Guerra de Ucrania – Día 614

Una jornada más, las noticias procedentes de Ucrania son mínimas, manteniendo la crisis de Oriente Medio el grueso de la atención mediática, una vez los ataques israelíes por tierra han dado comienzo. A pesar de ello, la guerra sigue generando información relevante, dados los continuos combates al este del país, en donde Oleksandr Syrsky reconoce que la situación sigue siendo «difícil» o los debates en torno a la arquitectura de seguridad en Europa.

La guerra de Ucrania ha venido a dar la puntilla a la arquitectura de seguridad en Europa posterior a la Guerra Fría. Un entramado elaborado a partir de organizaciones como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) o acuerdos como el Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), así como los de reducción del armamento nuclear y que, en última instancia, ha terminado por hacer aguas al no dar respuesta a las preocupaciones de seguridad de Moscú, derivadas de la ampliación hacia el este de la UE y la OTAN.

La cuestión, por supuesto, no es tan sencilla. La ansiedad en el Kremlin no tiene únicamente que ver con la expansión de las citadas organizaciones, sino más bien con sus propias limitaciones e inseguridades, consecuencia de la pérdida de poder relativo frente a otras potencias y de la pujanza de actores que han sabido limitar de forma efectiva su influencia en regiones que tradicionalmente habían sido un coto ruso, como el Cáucaso, Asia Central o el Báltico, entre otras.

Además, con el añadido de que ninguna de las anteriores obliga a los nuevos miembros a solicitar la adhesión a las mismas, sino que cuentan con un indudable atractivo derivado, entre otras cosas, de que son capaces -especialmente en el caso de la OTAN, pues la UE no es un actor completo todavía en materia de defensa- de ofrecer una solución a las necesidades en cuanto a seguridad de aquellos estados que llaman a sus puertas.

Una llamada que en ningún caso se produciría si no viesen a Rusia como una amenaza, en lo que, dicho en plata, podría decirse que es «la pescadilla que se muerde la cola», pues cada vez que un nuevo candidato busca cobijo bajo el paraguas de la OTAN o pretende abandonar a Moscú para lanzarse en brazos de la UE, la ansiedad rusa aumenta, radicalizando su postura y, de paso, dando más y más motivos a otros estados para que sigan el ejemplo y basculen hacia Occidente.

Ahora bien, aunque podría parecer que es beneficioso desde cualquier punto de vista el proceso descrito y que incluso habría que apoyarlo sin ningún tipo de reserva, hay que tener en cuenta las implicaciones relativas a la estabilidad estratégica y los posibles riesgos de escalada. No solo eso, sino también los ejemplos históricos que demuestran lo que sucede cuando ciertos procesos de cambio se fuerzan, algo de lo que hay casos sobrados después de décadas de intervencionismo y, desgraciadamente, no todos ellos con el mejor de los resultados, sino más bien todo lo contrario.

Decimos todo esto porque, de una forma u otra, hay que pensar en cuál será la nueva arquitectura de seguridad en el Viejo Continente una vez la guerra de Ucrania concluya, sea por la vía militar, por la diplomática o porque se haya terminado por congelar definitivamente. Sabemos que hay que dotar a Kiev de instrumentos que le permitan generar disuasión suficiente como para que Rusia no piense de nuevo en la aventura militar.

Sin embargo, son muchos más los interrogantes a los que hemos de dar cumplida respuesta si lo que se pretende es un régimen duradero. De entre ellos, son tres los más acuciantes:

  1. Qué papel deben tener los Estados Unidos en la seguridad continental, toda vez que sus intereses han ido oscilando hacia Indo-Pacífico (y que ha comenzado a mostrar sus propias limitaciones) y que su permanencia influye sobre el proceso de integración europea (en ocasiones como freno y en ocasiones como acicate, aunque no necesariamente en la dirección que más interesaría a los ahora Veintisiete).
  2. Qué grado de responsabilidad está dispuestos a asumir los Estados miembros de la UE en relación con su propia seguridad, dado que en función del mismo, será necesario poner sobre la mesa cuestiones como la nuclear.
  3. Si la arquitectura que se establezca debe diseñarse con Rusia dentro o fuera. Es decir, si se va hacia un régimen de disuasión más o menos pura, en el que la seguridad dependa de la capacidad occidental de evitar que Rusia se atreva a nada o si se van a establecer negociaciones destinadas a recuperar algunos de los mecanismos ahora inoperantes.

Mientras esto se decide, sobre el terreno continúan ocurriendo cosas. En las últimas horas, si bien no se ha producido una nueva oleada de misiles y drones rusos, este país sí que ha atacado diversos objetivos, especialmente en Jersón, al oeste del Dniéper, así como en Mikolaiv. Del lado contrario, se ha hablado de un ataque ucraniano sobre la defensa antiaérea rusa en Crimea, en lo que podría ser el primer ataque en la región empleando misiles ATACMS, aunque todavía no hay datos que permitan confirmarlo.

Más allá de lo anterior, al norte del frente se han producido ataques rusos desde Lyman Pershyi, sin que se hayan registrado movimientos de posiciones.

En Bakhmut, las Fuerzas Armadas ucranianas habrían logrado pequeños avances en los últimos días. Estos se habrían concentrado tanto en Dubovo-Vasylivka, como en Klischiívka, siendo mínimos en ambos casos.

Pasando a Avdiívka, en donde continúan los combates, el Ejército ruso ha logrado ampliar su área de control en las inmediaciones de Terrikon, esto es, de la zona de depósito de desechos localizada al sur de Krasnohorivka. Al mismo tiempo, continúan lanzando ataques tanto hacia el sureste de la ciudad, como al sur de la misma, en dirección a Severne, Tonenke o Pervomais’ke.

Al sur del país, por último, si bien Ucrania ha logrado mejorar su situación en el flanco occidental de Robotyne, la atención sigue concentrándose en la orilla oriental del Dniéper, en donde los ucranianos controlarían la mayor parte de la localidad de Krynky.

Contexto internacional, diplomacia y sanciones

La semana ha comenzado sin apenas novedades en el plano internacional, si bien entre los hechos destacados del día se encuentran la llamada por videoconferencia entre el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte.

El mandatario ucraniano expresaba que esperaba que pronto se entreguen misiles Patriot para ayudar a Ucrania durante el próximo invierno, pero también los aviones de combate F-16. En este sentido, el primer ministro neerlandés ha anunciado que los F-16s prometidos por su país para fortalecer la defensa aérea ucraniana llegará al centro de entrenamiento en Rumanía en el plazo de dos semanas.

Sin embargo, esta no es la única ayuda pues Países Bajos proporcionarán patrulleros para ayudar a mantener seguro el corredor temporal para la exportación de cereales a través del Mar Negro. De igual modo, en lo que se refiere al plano humanitario, Rutte ha subrayado que la cuarta misión forense neerlandesa enviada bajo los auspicios de la Corte Penal Internacional para reunir pruebas de crímenes de guerra ya está en Ucrania.

Además, Rutte ha reiterado que “los Países Bajos seguirán apoyando a Ucrania frente a la agresión rusa, tanto y durante el tiempo que sea necesario”, enfatizando que la situación en Israel y Gaza no desviará su atención de Ucrania. Todo sin olvidar, que en el marco de la reunión de los asesores políticos y de seguridad del pasado fin de semana en Malta, Países Bajos y Ucrania comenzaron las negociaciones bilaterales para lograr un acuerdo sobre las garantías de seguridad para Kiev.

Sobre la reunión en Malta, y a modo de seguimiento de los resultados logrados, el jefe del gabinete de Zelenski, Andriy Yermak, ha conversado con los asesores de seguridad nacional de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia y Turquía.

Por otro lado, ya en formato presencial, el presidente Zelenski acompañado del ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, y su equipo ha recibido a una delegación bipartidista del Congreso de Estados Unidos en Kiev. Para Zelenski estas “visitas de solidaridad” son percibidas por Ucrania como el envío de una fuerte señal de apoyo al país y a todo el pueblo ucraniano, y ha agradecido que el Congreso, junto con la administración Biden y los partidos Republicano y Demócrata “estén unidos para apoyar a Ucrania”. Asimismo, Zelenski ha proporcionado información actualizada sobre la situación en el frente y las necesidades de las AFU.

Para concluir, el oligarca ruso Alexei Kuzmitchev ha sido detenido por la justicia francesa en un caso de blanqueo de capitales. Así pues, se ha procedido al registro de “varios lugares”, entre ellos su casa en el centro de París o la villa que ostenta en Saint-Tropez. A modo aclaratorio, Kuzmitchev es coaccionista de Alfa Group, propietario del Alfa Bank, y considerado por las autoridades europeas como “una de las personas más influyentes de Rusia”, “cuyos vínculos con el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, están bien establecidos”.

Horas después de su detención, desde el Kremlin, su portavoz Dmitry Peskov, comentaba que Rusia está dispuesta a “proteger los derechos” de Kuzmitchev y que deben ser informados de la detención de un ciudadano ruso a través de su misión diplomática, aunque admite que “no se conoce bien” la situación del oligarca.


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