Los Estados Unidos han aprobado un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania por valor de 425 millones de dólares, mientras las Fuerzas Armadas rusas parecen estar incrementando en los últimos días el número de ataques con misiles y drones, lanzando alrededor de cuarenta de estos últimos la pasada noche. Además de lo anterior, en esta jornada han sido noticia tanto la súbita destitución del comandante de las Fuerzas Especiales ucranianas, como el apoyo a las negociaciones de adhesión de Ucrania a la UE y, también, las posibles presiones a Kiev para que abra negociaciones con Rusia a principios de año.
En los últimos días se han producido diversas declaraciones y movimientos de líderes europeos avalando la apertura de negociaciones durante el próximo mes de diciembre de cara a la futura -e hipotética, pues el proceso no será fácil- adhesión de Ucrania a la Unión Europea. Aunque es un tema que no es en absoluto nuevo y de hecho hemos ido compartiendo cada información en nuestros informes, todo indica que se está concediendo un verdadero impulso en las últimas semanas, algo bastante indicativo.
Al mismo tiempo, son varios los medios y fuentes que comienzan a hablar, una vez más, de presiones a Ucrania de cara a la apertura de negociaciones con Rusia a comienzos de año. Las declaraciones de la primera ministra italiana, Meloni, horas atrás, admitiendo el «cansancio de guerra», la dinámica sobre el terreno, con la ofensiva ucraniana fracasada a la hora de acercarse las altísimas expectativas creadas por el propio Gobierno de Kiev y las conversaciones entre bambalinas, en congresos y reuniones privadas, son todos ellos elementos que por separado quizá no tienen demasiada importancia, pero que en conjunto hablan de un cierto clima, muy diferente al de hace unos meses.
Si a esto le sumamos que los inventarios están vacíos en Europa, los problemas internos tanto de los Estados Unidos como de algunos de los países que conforman la UE, la incapacidad para responder en tiempo y forma a los aumentos de producción que la guerra exige para librarse con garantías -con el consiguiente riesgo de aplastamiento-, la pérdida de iniciativa por parte Ucraniana y la crisis de legitimidad que vive su cúpula militar (a tener en cuenta las palabras de Zaluzhny respecto al estancamiento o la sorpresiva destitución de Viktor Khorenko…) la forma en la que la relación de costes están cambiando en contra de Kiev y sus aliados o las sucesivas crisis internacionales, con Oriente Medio ahora como centro de atención, son muchos los factores que presionan para buscar una salida de algún tipo a la guerra.
Claro está, ni entre algunos círculos políticos, ni por supuesto en Kiev (que se niega a admitir, como es lógico, que la guerra esté en «punto muerto»), parecen preparados para asumir algunos de los costes de una negociación, incluidas las cesiones de territorio, que serían inevitables. Rusia, por el contrario, crecida por el fracaso ucraniano al sur, no deja de dar muestras de su intención de cerrar (temporalmente, no lo olvidemos) la guerra, manteniendo el control del «pasillo terrestre» y exigiendo garantías de seguridad a Occidente.
Estamos pues, en una situación pareja a la de otoño de 2022, aunque magnificada. Un escenario en el que Ucrania se esfuerza por ganar tiempo para un nuevo intento -que se llevaría a cabo en primavera de 2024-, mientras que algunos aliados presionan para que el conflicto se cierre antes de que los costes sean excesivos o de que la situación sobre el terreno pueda llegar a empeorar. A diferencia de entonces, sin embargo, ya no hay mucho más que se pueda suministrar a Kiev sin que ello implique una escalada que nadie parece dispuesto a asumir ahora mismo, ni hay ofensivas exitosas en marchas que justifiquen un cheque en blanco.
Las esperanzas ucranianas, resumidas recientemente por el general Valery Zaluzhny, se basan en supuestos que difícilmente van a producirse. De hecho, ni siquiera la llegada de los F-16 parece que pueda dar un verdadero vuelco a la situación (a pesar de las palabras de Zelensky), aunque sí podrían ser una herramienta extraordinaria a la hora de generar disuasión en el futuro. Simplemente son demasiados los factores estructurales que conducen a la guerra hacia el estancamiento, máxime desde que Rusia ha logrado el apoyo de aliados como Corea del Norte e Irán y ha incrementado el ritmo de producción de su industria de defensa.
La gran ventana de oportunidad para Ucrania, que sin duda un día existió -especialmente entre septiembre de 2022 y marzo de 2023- no pudo ser aprovechada por distintas razones, desde la disposición rusa a «quemar» hombres en la ofensiva invernal llevada a cabo en el nombre, a la aceptación por parte ucraniana de una batalla de desgaste en Bakhmut a, especialmente, la lentitud de sus aliados a la hora de suministrar los medios necesarios para llevar a cabo una ofensiva rápida, capaz de lograr objetivos importantes, susceptibles de llevar a una negociación desde una posición de fuerza.
Dicho esto, son los aliados de Ucrania, más que el propio país, quienes deben decidir en breve si apoyan unos meses más el esfuerzo de guerra, intentando minimizar pérdidas -todo esto entendiendo que Rusia perdió «su» guerra en los primeros días y que no alcanzará sus objetivos esenciales- y mejorando en lo posible la posición negociadora de Kiev (por cierto, que desde el país niegan que se estén produciendo negociaciones secretas de ningún tipo con Rusia, así como que los aliados estén presionando) o sí, por el contrario, optan por presionar para poner fin al conflicto cuanto antes, asumiendo un precio mayor para su patrocinado.
También deberán medir de forma exquisita no solo la forma en que se dan garantías de seguridad a Kiev, sino los medios que se proporcionan para que Ucrania sea capaz de generar una disuasión creíble en el futuro, pues este será el elemento que evite una nueva intentona rusa de aquí a un tiempo, no lo olvidemos. También, en términos más amplios, si la futura arquitectura de seguridad en el continente incluye o no a Rusia, con todo lo que ello supone.
Sobre el terreno, poco a poco han ido trascendiendo las consecuencias del último ataque ruso con misiles y drones sobre Ucrania, al que hicimos referencia en el informe de ayer. Finalmente, parece que fueron alcanzadas instalaciones críticas en Leópolis, además de un colegio en Járkov, entre otros. Lo más relevante es que, desde hace un tiempo, Rusia ha venido incrementando de forma importante el número de drones Shahed utilizados, algo que tiene que ver por una parte, con el hecho de que cada vez son más los que produce en su propio territorio en variante local (Geran-2) y, por otra, con el hecho de que cuanta más presión ejerce Rusia sobre la infraestructura ucraniana, más recursos obliga tanto a sus Fuerzas Armadas como especialmente a sus aliados, a detraer de otros objetivos. Es decir, que si Ucrania recibe más y más medios antiaéreos (ver los últimos paquetes de ayuda a Ucrania), lo hace en detrimento de material ofensivo que podría ser empleado en progresar sobre el terreno.
Más allá de esto, al norte del frente se han confirmado algunos mínimos avances rusos en la zona de Kupiansk, concretamente al sur de la localidad de Pershotravneve.
En el área de Bakhmut, continúan las operaciones a pesar de que no se hayan producido novedades en términos de movimientos.
En el caso de Avdiívka, han seguido produciéndose ataques rusos, logrando alcanzar la zona de las vías de ferrocarril en más puntos en las inmediaciones de Stepove, a pesar de las enormes pérdidas, que se cifrarían en cientos de vehículos y miles de hombres según el Ministerio de Defensa británico. Al sur de la ciudad, aunque no han logrado avanzar, las tropas rusas han seguido presionando en dirección a Pervomaiske y Krasnohorivka.
Al sur, sin novedades de los ejes de Orijiv o Velyka-Novosilka (lo que implica que Rusia está teniendo más y más tiempo para reforzar sus posiciones en dichas áreas), la atención sigue centrándose en el Dniéper, en donde Ucrania mantiene a sus fuerzas en la orilla oriental a pesar de los bombardeos rusos.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
La noticia del día a nivel institucional durante la jornada del 3 de noviembre ha sido el nuevo paquete de ayuda militar de Estados Unidos a Ucrania por valor de 425 millones de dólares, mientras Ucrania continúa trabajando en los próximos pasos relacionados con su estatus de candidato a la adhesión a la UE en vísperas de conocer la evaluación de la Comisión Europea sobre su progreso en la implementación de las reformas requeridas. Por tanto, aunque la jornada haya sido parca en general en lo que concierne a novedades y a actividad diplomática, se espera que comience a despuntar en los próximos días.
En lo que concierne a la ayuda estadounidense, de un lado, 125 millones de dólares para satisfacer las necesidades inmediatas de Ucrania en el campo de batalla. De otro, 300 millones se destinarán a fondos de la Iniciativa de Asistencia a la Seguridad de Ucrania (USAI) para fortalecer las defensas aéreas de Ucrania a largo plazo.
En particular, el paquete incluirá:
Por otro lado, bajo la iniciativa de USAI el Departamento de Defensa proporcionará a Ucrania municiones adicionales guiadas por láser para contrarrestar los sistemas aéreos no tripulados. A modo aclaratorio hay que recordar que a través de USAI, Estados Unidos adquiere capacidades de la industria para Ucrania y la ayuda que se envía no procede de los inventarios.
En total, Washington ha comprometido más de 44.800 millones de dólares desde el inicio de la administración Biden, aunque 44.200 desde que comenzó la invasión.
A colación de Estados Unidos, ha tenido lugar la reunión inaugural entre Washington y Kiev de alto nivel sobre seguridad química y biológica en Cracovia, Polonia. Como resultado, las partes han acordado profundizar la colaboración bilateral con el objetivo de mejorar la capacidad de Ucrania para evitar, identificar y gestionar los riesgos y peligros químicos y biológicos contemporáneos. Para Ucrania sigue siendo una prioridad principal fortalecer la capacidad de su sistema nacional de respuesta a emergencias con miras a proteger las vidas y la salud de sus ciudadanos en cooperación además con EE. UU.
Sin embargo, Estados Unidos no ha sido el único en adoptar un nuevo paquete de ayuda, pues Países Bajos brindará más munición a Kiev por importe de 500 millones de euros tras la visita de la ministra de Defensa, Kajsa Ollongren, al país. De un lado, 260 millones de euros se destinarán a munición de artillería y, de otro, los 240 millones restantes en munición para carros de combate. Decisión totalmente en línea con la postura adoptada por Países Bajos a la hora de ayudar a Ucrania “mientras sea necesario”, como bien ha reiterado no solo Ollongren, sino también el primer ministro neerlandés, Mark Rutte. Además, hay que tener en mente que junto con los daneses han sido los neerlandeses quienes han impulsado la creación de la coalición de aviones de combate.
Por otro lado, el jefe adjunto del gabinete del presidente Zelenski, Ihor Zhovkva, se ha reunido con la directora de la Representación de la OTAN en Ucrania, Karen McTear. Durante su encuentro han tenido ocasión de discutir sobre los avances en la implementación de las decisiones de la última Cumbre de la Alianza, cuyo objetivo es fortalecer la cooperación de Ucrania con la OTAN y “hacer realidad las aspiraciones euroatlánticas” de Ucrania. De otro lado, también han discutido los avances logrados en el trabajo conjunto para preparar un Programa Nacional Anual adaptado y los pasos adicionales para comenzar su implementación y lograr así la interoperabilidad total y preparar la membresía futura.
Siguiendo con las “membresías”, el primer ministro Denys Shmyhal ha resaltado que la adhesión del país a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) es una señal de la disposición de Kiev de unirse a la UE y una señal para las empresas extranjeras de que el país es un lugar prometedor para la inversión. De este modo, han aprobado un plan de acción para implementar el programa de la OCDE para Ucrania en el que se contienen 129 puntos en diversas áreas como regulación estatal o desarrollo de la ciencia y la educación.
Cambiando de tercio, tal y como estaba previsto, además, el ministro de Exteriores Dmytro Kuleba durante su visita a Berlín se ha reunido con la industria de defensa germana. En particular, Kuleba ha vuelto a reunirse con el CEO de Rheinmetall, Armin Papperger, para discutir sobre el refuerzo de la alianza entre las industrias de defensa de ambos países. De igual modo, se ha reunido con Friedrich Merz, presidente del CDU alemán, para discutir acerca de cómo Alemania puede ayudar de manera “aún más eficiente” a Ucrania. Por último, y hasta donde hay constancia, Kuleba se ha reunido con Wolfgang Schmidt, ministro de Asuntos Especiales, con el objetivo de conversar sobre la implementación de la Fórmula de Paz, la situación en Oriente Medio, el camino de adhesión de Ucrania a la UE así como de los “desarrollos estratégicos” en Europa, pero sin ofrecer más detalles sobre los resultados del encuentro.
Para concluir, son destacables las declaraciones de la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, sobre la adhesión de Ucrania a la UE, mostrando su confianza acerca de que los Estados miembros impulsen el proceso. En particular, y como hemos resaltado en informes anteriores, Ucrania espera que la decisión acerca de la apertura de las negociaciones de adhesión se produzca en la próxima cumbre del Consejo Europeo en diciembre. No obstante, también ha sido realista al enfatizar que el bloque a 27 también necesita seguir adelante con reformas “tediosas” para poder funcionar con más de 30 miembros.
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