Jornada intensa en cuanto a noticias, que van desde la concesión de un nuevo paquete de ayuda militar estadounidense a Ucrania, a sumar al de ayer, a la confirmación de que la Unión Europea es, de largo, el mayor donante del país agredido. Todo en una jornada en la que se ha especulado sobre las razones tras la muerte de Prigozhin, han provocado cierto escándalo las revelaciones acerca de una posible desconexión de Starlink por orden de Elon Musk para evitar un golpe de mano ucraniano durante la ofensiva, ha sido atacado el Cuartel General del Distrito Militar Sur en Rostov del Don y se ha confirmado que Putin no intervendrá ni siquiera telemáticamente en la próxima cumbre del G20.
Los drones, de los que hemos hablado en numerosas ocasiones, han venido no solo para cambiar la forma en que se combate, sino cualquier tipo de cálculo que podamos hacer sobre costes y eficacia. Si al inicio de la guerra de Ucrania «sorprendía» la efectividad de armas como los misiles contracarro Javelin o NLAW, enviados en cantidades ingentes y susceptibles de destruir los blindados y carros rusos por una fracción de su precio, lo que vemos ahora supone mucho más que una vuelta de tuerca a una tendencia que está poniendo los últimos clavos en el ataúd del paradigma «plataformacéntrico».
Hagamos un sencillo cálculo: cada misil Javelin junto a su lanzador tiene un coste de alrededor de 178.000 dólares, que se queda en unos 78.000 si hablamos únicamente del misil, ya que el lanzador es obviamente reutilizable. En el caso de los NLAW, hablamos de unos 33.000 dólares por disparo, aunque en este caso el alcance es sensiblemente menor, de entre 20 y 800 metros frente a los 4.000 del Javelin, que opera en la misma categoría sin ir más lejos que nuestros Spike LR.
En el caso de los objetivos a batir -nos referiremos exclusivamente a carros de combate, aunque son armas versátiles-, la variabilidad de costes es máxima. Por ejemplo, en el caso de los T-90, oscila según versiones entre los 2,5 y los 4,5 millones de dólares, aunque otras fuentes hablan -es posible que el coste en realidad haya bajado al aumentar la producción y estandarizar variantes- de entre 4 y 7 millones. Es razonable por tanto fijar una horquilla de entre 3 y 5 millones por carro, muy lejos de los totalmente ilógicos 563 millones de dólares que Alemania ha aceptado pagar a Krauss-Maffei Wegmann por 18 Leopard 2A8, lo que arroja una cifra de 31,2 millones de dólares por unidad, una barbaridad incluso incluyendo costes de desarrollo y apoyo al ciclo de vida.
Un coste que en otros blindados y carros del arsenal ruso sería menor pero que, en cualquier caso, sobrepasaba siempre con creces el coste del misil que debía destruirlos, de ahí la rentabilidad y pertinencia de enviar armas como los citados Javelin y NLAW, pero también muchas otros como las decenas de miles de granadas propulsadas por cohete que se llegaron a suministrar a Ucrania y cuyo precio era todavía inferior, en ocasiones en un orden de magnitud o incluso más…
Los drones, especialmente los drones comerciales letalizados, sin embargo, plantean un tipo de amenaza totalmente diferente, no tanto por su sigilo, maniobrabilidad o precisión, como por el ridículo coste de producción y la mínima curva de aprendizaje que deben superar sus operadores antes de manejarlos con un mínimo de efectividad. Aquí estamos hablando de ingenios con un coste que puede no llegar a los 1.000 euros, con una capacidad destructiva gracias al empleo de granadas –ahora se están probando en paralelo– contracarro más que aceptable y con un alcance que llega a exceder al de los misiles empleados por sistemas como el Javelin. Es decir, que obtenemos algo parecido –incluido el famoso modo de ataque top-down-, pero por un precio que puede ser cien veces menor.
De hecho, aunque ha pasado bastante desapercibido -al fin y al cabo es uno más entre los numerosos vídeos de este tipo que llegan a diario a las redes sociales-, es significativo que en Krasnohorivka, un drone FPV ruso haya logrado batir una posición de Javelin a una distancia de varios kilómetros. Por supuesto, en términos de la guerra es anecdótico, pues desgraciadamente acciones comparables en cuanto a alcance o destrucción se suceden a diario. Sin embargo sí es perfectamente representativo de la guerra que viene y de cómo sistemas más baratos han venido a sustituir, una vez más, a otros que ya nos parecían económicos y rentables frente a aquellos que debían enfrentar.
Otra de las herramientas fundamentales que han venido a cambiar la forma de hacer la guerra son las redes de comunicaciones resilientes. La más conocida, pues su despliegue es el más avanzado, es la red Starlink, propiedad de la compañía estadounidense SpaceX y cuyo papel, como explicáramos en su día, es difícilmente mensurable, pero sin duda crucial para Ucrania. Tan es así que, de otra forma, difícilmente habría podido el país mantener unas capacidades aceptables de Mando y Control, lo que a su vez habría impedido una defensa efectiva y habría forzado seguramente a una guerra de guerrillas de incierto resultado.
El caso es que en las últimas horas, a raíz de un avance del contenido de un libro bibliográfico que el periodista estadounidense Walter Isaacson prepara sobre el fundador de la empresa, Elon Musk, ha trascendido que, ante el temor a una respuesta nuclear por parte de Rusia, este último habría ordenado a sus ingenieros dejar sin acceso a la red a las Fuerzas Armadas ucranianas, de forma que no pudiesen llevar a cabo un ataque con drones contra la flota rusa.
Lo cierto es que, si hacemos memoria, no es la primera vez que se viene hablando de esto. Ya por el lejano mes de octubre de 2022 se vivió una agria polémica relacionada en este caso con un corte del servicio a Ucrania por motivos aparentemente económicos. Una situación que se arregló tras la intervención del Departamento de Defensa estadounidense (con los Estados Unidos también ha tenido sus encontronazos) pero que tenía un interesante trasfondo, pues poco antes Musk había protagonizado una de sus continuas salidas de tono en la red social Twitter (ahora de su propiedad y rebautizada como «X»).
Posteriormente, en noviembre, volvería a vivirse una situación similar, aunque la relación entre Musk y Ucrania se reconduciría (de hecho, a pesar de las conversaciones con Rusia, las llamadas a la negociación y el temor a la escalada, Musk ha sido un apoyo importantísimo para Kiev), aunque volvería a vivir altibajos en febrero de 2023, cuando se supo que SpaceX había tomado medidas para limitar el uso de sus sistemas por parte de Ucrania, no de forma generalizada, sino en el caso de emplear sus antenas para el guiado de drones que tuviesen como objetivo el territorio ruso. En definitiva, que lo que ahora se publica es todo menos nuevo, suponiendo apenas un capítulo más en una tensa pero también fructífera relación entre el magnate estadounidense (nacido en Sudáfrica) y Ucrania.
Hablando de magnates, y antes de pasar a lo ocurrido sobre el terreno, hoy es indispensable hacer una referencia al artículo que Dmitri Alperovitch, de lejos una de las fuentes mejor informadas sobre lo que ocurre en el interior del Kremlin, ha escrito para Foreign Policy, explicando las razones tras la eliminación de Prigozhin, el fundador de Wagner Group. Así, según Alperovitch, lejos de ser una venganza de Putin, como muchos creen, se ha tratado de una simple cuestión de negocios, entendidos como un castigo a la ruptura por parte de Prigozhin del acuerdo al que había llegado con el Kremlin tras el alzamiento.
Una teoría que tiene su lógica, pues fue este último, incapaz de renunciar a su «imperio» africano el que volvió a aparecer en las redes hablando del papel de Wagner y de su contribución a la grandeza de Rusia. No obstante, hay razones obvias para sospechar que, dado lo incómodo de su existencia, de una forma u otra su destino estaba sellado, por más que el final pudiera haberse dilatado en otras circunstancias.
Sobre el terreno, cabe comenzar por el ataque con drones suicidas que Ucrania llevó ayer a cabo contra el Cuartel General del Distrito Militar Sur ruso, ubicado en Rostov del Don -edificio que se hiciese famoso durante el motín de Wagner, por cierto-. Al parecer, las explosiones no habrían alcanzado la construcción, sino caído con una desviación de algunas decenas de metros, sin que haya una evaluación clara de daños. El ataque se suma a otro llevado a cabo sobre Bryansk, que el Ministerio de Defensa ruso asegura haber neutralizado. Además, un nuevo radar de exploración aérea ruso habría sido destruido, en este caso en Zaliznyi, Crimea.
Del lado contrario, se habrían lanzado varias decenas de drones Shahed, asegurando Ucrania que sus defensas antiaéreas se habrían cobrado 25 de los 33 lanzados. Pese a ello, habrían sido alcanzados varios puntos nuevamente en la región de Odesa.
En cuanto al frente, comenzando por el norte, no hay novedades respecto a ayer en la línea Kupiansk-Svatove-Kreminna, aunque sí muestras de que se sigue combatiendo en la zona. Hay que recordar que de esta zona Rusia ha retirado algunas de sus mejores unidades, como la 76ª GAAD, para reforzar sus líneas en Zaporiyia, lo que complica cualquier intento serio.
En el área de Bakhmut, han continuado los progresos ucranianos en la zona de Klischiívka, sin que se hayan producido más novedades reseñables en las últimas horas, más allá de la destrucción de un depósito de municiones ruso en las inmediaciones de Svitlodars’k, al sureste de Bakhmut.
En el caso del oeste de la ciudad de Donetsk, tampoco hay novedades de consideración, aunque continúan los enfrentamientos en los alrededores de Avdiívka, especialmente al sur, así como en Mariínka.
En cuanto al sur, los únicos cambios se han producido en al eje de Orijiv, en donde las Fuerzas Armadas ucranianas han avanzado ligeramente en el flanqueo de la localidad de Novoprokopivka, bajo control ruso, así como en la zona de Vuhledar, en donde un contraataque ruso habría recuperado algo de terreno en Priyutne.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, es imprescindible comenzar por el nuevo paquete de ayuda estadounidense a Ucrania, valorado en 600 millones de dólares y que complementa al anunciado ayer, por valor de 175 millones. Aunque pueda resultar ilógico que un mismo estado publique dos paquetes con apenas 24 horas de diferencia, hay que tener en cuenta que los Estados Unidos tienen dos vías -ya explicadas en alguna ocasión- para proveer de medios a Ucrania. Así las cosas, el paquete aprobado ayer lo fue a través de la Ukraine Security Assistance Initiative (USAI).
En total, los Estados Unidos han comprometido ya 43.700 millones de dólares en ayuda a Ucrania, siendo el principal donante a título individual y el segundo en términos globales si tenemos en cuenta a la Unión Europea como un todo. De hecho, por poner los datos en contexto, según el último informe del Instituto Kiel, los Estados Unidos apenas han comprometido fondos equivalentes al 45% de los prometidos por la Unión Europea, que han ido elevando sus compromiso de forma progresiva, a pesar de que en términos militares la ayuda norteamericana sea muy superior.
Un anuncio que coincidía con la visita del secretario de Estado estadounidense, Blinken, a Ucrania, de la que hablamos ayer y que se ha extendido algo más de lo habitual. De hecho, ha tenido tiempo para visitar de la mano de Shmyhal una instalación energética. Hay que tener en cuenta que Ucrania necesita ayuda también en este ámbito, nos solo para fortalecer su infraestructura de cara al invierno, sino también para progresar en la modernización de la misma y en su propia transición verde, toda vez que la red ucraniana databa de un tiempo en el que estos aspectos no se tenían en consideración.
Hablando de energía, aunque en este caso de la procedente de Rusia, desde Ucrania han vuelto a solicitar que se fortalezcan las sanciones internacionales a este país durante una reunión del Grupo de Trabajo Internacional sobre Sanciones contra Rusia, copresidido por el Jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Andriy Yermak. Así, Según Yermak, las sanciones energéticas funcionan, pero es necesario reforzarlas significativamente y mejorar en su cumplimiento de forma que se reduzan los ingresos energéticos de Rusia al menos a la mitad.
Más allá de esto, ayer Zelenski mantuvo una charla telefónica con su homólogo israelí, Benjamín Netanyahu. Una conversación en la que se habló sobre la exención de visado a los ucranianos que viajen a Israel, así como la situación de los judíos jasídicos, además de obviamente la posibilidad de que Israel preste más ayuda al país.
En otro orden de cosas, aunque sin salir de Ucrania, ha tenido lugar en las últimas horas la presentación del nuevo ministro de Defensa, quien ha asegurado que el país recuperará hasta el último centímetro de su territorio. Por el momento tiene la difícil tarea de sustituir a Reznikov, artífice en gran parte de las alianzas que han permitido a Ucrania recibir la ayuda de la que hablábamos más arriba.
Siguiendo con las sanciones, tanto los Estados Unidos como el Reino Unido han tomado nuevas medidas contra los ciberdelincuentes rusos, incluyendo en sus listas a otros once miembros de la red «Trickbot», vinculada a los servicios de inteligencia rusos. Según las autoridades británicas, sus integrantes habrían logrado hasta 180 millones de dólares en los últimos diez años utilizando diversos medios, incluyendo la extorsión. Siete miembros del grupo habían sido sancionados en febrero.
Pasando al tema humanitario y sanitario, en este caso como resultado paralelo de la Cumbre de Primeras Damas y Caballeros, se ha firmado un memorando de cooperación entre los ministerios de salud de Ucrania y Estonia, que tiene como objetivo la colaboración en áreas como la mejora del acceso a los servicios de atención primaria y de emergencia y de salud mental para los refugiados ucranianos y la asistencia en la prestación de servicios médicos a los ciudadanos ucranianos heridos, especialmente en el campo de la rehabilitación y la fabricación de prótesis, así como en la educación e intercambio de experiencias de profesionales.
Por último, para terminar con Ucrania, es obligado contar que el país ha pasado a ser miembro asociado de la Iniciativa Tres Mares, lo que implica que a partir de ahora tendrá acceso a todas las herramientas que se han venido desarrollando dentro de esta iniciativa, teniendo Ucrania especial interés en todo lo relativo al comercio.
Saltando de Ucrania a Turquía, desde el Ministerio de Defensa del país transcontinental han asegurado por una parte que mantienen interacciones con Rusia, Ucrania y la ONU para ampliar la Iniciativa de Cereales del Mar Negro. Por otra, que están dispuestos a servir de mediadores en cualquier negociación que pueda conducir a un alto el fuego en Ucrania.
Desde Rusia, la noticia más importante del día en el plano internacional tiene que ver con el anuncio de que Putin no participará, ni siquiera de forma telemática, en la próxima reunión del G20. Recordemos que no podrá presentarse personalmente, dada la orden que pesa contra él. Sin embargo, el hecho de que haya renunciado incluso a tomar la palabra a través de videoconferencia podría tener que ver con una postura coordinada con la República Popular de China.
Recordemos que el líder Chino, Xi Jinping, tampoco se personará en esta cita, sin que se haya dado ninguna explicación desde Beijing. De ahí que se crea que la intención de ambos líderes sea la de hacer el vacío a una organización que tiene mucho que ver con una gobernanza mundial que quieren cambiar de raíz y de ahí también las constantes referencias en medios rusos a los BRICS y la importancia conferida a esta otra organización alternativa.
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