La guerra de Ucrania continúa su curso, el «día después» del ataque al Cuartel General de la Flota del Mar Negro, con los ucranianos reclamando nuevos avances en el frente sur, disputas entre aliados, declaraciones de Lavrov sobre apertura de negociaciones, pero no de alto el fuego y desmentidos relativos a los ATACMS. Lo más importante, la guerra continúa librándose a lo largo de un extenso frente, con ambos ejércitos convencidos de que su «teoría de la victoria es la correcta», algo todavía por demostrar y que, en cualquier caso, podría culminar igualmente en estancamiento y un conflicto congelado.
La «teoría de la victoria» es un concepto en el campo de la estrategia militar que se refiere a las diferentes aproximaciones y doctrinas que los ejércitos y las naciones emplean para alcanzar el éxito en conflictos armados. Esta teoría implica la comprensión y aplicación de principios estratégicos y tácticos con el objetivo de lograr una victoria en un conflicto determinado, pues para cada uno deben incluirse modificaciones sobre lo que podríamos considerar una teoría general.
Al fin y al cabo, la forma en la que cada país elabora su aproximación en este sentido, depende en gran medida de su historia, cultura, recursos y capacidades militares, de ahí que haya casi tantas «teorías de la victoria» como actores toman parte en conflictos. Ahora bien, que existan múltiples teorías no implica que estas no puedan agruparse al menos en unas pocas tipologías o familias de estratégicas, algunas de las cuales ya han pasado en más de una ocasión por estas páginas:
- Desgaste: Algunos ejércitos se enfocan en erosionar gradualmente la fuerza y la voluntad del enemigo a través de un desgaste constante de recursos y personal, lo que implica causar bajas constantes mientras se miden las propias, hasta alcanzar una situación en la que la fuerza contraria quede exangüe y pierda cualquier capacidad combativa.
- Maniobra: En contraste con la guerra de atrición, la guerra de maniobra busca derrotar al enemigo mediante movimientos rápidos y sorpresivos, generalmente penetrando en toda la profundidad del despliegue contrario, buscando transformar éxitos operacionales en estratégicos. Se enfoca en la movilidad, la flexibilidad y la sorpresa táctica para desequilibrar al enemigo.
- Asimetría: En situaciones en las que un actor tiene una desventaja significativa en términos de recursos y poder militar, puede recurrir a tácticas asimétricas, como la insurgencia, el terrorismo o la guerra de guerrillas. El objetivo es socavar la superioridad del enemigo a través de tácticas no convencionales.
- Guerra Total: En conflictos de gran escala, los países pueden adoptar una estrategia de guerra total, que implica la movilización completa de recursos y la participación de toda la sociedad en el esfuerzo de guerra. Esto incluye la industria, la economía y la moral de la población.
- Contención: En lugar de buscar una victoria decisiva, algunos países pueden adoptar una estrategia de contención, donde el objetivo principal es evitar que el enemigo expanda su influencia o territorio. Esto puede lograrse a través de la disuasión y la resistencia defensiva.
- Económica: En la era moderna, la guerra no siempre se libra en el campo de batalla. Algunas naciones pueden utilizar la guerra económica, como sanciones comerciales, para debilitar la economía del enemigo y, en última instancia, obtener ventaja.
- Psicológica: La guerra no solo se trata de fuerza física; también implica la mente y la moral. Las operaciones psicológicas, la propaganda y la gestión de la percepción pública pueden desempeñar un papel importante en la teoría de la victoria.
Como el lector sin duda habrá adivinado, es muy difícil que un único tipo de guerra o aproximación se ponga en práctica de forma pura, con lo que lo más habitual es que cada Estado elija su propia combinación, creando un enfoque único en el que cada elemento tendrá mayor o menor importancia dentro del conjunto en función de las capacidades propias y del análisis que se hace de las del enemigo.
Además, incluso dentro de una misma guerra, las «teorías de la victoria» pueden cambiar y, de hecho, lo hacen. Así, si en un principio Rusia optaba por la decapitación, desde sus derrotas en Kiev, Izium, Járkov o Jersón, ha ido evolucionando su percepción hasta apostar por una guerra de desgaste, en la confianza de que esto terminará por separar a Ucrania de unos aliados que finalmente se hastiarán dado el impacto sobre sus economías de sostener a Kiev.
Llegados a este punto, hay mucha especulación no tanto respecto a Rusia, sobre la que se tiene bastante claro cómo pretende alcanzar una «victoria», entendida como una situación en la que una parte sustancial de sus metas estratégicas se alcancen (y entendiendo también que sus objetivos iniciales de mantener a Ucrania bajo su órbita y, por tanto, alejada de Occidente, son ya un imposible), como sobre Ucrania. Situación, por cierto, para la que no necesitan infligir a Ucrania ninguna derrota decisiva.
Así, atendiendo a la cita que compartimos ayer de Marnix Proovost, que resume la forma rusa de entender la gradación entre política y guerra (y cuya taxonomía es fácil de establecer si miramos hacia atrás, hasta los pensadores marxistas y de ahí hasta Clausewitz):
«En el cálculo estratégico, el éxito militar durante una guerra siempre es secundario al resultado político después de la guerra. Por lo tanto, una victoria militar en sí misma no es necesariamente suficiente para declarar una victoria política, mientras que una victoria política no requiere una victoria militar»
Lo que tenemos es a una Rusia que busca simple y llanamente ser capaz de mantenerse en la lucha, a ser posible sin necesidad de lanzar una nueva movilización (dado el riesgo político, en un momento en el que comienza a pensarse en términos electorales –en ambos bandos, eso sí-) y sin retroceder tanto en el frente que aquello que considera realmente crítico, como Crimea, Donetsk y Lugansk, quede en peligro. Una vez el país ha lidiado en buena medida (el daño a largo plazo es otro tema) con las consecuencias de las sanciones y la guerra pasará a financiarse seguramente con los presupuestos ordinarios (elevados, eso sí), desde Moscú siguen confiando en la menor voluntad de los aliados de Ucrania y en que, en última instancia, la unidad se romperá, de ahí que se froten las manos con encontronazos como el que han tenido Polonia y Ucrania recientemente.
Como decíamos, el caso de Ucrania no es tan evidente. Tras el enorme «hype» creado por las autoridades de este país acerca de la ofensiva meridional, buena parte de las esperanzas de muchos se diluyeron mientras llegaban pruebas de las bajas acumuladas en acciones como las de Balka Uspenivska. Desde entonces -e incluso entonces en buena medida, ya que atacaba con fuerzas relativamente escasas-, Ucrania ha rehusado concentrar sus fuerzas, ganándose numerosas críticas por parte de analistas y socios, incluyendo los Estados Unidos.
En su lugar, Ucrania ha aceptado plenamente la guerra de desgaste, evitando asumir grandes pérdidas frente a lo más nutrido de las defensas rusas y «limitándose» (seguimos hablando de un esfuerzo enorme) a ir avanzando por aquellos puntos en los que se adivinaban flaquezas, mientras el fuego de contrabatería, los ataques a la logística rusa (y cada vez más al Mando y Control) y la acción abnegada y paciente de la infantería causaban más y más bajas a los rusos.
El asunto aquí es que Ucrania estaría haciendo esto en la convicción de que lo que vemos, en el caso ruso, es simple y llanamente lo que hay. Es decir, que no tiene ni «fondo de armario», ni posibilidad a corto plazo de lanzar una nueva movilización, pues más allá de las razones políticas para no hacerlo, carece de medios para equipar en condiciones a una nueva leva de cientos de miles de hombres.
El problema de esta apuesta, aunque ahora mismo pueda ser acertada, es que si Rusia realmente logra movilizar a sus aliados recibiendo cantidades sustanciales de municiones, dada la situación de los stocks del bando occidental, podría alcanzarse una situación literalmente de «aplastamiento», en la que Rusia podría realizar varias decenas de miles de disparos al día, frente a unos pocos miles por parte de Ucrania.
Por supuesto, esto es algo que Ucrania conoce y un riesgo calculado con el que juega de acuerdo con sus aliados, siendo ahí en donde entra la disuasión y la posibilidad de envío de tales o cuales armas o apoyos, que incluso en el caso de los ATACMS se está midiendo hasta límites de lo más curiosos. De hecho, según el Financial Times, no se enviarán las versiones con cabeza de guerra unitaria, pensadas para ataques tanto con fines operacionales como estratégicos, al poder destruir puestos de mando e instalaciones críticas en un radio de 300 kilómetros, sino variantes dotadas de submuniciones, más pensadas contra concentraciones de tropas y centros logísticos.
Todo esto mientras, al mismo tiempo, el principal aliado de Ucrania apunta al bajo vientre ruso…
Sobre el terreno, mientras se sigue especulando acerca de las consecuencias del ataque ucraniano al Cuartel General de la Flota del Mar Negro, en el que impactaron al menos dos misiles y no uno, como se pensaba originalmente y podrían haber muerto varios oficiales rusos de alta graduación, se han seguido produciendo ataques contra Sebastopol. También, como puede verse en las imágenes sobre estas líneas, contra Melitópol, en donde ha sido alcanzado el edificio que se presupone utilizaba como Cuartel General el 58ª Ejército ruso de Armas Combinadas.
Del otro lado, a su vez, se han producido también nuevos lanzamientos rusos de drones Shahed (Geran-2) contra suelo ucraniano. Según los responsables de la defensa antiaérea ucranianos, habrían derribado 14 de los 15 ingenios usados por Rusia durante la pasa noche. Ahora bien, se han registrado explosiones en Zaporiyia y Dnipró, aunque podrían ser consecuencia en algunos casos de la caída de restos de los drones derribados.
Respecto al frente, en las últimas horas no se han producido novedades en la parte más septentrional, coincidiendo con la línea Kupiansk-Svatove-Kreminna.
Sí en Bakhmut, en donde se han producido diversas acciones, continuando los esfuerzos ucranianos por avanzar al sur, rompiendo la línea defensiva que las tropas rusas han montado a lo largo de la vía férrea que comunica esta localidad con Gorlóvka. Así las cosas, se han producido ataques en dirección a Kurdyumivka y Zelenopillya y al este de Andriívka y Klischiívka.
En cuanto al sur, han proseguido los enfrentamientos en el eje de Velyka-Novosilka, tanto al este de Urozhaine como en dirección a Pryiutne. En el de Orijiv, se han registrado avances ucranianos entre Novoprokopivka y Robotyno, estando ya sus fuerzas armadas al norte de la primera localidad. Al mismo tiempo, siguen presionando hacia Verbove, en donde hacen frente a contraataques rusos y contra el espacio entre esta población y Novoprokopivka, en donde se encuentra uno de los ramales de la «Línea Surovikin».
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En la sección dedicada al contexto internacional durante la jornada de hoy destaca principalmente la visita del presidente Zelenski a Canadá y los resultados de esta.
Durante la rueda de prensa conjunta ofrecida entre el primer ministro Justin Trudeau y el presidente Zelenski, el mandatario ucraniano ha expresado su agradecimiento sobre la decisión de Canadá de unirse a la coalición de los aviones de combate F-16 aportando entrenamiento para los pilotos. A esto se suma que Canadá adquirirá un nuevo lote de misiles para los sistemas de defensa aérea de Ucrania, pero no solo eso, pues Trudeau ha anunciado la asignación de 650 millones de dólares en ayuda militar durante los próximos tres años. Entre otras cosas, se enviarán vehículos blindados adicionales, incluidos aquellos necesarios para labores de evacuación, 35 drones con cámaras de alta resolución y municiones.
Con base en todo lo anterior, Zelenski ha subrayado que Canadá ha proporcionado más de 8.000 millones de dólares canadienses y entrenado a casi 40.000 efectivos en el marco de la Operación UNIFIER desde el inicio de la invasión a gran escala.
Más allá del anuncio realizado, el ministro de Defensa de Ucrania, Rustem Umerov, y su contraparte canadiense, Bill Blair, se han reunido para conversar sobre las últimas actualizaciones en el campo de batalla y las necesidades urgentes de las AFU para afrontar el invierno.
Asimismo, Trudeau y Zelenski también tuvieron ocasión de discutir sobre su cooperación en la industria militar, incluida la producción conjunta de armas, y otros temas como la disposición de Canadá para continuar imponiendo sanciones a Rusia y la Fórmula de Paz.
Además, el importante acuerdo a nivel bilateral del que el presidente Zelenski hablaba cuando se dirigía a Canadá, se ha traducido en la actualización del Acuerdo de Libre Comercio firmado entre ambos países en 2017. Yuliia Svyrydenko, primera viceministra y ministra de Economía de Ucrania, ha expresado que han elevado las relaciones comerciales entre ambas partes a un nuevo nivel al haber aplicado un “nuevo método liberal” en el sector de los servicios al contemplar que “todo lo que no está prohibido, está permitido”. Esto, junto con otras previsiones, permitirá ampliar la participación de las empresas ucranianas en las cadenas de suministro globales.
En el marco de este documento, también han firmado el Acuerdo de Comercio Digital, el segundo de este tipo que Ucrania firma tras el anterior suscrito con el Reino Unido. Según informan las autoridades ucranianas, el componente digital del Acuerdo “garantiza la libertad transfronteriza de información, la libertad de elegir la ubicación de los equipos, la libertad del código fuente y el acceso a Internet”.
Durante su estancia en Canadá, el presidente Zelenski también se ha dirigido al Parlamento del país enfatizando, entre otras cuestiones, que lo que está sucediendo en territorio ucraniano es un caso de genocidio, debiendo finalizar la agresión rusa con la victoria de Ucrania. Asimismo, ha destacado el liderazgo canadiense en la provisión de ayuda, no solo militar, y en el impulso a las sanciones.
Antes de marcharse de Canadá, el presidente Zelenski se ha reunido con representantes de empresas canadienses en Toronto, así como con representantes de los círculos políticos, empresariales, el mundo académico y la comunidad ucraniana. Junto con la primera dama el presidente Zelenski se ha reunido con la gobernadora general Mary Simon, primera representante indígena de Canadá en ocupar este cargo, y su marido. En solitario, Olena Zelenska también se ha reunido con la ministra de Salud canadiense y ha concluido el acuerdo de una asociación médica ucraniano-canadiense con el Instituto Atlas para Veteranos y Familias.
Por otro lado, en el camino de vuelta a Ucrania, el presidente Zelenski ha realizado una parada en Lublin (Polonia), aunque previamente se ha reunido con el presidente del Consejo Soberano de Transición de Sudán, Abdel Fattah al-Burhan, en el aeropuerto de Shannon, Irlanda.
Durante su encuentro han discutido sobre los desafíos comunes a la seguridad y, en particular, las actividades de los grupos armados ilegales financiados por Rusia. Zelenski también ha invitado al representante sudanés a que apoye la iniciativa humanitaria “Grano de Ucrania”. Además, han discutido sobre posibles plataformas para intensificar la cooperación entre Ucrania y los países del continente africano.
En Lublin, el presidente ha entregado premios estatales a dos voluntarios polacos por su labor. De un lado, a la periodista Bianka Zalewska, que ha trabajado en Donbás desde 2014 y entrega ayuda humanitaria, pero también ha transportado a niños enfermos a Polonia. De otro, al médico Damian Duda que, junto con un equipo de médicos que ha reunido, han estado adquiriendo los medicamentos necesarios y viajando al frente de batalla para brindar asistencia médica y evacuar a los heridos.
Por último y continuando con Polonia, el presidente Duda ha expresado que las disputas en torno a las exportaciones de cereal ucraniano no van perturbarán las buenas relaciones entre Varsovia y Kiev. De este modo, ha señalado que esta disputa es solo “un fragmento” de sus relaciones y que este asunto deben resolverlo ellos.
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