El nuevo presidente republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, se mostró dubitativo ante la petición de ayuda a Ucrania de Joe Biden, mientras este concede un nuevo paquete de ayuda militar por valor de 150 millones de dólares y Dinamarca otro de 495 millones. Todo ello en una jornada en la que Eslovaquia ha anunciado el cese de los envíos de armas a Ucrania, limitándose a partir de ahora a la ayuda humanitaria, en el que una delegación de Hamás e Irán ha llegado de visita a Moscú, en la que el Ejército ruso ha logrado algunos avances en Avdiívka y Zelenski ha mantenido una nueva reunión con los jefes de Estado Mayor de sus fuerzas armadas.
Tal y como era de esperar, la llegada de un nuevo presidente a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos no ha implicado una rápida resolución de la cuestión de la ayuda militar a Ucrania. Más bien al contrario, Mike Johnson, recién elegido, ha mostrado sus dudas respecto a la petición presentada por Biden de fondos por más de 100.000 millones de dólares destinados a Ucrania, Israel y Taiwán. Es más, ha anunciado que el grupo del que parte, el del Partido Republicano, presentará primero un proyecto de ley para dotar a Israel de 14.500 millones de dólares, tratando posteriormente el tema de Ucrania.
Más allá de los problemas internos en el seno del Partido Republicano, hay que entender que la crisis provocada por los brutales ataques de la organización terrorista Hamás a Israel ha hecho saltar también las costuras del Partido Demócrata, dividido respecto a la respuesta que Israel debe o no dar en Gaza. También que en los Estados Unidos son muchos los que comienzan a primar la crisis en Oriente Medio por encima de la de Ucrania, al entender que la forma en la que Joe Biden gestione la guerra entre Israel y Hamás definirá el papel global del país en los próximos años.
A diferencia de lo que ocurre en Ucrania, un conflicto que unos y otros han tratado de limitar al espacio de este país, haciendo una estricta gestión de la escalada, en el caso de Oriente Medio, la cantidad de disuasión que puede generar Irán -o su proxy Hezbolá- es mucho más limitada, lo que lleva a que los Estados Unidos tengan amplias posibilidades de intervenir directamente. De hecho, ya se han llevado a cabo los primeros bombardeos desde el aire contra posiciones de la Guardia Revolucionaria de Irán en Siria, en represalia por los recientes ataques con drones y cohetes contra las fuerzas estadounidenses.
Así las cosas, aunque los Estados Unidos siguen siendo el mayor donante individual de Ucrania, por el momento no hay una solución a la vista que permita pensar que el problema de la financiación a su aliado se vaya a solucionar de forma satisfactoria a corto plazo. En cualquier caso, dado que todavía hay un margen, desde Washington continúan «estirando» los fondos remanentes, enviando paquetes de ayuda militar mucho más modestos que los de fechas anteriores, pero suficientes para que Ucrania se mantenga activa en la guerra, aunque esté comenzando a perder la iniciativa estratégica ganada entre verano y otoño de 2022, un proceso que solo se revertirá si la ayuda vuelve a fluir.
El último paquete hasta el momento, de hecho, se anunció ayer, por valor de 150 millones de dólares. Incluye, en su mayor parte, munición y misiles para sistemas antiaéreos, cohetes -o misiles balísticos, no se especifica- para los HIMARS, armas contracarro y munición de artillería y algunos suministros más destinados a que Ucrania pueda seguir luchando, pero evidentemente sin posibilidad alguna de cambiar el curso de la guerra.
Como quiera que no todo depende de lo que hagan los Estados Unidos, sino que hay acuerdo –al menos entre las élites intelectuales europeas– sobre que es la Unión Europea la que debe afrontar su responsabilidad en Ucrania y hacerse cargo del esfuerzo de sostener a Kiev, hay países que siguen dando pasos en este sentido, como Dinamarca. El país nórdico ha anunciado hace unas horas la concesión a Ucrania de un nuevo paquete de ayuda militar por valor de 495 millones de euros que incluirá carros de combate T-72EA, vehículos de combate de infantería BMP-2, proyectiles de artillería, drones y armas de pequeño calibre.
Una ayuda que se suma a los 2.200 millones de euros en ayuda militar concedidos hasta la adopción del nuevo paquete y a los 336 millones en ayuda civil. Y es que el gobierno danés había provisionado fondos para el bienio 2023-2024 por valor de 2.600 millones de euros únicamente en ayuda militar con destino a Ucrania, doblando así su apuesta por su aliado. Al mismo tiempo, ha redoblado su inversión en defensa para alcanzar el 2% del PIB a corto plazo, cumpliendo así con los criterios recomendados por la OTAN.
Ahora bien, Dinamarca, como ocurre con otros países como Polonia -a pesar de sus encontronazos recientes con Ucrania- o las repúblicas bálticas, mantienen una posición muy diferente a la de otros Estados miembros de la UE. En primer lugar, porque siempre han sido más proclives a los Estados Unidos que a confiar en la PESC de la Unión. En segundo lugar -y muy relacionado con lo anterior- porque perciben la amenaza rusa de forma mucho más vívida que los mediterráneos, sin ir más lejos.
De hecho, el dibujo de las diferencias en cuanto a nivel de apoyo a Ucrania queda meridianamente claro sobre el mapa. Un gráfico que tiene interesantes implicaciones, pues demuestra también hasta qué grado la guerra de Ucrania es una guerra por delegación en la que dos actores externos a la Europa continental, como los Estados Unidos -y, en menor medida- el Reino Unido, han sido cruciales para que Kiev pueda plantar cara a la agresión rusa, utilizando de paso el conflicto para erosionar a Rusia, mientras el resto de potencias se han mostrado mucho más tibias.
En otro orden de cosas, la actualidad sobre el terreno ha sido, un día más, bastante parca en noticias relevantes. Se habrían registrado explosiones en Tokmak, localidad controlada por Rusia en la región de Zaporiyia, lo que no es nada fuera de lo habitual, ya que lleva siendo atacada por Ucrania desde tiempo atrás al ser un punto fundamental en el camino hacia Melitópol. Por otra parte, en Berdiansk se ha hablado de cuatro agentes del FSB rusos fallecidos en un atentado, según ha informado la inteligencia ucraniana. Por otra parte, incluso las fuentes rusas reconocen un nuevo uso de los misiles balísticos ATACMS por parte ucraniana que habría servido para cobrarse «varias» baterías S300 en Lugansk. Rusia, por el contrario, habla de la intercepción de varios de estos misiles, parte de cuyos restos han servido para ilustrar la cabecera del informe de hoy.
En cuanto a los combates, Ucrania ha ordenado evacuar a los menores de edad de distintas localidades cercanas a Kupiansk, lo que indica que esperan al menos que Rusia pueda redoblar los ataques en esta zona en los próximos días. Por el momento, las operaciones siguen siendo limitadas, obteniendo el Ejército ruso ganancias marginales en Lyman Pershi.
También en el área de Bakhmut ha progresado el Ejército ruso, concretamente al sur de la ciudad, en Ozarianivka, el resto permanece sin cambios.
En Avdiívka, el Ejército ruso continúa con su ofensiva. El alto volumen de pérdidas podría limitar su capacidad ofensiva en el futuro, según el ISW, pues no en vano han sido contabilizados hasta 109 vehículos de distinto tipo destruidos únicamente entre los días 10 y 20 de octubre. En cualquier caso, aunque no son ganancias determinantes, han logrado avanzar al noroeste de Opytne, sin que esto suponga que la ciudad esté en peligro inmediato de ser cercada, ni mucho menos. De hecho, a lo que asistimos es a una forma obsoleta de hacer la guerra, como la llevada a cabo por Rusia asumiendo pérdidas ilógicas a falta de otra forma de combatir.
En cuanto al sur, las únicas novedades, mínimas, proceden de Nesterianka, al suroeste de Orijiv, una zona en la que apenas se ha reportado actividad últimamente.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, dado que ya hemos hablado de los problemas internos en los Estados Unidos o de la ayuda de Dinamarca a Ucrania, cabe comenzar por el «eje prorruso» dentro de la Unión Europea. En primer lugar, desde Eslovaquia, el recién nombrado primer ministro, Robert Fico, ha anunciado que su país cesará de forma inmediata cualquier tipo de envío de ayuda militar a Ucrania. A partir de ahora, de enviar ayuda, esta será exclusivamente humanitaria y civil. Además, ha dejado también claro que no apoyará nuevas sanciones a Rusia hasta que no evalúe el impacto que puedan tener para su país, algo de lo que inmediatamente se han hecho eco los medios oficialistas rusos.
En segundo lugar, desde Hungría, Víktor Orban se ha mostrado «orgulloso» de seguir manteniendo lazos con Rusia y de haber estrechado la mano del presidente Putin el pasado 17 de octubre, cuando coincidieron en China, dando así respuesta a las críticas de Luxemburgo o Estonia. Por supuesto, el húngaro tampoco apoya la propuesta de la Comisión de liberar 50.000 millones de euros para ayudar al gobierno ucraniano entre 2024 y 2027. Es lógico pues que algunos, en Bruselas y soto vocce, se pregunten si no sería mejor volver hacia una Unión Europea más pequeña en número, pero más cohesionada, aunque es un debate que difícilmente nadie pondrá sobre la mesa.
Como respuesta a lo anterior, los Veintisiete -veinticinco, toda vez que cuentan con la negativa de Hungría y Eslovaquia- han querido demostrar su unidad y su apoyo a Ucrania, después de que las recientes visitas a Israel de Macron, Rutte, Scholz o Meloni hayan preocupado en Kiev, en relación con las verdaderas prioridades de sus aliados.
Más allá de esto, y mientras el presidente Ucraniano asegura que su país está aumentando sus capacidades y viendo más claramente el fin de la guerra con una victoria ucraniana, en las últimas horas ha mantenido una reunión especial con los jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas, en la que le han informado sobre la situación en el campo de batalla, analizando en detalle, entre otras cosas, la operación rusa en marcha en Avdiívka o lo acaecido en el sector de Kupiansk en donde, como hemos visto, se ha decidido evacuar a los menores.
Mientras Zelenski hacía esto último, su subordinado Oleksiy Kuleba, adjunto a la Oficina del Presidente, se ha reunido con el jefe de la Oficina del Banco Europeo de inversiones, Jean-Erik De Zagon. Esta organización ha estado, según Kuleba «brindando un apoyo significativo e ininterrumpido a Ucrania desde el comienzo de la invasión rusa a gran escala, respondiendo a las necesidades urgentes de nuestro país. Agradecemos sinceramente a nuestros socios por tan poderosa ayuda». Durante la reunión, han tenido tiempo para hablar sobre la reconstrucción del país y la implementación de los proyectos en marcha.
Otro Kuleba, en este caso Dmytro, el ministro de Exteriores ucraniano, ha mantenido una conversación telefónica con el ministro de Asuntos Exteriores del Reino de Arabia Saudita, Faisal bin Farhan Al Saud, en la que han discutido sobre la situación en Oriente Medio, así como sobre la contribución saudí a la «Fórmula de Paz» de Zelenski o sobre los esfuerzos conjuntos para fortalecer la seguridad alimentaria mundial.
Pasando a Rusia, desde el ministerio de Exteriores de este país se ha calificado de «contraproducente» la próxima reunión de la Plataforma de Copenhague sobre Ucrania, que tendrá lugar los días 28 y 29 de octubre en Malta. Según la portavoz ministerial, María Zajárova: «La plataforma de Copenhague no es transparente y no tiene en cuenta las opiniones de sus miembros. Los organizadores utilizan todos los medios, incluidos el fraude, el chantaje y las amenazas, para atraer al mayor número posible de países, especialmente a aquellos que tienen una posición neutral sobre la crisis ucraniana».
Al mismo tiempo, su jefe, Serguéi Lavrov, ha asegurado en la sesión plenaria de una conferencia internacional de alto nivel titulada «Seguridad euroasiática: realidad y perspectivas en un futuro» que todo lo que Rusia hace es reaccionar a las acciones de los Estados Unidos, siguiendo con su discurso tradicional según el cual «Occidente ha destruido el sistema de medidas de fomento de la confianza y control de armamentos en Europa. Basta recordar la retirada de los EE.UU. de los tratados sobre defensa antimisiles, sobre la prohibición de misiles de alcance medio y corto. Los riesgos surgen de la presencia de bases avanzadas de armas nucleares estadounidenses en varios países europeos y de la implementación de las llamadas misiones nucleares conjuntas».
De lo que no ha hablado es de la reciente visita de altos dirigentes de Hamás y de Irán a Moscú, en lo que medios británicos han interpretado como un intento de Putin por formar un «eje del terror». Más allá del evidente interés de Rusia en la crisis de Oriente Medio, lo único que realmente ha trascendido de esta reunión es que la visita, en la que ha tomado parte Abu Marzouk, miembro de alto rango de Hamás, ha servido para hablar sobre la liberación de rehenes extranjeros en la franja de Gaza y sobre la evacuación de ciudadanos rusos y de otras nacionalidades de este enclave palestino.
Cambiando de tercio, y cerrando con lo relativo a los crímenes de guerra, en las últimas horas se han presentado ante la Fiscalía Federal alemana una serie de expedientes con pruebas de crímenes de guerra rusos en Ucrania que se espera que, en virtud de la jurisdicción universal, sirvan para llevar a los criminales de guerra ante la justicia. Los casos fueron presentados el jueves por la mañana por la Fundación Clooney para la Justicia (CFJ), que representa a 16 supervivientes y a familiares de víctimas en tres casos separados de crímenes de guerra.
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