Desde la Casa Blanca, buscando en parte combatir las informaciones de la propia prensa estadounidense, han lanzado en las últimas horas un mensaje esperanzador respecto a la ofensiva ucraniana, que continúa logrando progresos en el sur. Rusia, por su parte, mientras Putin espera la visita de Erdogan, con quien se verá en Sochi, asegura haber tomado «alturas clave» en torno a Kupiansk, mientras el comienzo del curso escolar demuestra una vez más la espiral de radicalización nacionalista en la que se ha sumido este país.
Decíamos ayer, en nuestro informe diario -que dedicamos en buena parte a la situación económica de ambos bandos y a las perspectivas-, que debido a la importancia del aspecto militar de la contienda, muchas veces no teníamos tiempo suficiente para tratar con la necesaria extensión otras caras de un enfrentamiento que va mucho más allá del campo de batalla y mucho más allá de las fronteras ucranianas, pues hunde sus raíces en el declive ruso en términos relativos que el país viene viviendo desde más o menos finales de los años 70 del pasado siglo.
Un declive que se ha seguido produciendo incluso en los años de bonanza económica, logrados gracias a la exportación de hidrocarburos y materias primas de todo tipo, así como a la llegada de inversión extranjera, pues el país: 1) arrastra problemas demográficos severos; 2) sigue siendo una economía dependiente de las exportaciones de gas, petróleo y minerales, así como de la agricultura; 3) carece de mano de obra suficiente y; 4) ha ido acumulando un notable retraso tecnológico, pese a que en sectores concretos haya podido hasta cierto punto mantenerse en una posición privilegiada, caso del militar.
A pesar del ingente esfuerzo propagandístico dirigido a vender las virtudes de cada nuevo sistema de armas, o de cada producto diseñado y producido en Rusia, lo cierto es que pocas veces encontramos verdadera «sustancia» tras estos anuncios. No hay más que recordar el fiasco de la vacuna «Sputnik» contra el coronavirus COVID-19, que fuera la primera en registrarse oficialmente como tal, pero que debido a la incapacidad a la hora de producir las dosis suficientes y de llevarla al conjunto de la población, no sirvió para poner coto a la pandemia.
Lo mismo podría decirse de muchos otros intentos de aparecer como una potencia de primer nivel, desarrollada y con una industria puntera, al menos cuando atendemos a sectores como el de la producción de hardware, el aeronáutico civil o el de la producción de automóviles. Sin embargo, lo relevante no es lo que ocurra en tal o cual sector, sino las perspectivas del conjunto para un país cuya economía no destaca en nada relacionado con la Inteligencia Artificial, la fabricación de microchips, la nanotecnología o las renovables, mientras fuera de Rusia las demás grandes potencias (recordemos aquí la frase de Obama, tan hiriente a los oídos de Putin) compiten por ser punteras en los campos más prometedores.
Lo preocupante no es tanto lo que ocurra con la economía de Rusia en sí, como la respuesta que las élites rusas están dando al problema, máxime en un momento en el que la guerra está consumiendo una cantidad desproporcionada de recursos, que más temprano que tarde deberán ser retirados de otros apartados como la educación, la investigación o las ayudas sociales. Una respuesta que pasa por la exigencia de mayores sacrificios a una población que está perdiendo buena parte de sus elementos mejor preparados, esto es, aquellos que cuentan con la formación necesaria para aspirar a un buen trabajo y que no están dispuestos a asumir unas condiciones de vida más precarias, como desde el Kremlin se espera, apelando al patriotismo.
Precisamente, lo visto en los últimos días, a raíz por ejemplo del inicio del nuevo curso escolar en Rusia, nos habla de un país crecientemente radicalizado, en el que la ortodoxia y el nacionalismo, que siempre han sido dos de los elementos fundamentales de la vida rusa, están siendo utilizados más que en ningún otro momento desde la Revolución Rusa, para controlar a la población. A la vez, se ha venido eliminando -aunque este no es un proceso nuevo, sino que simplemente se ha acelerado- cualquier atisbo de oposición y de crítica interna, censurando y persiguiendo a toda voz que exprese discordancia.
El ejemplo más reciente lo encontramos en el periodista y coganador del Premio Nobel de la Paz 2021, Dmitry Muratov que, según el Kremlin, ha «utilizado plataformas extranjeras para difundir opiniones destinadas a formar una actitud negativa hacia la política exterior e interior de la Federación Rusa». Uno más de una larguísima lista en la que entran opositores, ONGs y cualquiera que lleve a cabo una actividad que no sea del agrado de una élite que vive con el miedo permanente a una «revolución de colores» y que, en lugar de atajar sus posibles causas ofreciendo salidas a su población, ha optado por reprimirla.
Y es aquí en donde entran las perspectivas futuras, cada vez más sombrías, pues en donde más está incidiendo el Gobierno ruso es en la juventud y en la infancia, creando un caldo de cultivo temible que, sumado a una situación económica que no permite ser optimistas a medio y largo plazo, podría arrojar consecuencias desastrosas no solo para Rusia, sino para cualquier estado vecino.
Y es que el país parece decidido a sumirse en una carrera por compensar en términos militares todas sus demás carencias, lo que, hasta el momento en que la situación se vuelva insostenible, le llevará a aumentar su inversión en Defensa -especialmente en el Ejército y las armas estratégicas-, pero también hará más probable su empleo, en tanto el miedo a seguir retrocediendo no podrá ser compensado con unas Fuerzas Armadas más fuertes en términos absolutos, pero no relativos, debido a que la guerra ha azuzado el gasto militar en la UE de una forma desconocida desde tiempos de la Guerra Fría. Una situación desesperanzadora ante la que únicamente cabe, a riesgo de entrar en una carrera militar de consecuencias inciertas, aumentar la inversión en defensa y la capacidad de generar disuasión, comenzando por la propia Ucrania…
En cuanto a lo sucedido sobre el terreno, en las últimas horas Rusia ha publicado varias notas en la web de su Ministerio de Defensa en las que ha acusado a Ucrania de lanzar nuevos ataques sobre el punte de Kerch, que une Crimea con su territorio, anunciando además que habrían sido neutralizados. Rusia, por su parte, habría lanzado dos misiles Kalibr sobre Vinnytsia, hiriendo a ocho personas.
En relación con el ataque de hace dos días sobre la base aérea rusa de Pskov, hay que decir que desde Ucrania han asegurado que no se habría llevado a cabo desde este país, sino desde la propia Rusia, algo que si bien no es imposible, dada la porosidad que sus fronteras han demostrado, también podría ser una táctica destinada a obligar a los rusos a gastar recursos en investigar esa posibilidad. Estarían así desviando su atención sobre la forma en que realmente han llevado a cabo un ataque especialmente sangrante no solo por los cuatro aviones de transporte estratégicos alcanzados, sino por el de que Ucrania ha sido incluso capaz de grabar parte de la acción.
Más allá de esto, en la línea de frente y comenzando por el norte, desde el Ministerio de Defensa ruso aseguran haber tomado «alturas clave» en torno a la ciudad ucraniana de Kupiansk, un anuncio que se contradice con las evidencias resultantes de la geolocalización de distintos vídeos e imágenes aparecidos en las últimas horas y analizados por la comunidad OSINT. De hecho, incluso las fuentes rusas hablan de estabilidad en la zona sin otorgar mayor importancia a los últimos cambios de posición. No se han reportado más informaciones relevantes en la línea Kupiansk-Svatove-Kreminna, aunque sí han seguido publicándose vídeos en los que se muestra que la acción en esta zona es continua.
En cuanto al área de Bakhmut, los combates prosiguen al sur, con unas AFU que continúan adelante en su esfuerzo por hacerse con las posiciones rusas en torno a Klischiívka.
Al oeste de la ciudad de Donetsk, las únicas novedades, aunque los ataques rusos por tierra continuarían por ejemplo en Avdiívka, tienen que ver a la destrucción de lo que podría ser un depósito de armas ucraniano cerca de Pokrovsk, empleando para ello un misil balístico por parte de Rusia.
Es un día más al sur en donde se producen los hechos más relevantes, con progresos ucranianos que han sido corroborados por la Casa Blanca, en tanto las líneas rusas a la altura de Verbove están cediendo en varios puntos, lo que está a su vez permitiendo a las AFU comenzar a cercar la localidad desde el oeste. Además de esto, la artillería ucraniana sigue castigando localidades cercanas en poder ruso como Kopani, al oeste. Así las cosas, si bien lo visto hasta ahora no supone un cambio operacional o estratégico, sí da motivos a Kiev y sus aliados para la esperanza, sin que esto implique obligatoriamente un rápido avance hacia Tokmak.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
Con la llegada del fin de semana y tras la cumbre informal de Defensa de la UE y el Consejo de Asuntos Exteriores, la actividad institucional y diplomática ha disminuido, si bien el día ha estado marcado tanto en Ucrania como en Rusia por la vuelta a las aulas tras el verano. Sin embargo, se espera que esta comience a despuntar el próximo lunes, comenzando por la reunión de alto nivel que tendrá lugar.
Más concretamente, y tras semanas esperando la confirmación, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, se reunirá con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, para discutir sobre la reactivación de la Iniciativa de Granos del Mar Negro y su retorno al Acuerdo de Estambul. Finalmente, se darán cita en la localidad rusa de Sochi en lugar de Turquía como inicialmente se esperaba.
Una reunión a la que precede la visita del ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, a Moscú durante esta jornada y en la que ha trasladado a su contraparte rusa, el ministro Serguéi Lavrov, que es “esencial” la reactivación del acuerdo. Por su parte, Lavrov y, el Kremlin en general, siguen insistiendo en la necesidad de que se cumplan una serie de “obligaciones” para con Moscú. Es decir, Rusia reitera el compromiso que se asumió con la firma del Acuerdo de Estambul para poder exportar sus productos agrícolas y fertilizantes sin obstáculos y que no vio satisfecho.
Por otro lado, ha sido el propio Vladímir Putin quien ha confirmado su intención de reunirse “pronto” con su homólogo chino, el presidente Xi Jinping. Asimismo, Putin ha confirmado hoy su plan de asignar 20.000 millones de dólares del presupuesto federal al desarrollo de las cuatro regiones ilegalmente anexionadas por Rusia en septiembre de 2022 (Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón) durante los próximos dos años.
Volviendo sobre las exportaciones, es importante destacar sobre este asunto que otros dos buques han logrado zarpar del puerto ucraniano de Pivdenny en el Mar Negro y avanzan por el corredor marítimo temporal hacia el Bósforo tras haber estado bloqueados en dicho puerto desde febrero de 2022. Estos graneleros, el “ANNA-THERESA” enarbolando bandera de Liberia y el OCEAN COURTESY de Islas Marshall, y operados por una naviera de Singapur, transportan un total de 56.000 toneladas de arrabio y 172.000 toneladas de concentrado de mineral de hierro.
El primer ministro ucraniano Denys Shmyhal también ha discutido sobre las exportaciones agrícolas con su contraparte estonia, Kaja Kallas. Tras la reunión el primer ministro ha comunicado que Ucrania cuenta con el apoyo de Estonia para lograr la exportación de sus productos a la Unión Europea y para cooperar a nivel logístico. Asimismo, Shymhal le ha agradecido a Kallas el apoyo mostrado a la Fórmula de Paz. Hay que recordar que Estonia fue uno de los primeros países en posicionarse abiertamente a favor de la creación de un tribunal especial para enjuiciar los crímenes de Rusia cometidos en Ucrania, así como de un mecanismo de compensación para Ucrania empleando los activos rusos congelados para la reconstrucción del país. De hecho, Tallin está liderando junto con la Comisión Europea este último punto.
A colación de la Comisión Europea, es interesante destacar que la Unión Europea y Ucrania han acordado el reconocimiento mutuo de sentencias en virtud del Convenio de La Haya. En otras palabras, a partir de ahora las sentencias de los tribunales emitidas en Estados miembros de la UE serán reconocidas y ejecutadas en Ucrania en asuntos civiles y comerciales, y viceversa.
Cambiando de tercio, el jefe del gabinete del presidente Zelenski, Andriy Yermak, sí ha seguido contando con una agenda activa durante esta jornada. Por un lado, se ha dirigido a los jefes de las misiones diplomáticas acreditadas en Turquía para informarles sobre la Fórmula de Paz y, de otro, ha recibido en Kiev y por separado a los embajadores de Brasil e India. Además, ha conversado por teléfono con el asesor de seguridad nacional de Sudáfrica.
Las tres conversaciones han girado en torno al diálogo y trabajo conjunto para lograr la implementación de la Fórmula de Paz. En el caso de Brasil, sí es cierto que además de discutir sobre la Fórmula el embajador Norton de Andrade y Andriy Yermak han prestado especial atención a las distintas formas para fortalecer las relaciones bilaterales y, en particular, el diálogo político en un futuro próximo.
En el caso del representante sudafricano, Yermak ha comunicado a Sydney Mufamadi los preparativos de la próxima reunión de los asesores políticos y de seguridad nacional para discutir la implementación de la Fórmula de Paz y han acordado continuar con el “diálogo constructivo y coordinar acciones”. Recordemos que la última tuvo lugar en Yeda (Arabia Saudí) y que esta semana ha tenido lugar la 7ª ronda de conversaciones sobre el punto de la Fórmula relacionado con la seguridad alimentaria, pero a nivel de embajadores.
Por su parte, el ministro de Defensa, Oleksii Reznikov, ha conversado con su homólogo francés, Sébastien Lecornu, en lo que puede verse como una continuación de la reunión de esta semana del ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, con su contraparte francesa, Catherine Colonna, y con el presidente Emmanuel Macron. Tras su llamada telefónica, y aunque apenas se han ofrecido detalles, el ministro Reznikov ha destacado que han mantenido negociaciones “muy productivas” y que aprecia el compromiso de Francia para trabajar y brindar apoyo y asistencia en el desarrollo de las capacidades de defensa de Ucrania.
Pasando a otras cuestiones, Dinamarca ha solicitado a Rusia que reduzca el personal de su embajada en Copenhague a un número equivalente al de la embajada danesa en Moscú. Esta decisión llega tras infructuosas negociaciones entre ambos países sobre los visados concedidos a los trabajadores de las embajadas. Según reza en el comunicado oficial: “Las negociaciones no dieron resultados debido a los repetidos intentos de Rusia de incluir solicitudes de visa para oficiales de inteligencia como parte de estas negociaciones”. En consecuencia, la embajada de Rusia en Copenhague deberá reducir su personal hasta contar con un máximo de 5 diplomáticos y 20 empleados administrativos y técnicos como tarde el 29 de septiembre.
Por supuesto, se trata de una decisión que no ha sido bien recibida en Moscú. Al respecto, la portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zakharova, ha expresado que consideran esta petición de Dinamarca “como una manifestación más de la postura hostil de los dirigentes daneses hacia nuestro país [Rusia]” y precisa que “Naturalmente, de esto se sacarán las conclusiones necesarias”.
Por otro lado, Dinamarca aumentará la ayuda al desarrollo a Ucrania en 2024. En particular, el gobierno danés planea aumentar el límite de 1.200 millones de coronas a 1.500 millones. Según el ministro de Cooperación al Desarrollo y Política Climática Global, Dan Jørgensen, el apoyo debe contribuir para proporcionar ayuda a las víctimas de la guerra y a la pronta recuperación del país, incluyendo el apoyo a los ucranianos para que puedan llevar a cabo “una reconstrucción mejor y más ecológica de infraestructuras críticas como la electricidad y el agua”. Asimismo, en el caso de Dinamarca hay que tener en cuenta que han asumido el padrinazgo de la reconstrucción de la ciudad de Mykolaiv.
Para concluir, la decisión de la Fundación Nobel de extender invitaciones a los representantes diplomáticos de Rusia y Bielorrusia en Suecia para la ceremonia de entrega del premio ha suscitado una desaprobación generalizada no solo por las autoridades ucranianas como el Ministerio de Exteriores -que ha pedido a la Fundación que apoye los esfuerzos para aislar a Rusia y Bielorrusia mientras los ucranianos sigan sufriendo y el poder ruso no sea castigado por sus crímenes-, la líder de la oposición bielorrusa, Svetlana Tsikhanovskaya, o el propio primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, que afirma estar “muy sorprendido” por estas invitaciones.
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