Guerra de Ucrania – Día 628

Desde los Estados Unidos, el secretario de Estado, Blinken, ha prometido que la ayuda de su país a Ucrania se mantendrá durante el invierno. Borrell, por su parte, ha vuelto a asegurar que Ucrania es la «prioridad absoluta» de la Unión Europea, a la vez que ha anunciado que el 12º paquete de sanciones contra Rusia será presentado el próximo día 15 de este mismo mes. Pese a todo, ni el efecto de las sanciones es el esperado, ni la ayuda llega a Ucrania en las cantidades requeridas por Kiev. Mientras tanto, sobre el terreno, prosigue el estancamiento y no se atisba la forma en que este pueda romperse a corto o medio plazo.

Con el frente prácticamente estancado, pese a los lentos avances rusos en Avdiívka o a las operaciones ucranianas al este del Dniéper en Jersón, los temas más importantes tienen que ver una vez más con la ayuda militar a Ucrania y con las sanciones de los aliados de este país contra Rusia, de dudoso efecto en el corto y medio plazo e incluso en algunos casos, contraproducentes a largo plazo. Sanciones que son de distintos tipos, pues se dirigen contra personas individuales, contra la economía, los medios, la diplomacia o la banca rusa y que, en conjunto, son las más completas y complejas aprobadas nunca contra un país por parte de la Unión Europea o los Estados Unidos.

En este sentido, como sabemos, su eficacia solo ha sido relativa. Al fin y al cabo, Rusia ha encontrado diferentes formas de sortearlas o de minimizar su impacto, de forma que los costes de la guerra no solo no se trasladen a su sociedad, sino que tampoco impidan continuar con el esfuerzo bélico, que era y es una de las razones de ser de todas estas medidas restrictivas. De ahí que continuamente se debata acerca de las formas de hacer que lo ya aprobado se convierta en algo realmente efectivo, limitando las posibilidades rusas a la hora de buscar mecanismos alternativos y afectando a aquellos sectores que pueden hacer verdadero daño -lo que también implica un riesgo de escalada, no lo olvidemos-.

También que se debatan nuevas sanciones -una de las pocas herramientas en manos de una Unión Europea que carece de medios militares o de voluntad en este sentido-, aunque acordar cada nuevo paquete de medidas sea cada vez más difícil, tanto por la oposición de algunos pequeños Estados miembros con un poder desorbitado, dado el funcionamiento interno de la propia UE -ahí está Hungría- como porque cada vez son menos los puntos sobre los que incidir, y más sin que esto suponga un nuevo problema para quienes imponen las sanciones, ya que siempre hay cierto efecto «boomerang».

Lo que es peor, en algunos casos las sanciones han logrado el efecto contrario, permitiendo que Rusia y sus aliados desarrollen sectores en los que antes eran totalmente dependientes, como ocurre con algunos componentes de alta tecnología. Una cuestión a tener en cuenta, máxime en un contexto internacional como el actual, marcado por una competición estratégica entre grandes potencias que va más allá de las fronteras ucranianas y en la que el componente tecnológico o el de los materiales y herramientas que hacen posible progresar en áreas como el diseño y fabricación de ciertos componentes vitales, es clave.

https://www.revistaejercitos.com/2023/11/13/el-ejercito-del-aire-y-del-espacio-una-perspectiva-pluridimensional/

Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en lo ocurrido durante los primeros compases de la guerra de Ucrania, es decir, en las primeras semanas y meses a partir del 24 de febrero de 2022. Entonces, los aliados de Ucrania, muy pendientes de la situación sobre el terreno, tomaron cuenta del papel central que los drones rusos Orlan-10 estaban teniendo en su capacidad de localizar blancos, agilizando así la «kill chain» de forma que su artillería fuese más eficaz al batir las posiciones ucranianas.

La forma lógica de combatirlos, además de suministrar a Ucrania nuevos sistemas antiaéreos más eficaces, pasaba por provocar disrupciones en las cadenas de suministro rusas. En este sentido, y con el fin de degradar las capacidades militares rusas, se vetó el acceso a la microelectrónica occidental, impidiendo en lo posible la llegada al país de componentes críticos. Esto provocó no pocas mofas cuando los soldados rusos empezaron a buscar algunos de estos componentes mediante prácticas de auténtico forrajeo, obteniendo chips de literalmente cualquier electrodoméstico o computadora que caía en sus manos.

Por supuesto, aunque estas prácticas se llevaron a cabo, la mayor parte de los chips que Rusia necesitaba y obtenía, no llegaron al país por estas vías, sino a través de sus socios, especialmente de China y en muchos casos recurriendo al mercado gris o a intermediarios de todo tipo y condición. Hay que tener en cuenta que había decenas o cientos de componentes críticos, sin los cuales ni los drones ni muchos misiles rusos podían fabricarse.

Ejemplos de esto son el microchip transceptor universal AD9361, el módulo Wifi WL18MODGB FCC ID-ZB1-WL155WOD, el microcontrolador STM32F103VC o el módulo de amplificador de transmisión de datos 7M9102 del Orlan-10 UAV o los microchips S29AL032D7OTA100 y CY6157EV30L de guiado para cohetes rusos, entre otros muchos. Además, la necesidad de producir, ya más adelante drones Shahed, que empleaban en su origen chips de las empresas holandesas NXP y Nexperia, no hizo sino complicar la situación.

Sin embargo, con el paso del tiempo desde Rusia fueron moviendo sus cadenas de suministros hacia componentes fabricados en China, satisfaciendo así los ritmos de producción requeridos, no solo de misiles, sino también de drones de categoría I. Las redes de contrabando rusas e iraníes, con la ayuda de la colosal industria de electrónica drónica del gigante asiático, seguirían canalizando microcomponentes electrónicos occidentales esenciales -o copias de los mismos- sujetos a sanciones para aliviar estas carencias. Lo que es peor, una vez hechas las adaptaciones pertinentes, la antigua dependencia rusa respecto a ciertos componentes occidentales ha motivado un aumento en la producción de muchos de estos componentes en China y la dependencia no solo de Rusia, sino también de Ucrania de los productores de este país. Una dependencia que amenaza ahora con poner en jaque la fabricación de drones en Ucrania, mientras que difícilmente Beijing cortará en flujo de componentes a Moscú.

Hablando de drones, y pasando a las novedades sobre el terreno, en las últimas horas las defensas antiaéreas ucranianas han asegurado haber derribado hasta cinco drones de reconocimiento rusos que sobrevolaban las regiones de Jersón y Mikolaiv. En la primera de estas, además, un bombardeo ruso ha dejado cuatro muertos y una quincena de heridos. Además, se ha alertado del lanzamiento de drones Shahed sobre Dnipró, aunque no han trascendido impactos.

Más allá de esto, los combates continúan al norte del frente, en la línea Kupyansk-Svatove-Kreminna, aunque no se han producido movimientos de ningún tipo en las últimas horas.

Diferente es la situación en Bakhmut, en donde las tropas rusas han vuelto a atacar posiciones ucranianas al norte de la ciudad, retomando terreno en el área de Yahidne y acercándose a la carretera entre Khromove y Chasiv Yar, lo que implica volver, seis meses después, a una situación pareja a la de junio de este año. Además de esto, al sur de Bakhmut, en Klischiívka, las tropas rusas seguirían presionando a poniente de las vías férreas.

En el caso de Avdiívka, donde continúa la ofensiva rusa y la acumulación de bajas, las novedades más importantes proceden en las últimas horas del sur de la localidad, concretamente de la zona de Permovaiske, en donde son varias las fuentes que hablan de combates y de cómo los ucranianos habrían recapturado algunas posiciones en el centro del poblado, mientras las tropas rusas intentan avanzar sobre este desde el norte.

En cuanto al sur del país, las novedades son francamente pocas. Las más interesantes tienes que ver con la publicación, en el medio ruso RIA Novosti, de informaciones relativas a la retirada rusa al este del Dniéper hacia posiciones más favorables. Noticia que, en cuestión de minutos, desapareció de las redes, lo que ha hecho que muchos especulen sobre el motivo.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

En el apartado internacional, las novedades más importantes de la jornada tienen que ver con las negociaciones en el seno de los Veintisiete tanto de cara a la aprobación de nuevas sanciones contra Rusia, como destinadas a proveer a Ucrania de un nuevo tramo de ayuda militar. También con la reunión, en Washington, entre Andriy Yermak y Anthony Blinken y la futura visita de Biden a China.

En el primer caso, la mayor incógnita la continúa planteando Hungría, país cuyo ministro de Exteriores ha anunciado que su gobierno bloqueará el desembolso del próximo tramo de ayuda militar a Ucrania en el marco del Fondo Europeo de Paz hasta que Kiev proporcione «garantías» de que el banco OTP u otras empresas húngaras no serán incluidos en la lista negra como «patrocinadores internacionales de la guerra».

En cualquier caso, será una cuestión a decidir en la reunión ministerial de exteriores, que tendrá lugar el martes 13 de noviembre en Bruselas y que será seguida el día 14 por otra reunión sobre defensa y en la que, aunque la situación en Gaza tendrá un papel protagonista, también se hablará largo y tendido sobre el apoyo a Ucrania, como no podía ser de otra forma, además de acerca de la situación en los Balcanes o el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán.

En el segundo, Blinken ha asegurado a Yermak que la ayuda estadounidense a Ucrania y su apoyo se mantendrán, prometiendo que de cara al invierno se tomarán medidas para fortalecer la infraestructura ucraniana. Sin embargo, a pesar de las buenas palabras y de las peticiones del ministro de Exteriores ucraniano, Kuleba, a sus aliados, no han conseguido arrancar ningún compromiso concreto, más allá de lo ya expuesto, dada la complicada situación política que atraviesan los Estados Unidos.

Además de esto, Yermak, que no solo ha hablado con Blinken, ha insistido, en una reunión con las comunidades ucraniana y tártara de Crimea en Washington, en que ayudar a Ucrania no tiene que ver únicamente con salvar a su nación, sino que va de proteger a todo el mundo libre.

En cuanto al tercero, por primera vez en un año los presidentes chino y estadounidense se reunirán cara a cara el próximo miércoles, en una reunión que se celebrará en San Francisco en el marco de la Cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico. Aunque nadie se hace demasiadas ilusiones respecto al resultado, se espera que las dos naciones limen asperezas, dada la situación económica complicada que atraviesa China, el cariz peligroso que está tomando su relación respecto a temas como Taiwán y la necesidad de encontrar puntos de acuerdo respecto a otras cuestiones como Oriente Medio y Ucrania. En relación con esto, aunque no interviene directamente, como se sabe la posición de China es clave para llegar a algún tipo de solución, dada su capacidad de influir sobre Rusia. Así las cosas, se espera que sea uno de los temas a debatir entre ambos líderes.

En otro orden de cosas, Zelenski, quien ha celebrado y agradecido en las redes sociales la apertura del centro de entrenamiento en Rumanía que permitirá formar a los pilotos ucranianos, ha hablado sobre la implementación de las recomendaciones de la Unión Europea en Ucrania y se ha reunido con el líder del pueblo tártaro de Crimea, Mustafá Dzhemilev, a quien ha concedido el título de «Héroe de Ucrania». Esta sería la recompensa, según la presidencia ucraniana, por su destacada contribución personal al establecimiento y desarrollo de un Estado ucraniano independiente, su valentía y dedicación en la defensa de los derechos del pueblo tártaro de Crimea y sus muchos años de actividad política.

Desde Rusia, por su parte, lo más trascendente de la jornada han vuelto a ser las declaraciones del portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, relativas a posibles conversaciones, en este caso en referencia a un reciente cometario del cancillar alemán, Scholz. Así, Peskov ha insistido en que Putin está abierto a negociar pero que sigue siendo partidario de la comunicación «orientada a resultados, no solo de hablar por hablar».

Todo ello mientras desde el Kremlin se ha fomentado un importante cambio en lo concerniente al relato, como explica Mikhail Zygar en las páginas de Foreign Affairs. Así, si hasta hace solo unos meses se insistía en la retórica de la «desnazificación», ahora todo gira en torno a la lucha de Rusia contra el conjunto de Occidente. Una idea que, precisamente por sus connotaciones para el consumo interno, permitiría «vender» mejor ante la sociedad rusa un acuerdo que no lograse el cien por cien de los objetivos del Kremlin.

Para finalizar, está el tema humanitario. En las últimas horas, se ha conocido que Rusia fue duramente criticada el lunes en Ginebra en el marco de una reunión del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que examinó la situación de los derechos humanos en este país. Así, los países occidentales han vuelto a denunciar la invasión de Ucrania, así como la represión ejercida contra la sociedad civil y los opositores políticos. Según la embajadora estadounidense, Michèle Taylor: «Condenamos la brutal guerra de agresión del gobierno ruso contra Ucrania y su represión casi total contra los disidentes«.

Unas palabras que vienen a colación de la reciente encarcelación en Rusia de la opositora Ksenia Fadeeva, cercana a Navalny y quien ahora se enfrentaría hasta a 12 años de prisión por «extremismo». La joven opositora rusa, de 31 años, estaba bajo arresto domiciliario desde diciembre de 2021, una situación que acaba de cambiar, poniendo ante ella un futuro incierto. El mismo que comparten muchos de los cerca de 20.000 rusos que han sido detenidos desde el inicio de la invasión de Ucrania por protestar contra la misma.


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