalto de edificios gubernamentales por parte de hombres armados bajo el mando de Igor Girkin, un antiguo operativo del GRU (inteligencia militar). Los rebeldes logran hacerse con varias ciudades e incluso se producen un choque armado entre los hombres de Girkin y miembros del SBU ucraniano.
Es el 14 de abril cuando se inicia la denominada ATO (Anti-Terrorist Operation), una operación ideada para recuperar el territorio perdido en el este de Ucrania, pero que parte de una notable desventaja para el bando oficialista, pues sus cuarteles estaban al oeste del país, en muchos casos a gran distancia de las regiones en las que debían operar. Esto supuso un importante contratiempo que impidió responder con eficacia frente a la sublevación y posterior guerra, debido a los problemas logísticos.
El referéndum y la posterior proclamación de independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk, el 22 de mayo, motivaron una nueva escalada en la ATO, pasando a estar dirigida directamente por el Ministerio de Defensa en en detrimento del SBU.
La ofensiva gubernamental se centró en rodear los enclaves rebeldes, aislar ambas repúblicas una de la otra, y a su vez de Rusia, país del que provenían numerosos voluntarios y mercenarios, en especial empleados de Wagner y operativos de las fuerzas especiales rusas, además de equipo militar de todo tipo. A punto de conseguir sus objetivos el gobierno de Kiev, a pesar de varios reveses debidos a las numerosas carencias de sus fuerzas armadas y batallones de voluntarios, se produjo la intervención rusa en agosto de 2014, ante la inminente caída de ambas repúblicas separatistas. Esta se produjo, en primer lugar, enviando destacamentos de reconocimiento y sabotaje y preparando el campo de batalla para la segunda oleada, a cargo de diversos BTG (Grupos Tácticos de nivel Batallón).
Estos últimos fueron la clave de lo que sucedería a continuación y los principales protagonistas de las batallas más importantes ocurridas durante el conflicto. En primer lugar, en ocasión de la batalla de Ilovaisk, en ese mismo mes de agosto, en la que tomaron parte rodeando a las tropas leales a Kiev, que poseían este estratégico enclave, lo que les permitía cortar las comunicaciones entre la autoproclamada República de Donetsk y Rusia. Tras rendirse, se garantizó a las tropas de Kiev un corredor seguro para su retirada, seguramente sin intención de respetarlo; durante la huída fueron masacrados, perdiendo numeroso material y personal, entre muertos, heridos y capturados. Incluso en algunas filmaciones que podemos encontrar por la Red es posible ver a los soldados rusos con su equipo Ratnik custodiando los puestos de control. Esta derrota, sumada al temor a una posterior invasión rusa, dio lugar a la firma del protocolo de Minsk I entre Kiev y los separatistas, una tregua que no fue respetada y que motivó la Segunda Batalla del Aeropuerto de Donetsk, iniciada el 28 de septiembre de 2014 y que se extendió durante los tres meses posteriores.
Es, no obstante, la batalla de Debaltsevo la que inicia la última fase del conflicto. Una vez más, tropas compuestas por voluntarios y uniformados ucranianos son rodeadas por varios BTGs rusos y rebeldes, hasta su desgaste y derrota. Una vez más una derrota ucraniana propicia la firma de un nuevo acuerdo, en este caso el protocolo Minsk II, que ayuda a enfriar el conflicto armado y a convertirlo en una guerra de trincheras estática debido, entre otras razones, a los límites en cuanto a armamento, con unas zonas de seguridad en las que se prohibía el uso de artillería de calibre superior a los 100 mm. Y de ahí en adelante, como suele decirse, el resto es historia, hasta llegar al fatídico 24 de febrero de 2023.
Como quiera que, desde entonces, las cosas han seguido un rumbo muy distinto al de 2013, seguimos inmersos en una guerra con un importante nivel de desgaste y que, además de los combates en buena parte del país, implica también el intercambio diario de drones de ataque. Así las cosas, durante la última jornada de guerra las autoridades ucranianas aseguran haber derribado todos y cada uno de los 14 drones Shahed-131/136 (Geran-1/2) lanzados por Rusia, estando la defensa aérea activa en regiones como Sumy u Odesa.
En el caso de Rusia, hablan de la destrucción de cuatro buques no tripulados ucranianos destruidos en el mar Negro, a poniente de la península de Crimea, así como de un dron sobre Rostov. Pese a ello, se especula con que drones ucranianos hayan podido alcanzar una central eléctrica en Saky, Crimea, en donde se habría registrado un incendio y varias explosiones.
Dicho lo anterior, y pasando a los combates, continúa sin haber grandes novedades –y en condiciones climáticas muy adversas– procedentes del sector más septentrional del frente. Las únicas noticias proceden de Bilohorivka, una población en la que se han producido decenas de acciones en el pasado, pero que llevaba tiempo tranquila, pues su particular orografía dificulta mucho que Rusia pueda tomar su control. En este caso, parecen haber sido los ucranianos quienes han ampliado hacia el este la zona bajo su dominio, aunque de forma muy leve.
Del área de Bakhmut son también escasas las novedades. Después de los avances rusos de los últimos días en dirección a Klischiívka, se han lanzado contra Andriívka, ligeramente más al sur. Por su parte, los ucranianos continúan lanzando unidades hacia el noroeste de Gorlóvka, desde Pivdenne y haciendo frente a la artillería rusa, que trata de impedirlo.
En el oeste de la ciudad de Donets tenemos que, en el caso de Avdiívka, las tropas rusas han continuado presionando tanto al oeste de Krasnohorivka, como en dirección a Pervomaiske y Severne. Además, siguen las acciones más al sur, en Mariínka, sin grandes cambios, así como en Novomykhailivka, entre la anterior y Vuhledar.
Al sur del país, lo más relevante sigue siendo la relevancia que los blogueros rusos -muchos de los cuales cuentan con información procedente de las tropas en el terreno- continúan otorgando a las operaciones ucranianas al este del Dniéper, mientras su Ministerio de Defensa publica notas de prensa en sentido contrario, asegurando que sus tropas están deteniendo cada uno de los intentos ucranianos por expandir su área de control en la zona.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, comenzamos hoy por por la visita del presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, a Kiev. En las reuniones mantenidas -que han incluido la presidencia de la presidenta de Moldavia, Maria Sandu- se ha tratado acerca de las futuras negociaciones de adhesión de Ucrania a la Unión Europea.
En relación con los pasos dados por Ucrania para cumplir con las exigencias y recomendaciones europeas, el primer ministro del país, Denys Shmyhal, ha anunciado que se está ultimando la redacción de un nuevo paquete de leyes relativas a temas como la lucha contra la corrupción, la mejora de los mecanismos de cooperación transfronteriza o incluso sobre la creación de un sistema de reservas mínimas de productos petrolíferos que deben servir para facilitar la futura adhesión.
Volviendo sobre Zelenski, en las últimas horas varios medios rusos han hablado sobre su supuesto temor a un nuevo «Maidan», en esta ocasión destinado a apartarle del poder. Las diversas noticias publicadas, han buscado magnificar unas palabras pronunciadas por Zelenski días atrás, haciendo referencia a una posible campaña rusa de influencia en su contra.
Más allá de esto, en las últimas horas el jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak, ha mantenido una conversación telefónica con el asesor de Seguridad Nacional del Presidente de los Estados Unidos, Jake Sullivan, que ha servido para continuar preparando la futura Conferencia sobre la Base Industrial de Defensa entre Estados Unidos y Ucrania, a celebrar en Washington los días 6 y 7 de diciembre. Aunque en los EE. UU. las discusiones para proveer de nuevos fondos a Ucrania continúan estancadas, la Administración Biden está buscando formas de hacer que este país pueda continuar en guerra, entre otras formas, favoreciendo un aumento de la producción de material militar en su suelo, que lo haga menos dependiente de los envíos en especie.
Por otra parte, el director ejecutivo de Fox Corp, Lachlan Murdoch, se ha reunido también con Zelenski en la capital ucraniana, en lo que desde el Gobierno del país han asegurado que era una “señal muy importante” de apoyo en un momento en que la atención de los medios globales se ha desviado de la guerra con Rusia. El magnate norteamericano, que la semana pasada asumió el cargo como presidente de News Corp en sustitución de su padre, Rupert Murdoch, estuvo acompañado por dos de sus trabajadores, Benjamin Hall de Fox News y Jerome Starkey del tabloide británico The Sun. El primero de ellos había perdido anteriormente una de sus piernas mientras cubría la guerra de Ucrania.
Siguiendo con el tema de la ayuda militar, en las últimas horas ha sido Alemania el país que ha confirmado la entrega de un nuevo paquete por valor de 1.300 millones de euros en el que se incluirá un sistema antiaéreo IRIS-T adicional, algo que se esperaba desde hace un tiempo. El anuncio ha sido hecho durante la visita del ministro de Defensa germano, Boris Pistorius, a Ucrania.
Una visita que ha venido acompañada de la reunión entre el viceministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Yevhen Perebyinis, y una delegación de la Comisión de Asuntos de la Unión Europea del Bundestag de la República Federal de Alemania, encabezada por el presidente de la Comisión, Anton Hofreiter. Durante la reunión, las partes se centraron en las negociaciones sobre la adhesión de Ucrania a la UE, los preparativos para la próxima cumbre de la OTAN en Washington y el fortalecimiento de la asistencia militar de Alemania.
Además de lo anterior, y en este caso pasando a la ayuda militar a Rusia, en las últimas horas se ha especulado -no es la primera vez en los últimos meses- con el posible envío de misiles balísticos de corto alcance avanzados desde Irán a Rusia, lo que podría ser un contratiempo importante para Ucrania, especialmente si se emplean en combinación con los drones a la hora de superar las defensas antiaéreas.
En este sentido, hay que tener en cuenta, como afirma el Ministerio de Defensa británico, que Rusia apenas ha utilizado misiles de crucero pesados de lanzamiento aéreo en los últimos dos meses, lo que probablemente le esté permitiendo acumular un stock sustancial que podría usarse en una repetición de la campaña del año pasado para destruir la infraestructura nacional crítica de Ucrania. De esta forma, el uso de drones se llevaría a cabo para degradar las defensas aéreas y obligar a un alto consumo de municiones y los misiles, más capaces por su carga explosiva, para dañar las infraestructuras críticas.
En otro orden de cosas, toca también hablar de la futura entrada de Suecia en la OTAN, que sigue bloqueada por Turquía y Hungría. Al respecto, se ha pronunciado recientemente el ministro de Defensa del país, Pål Jonson, quien admire que no puede ofrecer todavía un cronograma exacto para la finalización del proceso, pero confía en que los dos Estados que están planteando problemas den el visto bueno en los próximos meses.
También de las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores y de Relaciones Económicas Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto, quien ha dejado caer tras una reunión mantenida en Budapest con los ministros de energía de Azerbaiyán, Georgia y Rumanía que su país no abandonará la cooperación energética con Rusia a pesar de la situación en Ucrania, pues continuarán guiándose por consideraciones más prácticas que políticas. Según sus declaraciones: «Me gustaría subrayar que no queremos deshacernos de ninguna fuente que actualmente garantiza la seguridad energética de Hungría. Al mismo tiempo, nos gustaría atraer fuentes adicionales, preferiblemente fuentes de energía neutras en carbono».
Hoy, también, es necesario hacer una referencia al tema humanitario, pues según la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, más de 10.000 civiles han muerto en Ucrania desde que comenzara la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022. Ahora bien, desde la misión de esta organización en Ucrania, que cuenta con docenas de observadores, han afirmado que esperaban que el número real de víctimas fuera «significativamente mayor» dado que su trabajo continua y muchos de los fallecidos todavía no han sido localizados o identificados. Como comparación, por odiosa que sea dadas las diferencias de contexto, desde el ataque de Hamás a Israel podrían haber muerto más de 13.000 palestinos y 1.200 israelíes.
Por otra parte, el Representante Permanente de Rusia ante la ONU, Vasily Nebenzya, ha anunciado que su país celebrará una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU según la «Fórmula Arria» para discutir sobre Ucrania. Más exactamente, según sus declaraciones: «La historia de Maidan es importante para comprender los orígenes del actual declive y erosión de Ucrania como Estado. Debería servir como advertencia para todos los que están siendo engatusados por Occidente en su criminal búsqueda de nuevos peones para promover su agenda geopolítica devastadora y egoísta». Sería la respuesta a una reunión de este tipo organizada el pasado mes de octubre por Estados Unidos, Albania y Reino Unido para hablar sobre el informe presentado por la Comisión de Investigación sobre Ucrania.
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