Noche de ataques sobre el oeste de Ucrania, en donde hasta una docena de misiles de crucero habrían golpeado distintos puntos del país. En el frente, lo más destacable son los avances ucranianos en torno a Robotyne, en el eje de Orijiv, una zona en la que ha entrado en liza la 82ª Brigada. También las ganancias rusas al oeste de Svatove. Más allá del campo de batalla, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú ha hablado hoy sobre los sistemas de armas occidentales, mientras el Banco Central Ruso intervenía sobre el mercado para elevar el valor de un rublo en caída libre.
En las últimas horas han sido noticia, en relación con la guerra de Ucrania, las declaraciones del ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, hablando sobre el material militar enviado por Occidente a las Fuerzas Armadas ucranianas. En concreto, durante la XI Conferencia sobre Seguridad Internacional celebrada en Moscú –recordemos que se está celebrando la feria de defensa Army 2023, la más importante del país– ha asegurado que Ucrania no está obteniendo «ningún resultado», incluso a pesar del «apoyo total» ofrecido por Occidente. Es más, afirmó que los sistemas de armas entregados a su enemigo «no eran nada único o invulnerable» para sus tropas. Una afirmación que no carece de razón, pero que conviene matizar por varios motivos.
En primer lugar, porque afirmar que un sistema de armas no es invulnerable no deja de ser, como poco, una perogrullada: ninguno lo es. Menos aún para un ejército como el ruso que, a pesar de sus evidentes carencias en muchos aspectos, nunca ha tenido un problema de falta de potencia de fuego. Ahora bien, que el Ejército ruso pueda alcanzar y dañar los sistemas enviados por Occidente no implica que el rendimiento de estos sea menor. Tanto por las razones que hemos esgrimido en informes anteriores, relativas a la posibilidad de recuperar muchos de ellos, como por la protección que ofrecen a sus ocupantes como por lo que nos dicen las cifras disponibles de las pérdidas materiales de unos y otros.
En segundo lugar, y unido a lo anterior, porque si bien no hay sistemas invulnerables, lo relevante no es que se sufran pérdidas, sino la relación entre las propias y las ajenas, lo que da idea no solo de la capacidad de supervivencia del material, sino también de su potencia destructiva. En este sentido, no cabe duda de que el material enviado a Ucrania está rindiendo en la mayor parte de los casos muy por encima del ruso, como acreditan las fuentes OSINT.
Obviamente, hay un importante componente humano en todo esto, relacionado con el adiestramiento y la capacidad de implementar doctrinas más aptas y que además deben amoldarse al material en servicio. Eso sí, precisamente por esto último, si el material no fuese el adecuado nunca podrían ponerse en marcha determinadas doctrinas. Es decir, que además del entrenamiento recibido, es el material entregado lo que permite a Ucrania luchar de una forma concreta. Una aproximación que no está exenta de sufrimiento, pero que aun así cumple con la función básica de cualquier ejército en el combate, magistralmente resumida por George C. Scott en su interpretación del general George S. Patton…
En tercer lugar, y más allá de los motivos de política interna, las declaraciones del ministro Shoigú tienen una motivación evidente, pues se espera que en Army 2023 se firmen contratos de venta de armamento por valor de varios miles de millones de dólares. Dado el enorme impulso vivido por productores como los Estados Unidos a raíz de la guerra de Ucrania y, al mismo tiempo, el declive en cuanto a ventas de los productores rusos -aunque estos se han beneficiado de las inversiones y adquisiciones estatales-, Shoigú cumple con su cometido al intentar dar una idea de paridad.
No obstante, si el armamento occidental no fuese un problema, como asegurase en su día Putin al hablar de la ofensiva ucraniana, la campaña que en los últimos días han llevado a cabo distintos medios rusos sería totalmente innecesaria. Una acción a todas luces coordinada en la que se ha venido hablando de los «trofeos de guerra» occidentales exhibidos por Rusia –sin una sola pieza verdaderamente moderna-, de cómo Occidente sería irresponsable al no hacer caso a Rusia cuando este país advierte sobre las posibilidades de que el armamento entregado a Ucrania termine «extendiéndose por el mundo» o en la que se habla sobre lo ilógico de ayudar militarmente a Ucrania cuando hay millones de estadounidenses en condiciones precarias.
Por supuesto, nada de lo anterior implica que el armamento occidental sea superior en todos los casos al ruso o que el de este último país sea inútil. Hay muchos sistemas de armas rusos de todo tipo que se han demostrado capaces, cumpliendo con su cometido. No obstante, una de las lecciones de esta guerra, en general, es que este último ha rendido muy por debajo de lo esperado y que solo aquello desarrollado a partir del momento de la invasión, respondiendo a las necesidades del campo de batalla, ha aportado un verdadero plus a su Ejército. Incluso así, hay muchas razones para dudar del rendimiento de algunos sistemas, a pesar de las numerosas bajas que se han cobrado, caso de los drones Lancet. Solo así se explica que la mayor parte de vídeos de estos, o de drones FPV que vemos incluyan cortes y prescindan de tomas adicionales del material destruido.
Entre los sistemas que sí han ofrecido un rendimiento aceptable -lo que nos lleva a la actualidad sobre el terreno-, encontramos los misiles de crucero rusos. Si bien en algunos casos han presentado problemas de precisión y si bien desde la llegada de sistemas antiaéreos modernos a Ucrania han experimentado una reducción en su tasa de aciertos, al ser en buena medida neutralizados, continúan causando graves problemas a este país. Lo ocurrido en las últimas horas es un buen ejemplo, pues una veintena de estos de diversos tipos habrían alcanzado territorio ucraniano, golpeando diversos objetivos al oeste y sur de su territorio, viéndose afectadas varias construcciones civiles, caso de una piscina en Dnipró o instalaciones médicas en Cherkassy, pero también relacionadas con la defensa.
Por supuesto, desde el Ministerio de Defensa ruso hablan exclusivamente de objetivos militares. Además, también han asegurado que han impedido una incursión por parte de un «grupo de saboteadores» ucranianos cerca de la aldea de Kurkovychi, en palabras del gobernador de la región fronteriza de Bryansk, al norte.
Respecto a los combates, comenzando por el sector más septentrional del frente, las tropas rusas han seguido presionando en dirección a Kupiansk, logrando algún avance en la zona de Syn’kivka. También a poniente de Svatove continúan los combates, aunque las ganancias por ambos lados son marginales. Más al sur, en la zona de Spirne, Rusia habría logrado también ganar una pequeña porción de terreno a las AFU, amenazando con rodear dicha población. Como dato curioso relacionado con el norte del frente -o posible frente-, el Gobierno de Ucrania ha aprobado hoy una partida de alrededor de 30 millones de euros (1.200 millones de grivnas) destinada a la construcción de defensas en las regiones de Járkov y Chernígov.
En el área de Bakhmut, aunque no se han registrado cambios de posición en las últimas horas, continúan los combates diarios, siendo una de las áreas en las que el Ejército ruso acumula más desgaste frente a las tácticas ucranianas, que están priorizando la conservación de vidas en oposición a la posibilidad de lograr avances más rápidos.
No hay noticias al oeste de la ciudad de Donetsk, más allá de las referencias diarias en los partes oficiales a bombardeos y combates en Avdiívka y Mariínka.
Como no podía ser de otra forma, lo más relevante de la guerra sigue ocurriendo al sur. Si hace unos días, a finales de julio, afirmábamos que la ofensiva ucraniana había entrado en una nueva fase, poco a poco comienzan a verse los resultados de este renovado empuje, lo que quizá ha motivado la reciente visita de Zelensky al frente, incluyendo el de Zaporiyia.
Así las cosas, si bien hoy no se han producido cambios en el eje de Velyka-Novosilka, en donde los ucranianos intentan asegurar su control sobre Urozhaine, Staromaiorske y sus alrededores, en el eje de Orijiv han alcanzado en la práctica la primera gran línea defensiva rusa. Además, el control de las alturas -de ahí la importancia de Robotyne-, debería permitir una vez asegurada la zona batir con facilidad las defensas en torno a Tokmak, ciudad situada a veinte kilómetros en reducida de la posición ucraniana más avanzada y ya a la vista de los drones de reconocimiento ucranianos.
Por último, es reseñable que los ucranianos hayan logrado cobrarse varios lanzadores de un sistema antiaéreo S-300 situado al sur de Zaporiyia, lo que facilitará el llevar a cabo nuevos ataques sobre la parte de esta región controlada por Rusia o el ofrecer apoyo aéreo a las tropas. También que las fuentes rusas aseguren haber expulsado a los ucranianos de la ribera sur del Dniéper, después de que lograran establecerse en las jornadas pasadas y a la espera de pruebas.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, hoy cabe comenzar por el nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania anunciado por Suecia, que se une a los que ayer hicieron públicos tanto los Estados Unidos como Noruega. En concreto, el país nórdico aportará ayuda por un valor de 314 millones de dólares consistente principalmente en municiones, así como en repuestos para los sistemas de armas entregados a Ucrania hasta el momento. En relación con esto, resultan interesantes las declaraciones del ministro de Defensa sueco, Pal Jonson, al anunciar la medida:
Tenemos que prepararnos para el hecho de que esta podría ser una guerra de larga duración y también tenemos una perspectiva a largo plazo para poder apoyar esas plataformas que estamos enviando a Ucrania de manera duradera.
Una noticia, por cierto, que ha llegado el mismo día en el que Yevhen Perebyinis, a la sazón viceministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, recibía las credenciales del nuevo embajador del Reino de Suecia en Ucrania, Martin Åberg. En su discurso, el viceministro destacó el alto nivel de diálogo bilateral entre los dos países y agradeció a Suecia por su apoyo integral a Ucrania para contrarrestar la agresión armada rusa, en particular por la importante asistencia de defensa brindada en forma de armas y equipo militar.
Siguiendo con la diplomacia ucraniana, el superior de Perebyinis, el ministro Dmytro Kuleba ha mantenido hoy una conversación telefónica con el secretario general de la Liga de Estados Árabes, Ahmed Aboul Gheit en la que han hablado sobre la importancia de reanudar las exportaciones de granos desde los puertos ucranianos del mar negro.
Un Kuleba, por cierto, que hoy ha alertado sobre lo difícil que será para los diplomáticos ucranianos el próximo otoño, en el que según él afrontarán «muchos desafíos» y en el que habrá «muchas cumbres internacionales difíciles». Afirmaciones que parecen hacer referencia, entre otras cosas, a la dificultad de ganarse el apoyo de países que están siendo víctimas de la estrategia rusa consistente en cortar las exportaciones de grano ucranianas, jugando la carta del hambre. También a la necesidad de lograr pasos por ejemplo en lo relativo a los F-16 o en la recepción de nuevo material. Por supuesto, a las presiones para buscar una salida negociada a la guerra.
En otro orden de cosas, y pasando al apartado humanitario, la Comisionada del Presidente ucraniano para los Derechos del Niño, Daria Herasymchuk, ha reiterado hoy que harán lo posible por llevar de vuelta al país a todos los menores ucranianos ilegalmente deportados a Rusia. En concreto, Herasymchuk ha declarado lo siguiente:
Ucrania lucha hoy por todos los niños ucranianos. Los procedimientos de adopción o tutela rusos dificultan la búsqueda de niños. Sin embargo, haremos todo lo posible todos los días para garantizar que, incluso después de muchos años, un niño pueda conocer su origen. Esto es muy importante», enfatizó.
Siguiendo con el tema humanitario, aunque en este caso en referencia a los prisioneros de guerra, ha sido el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú quien se ha referido hoy a estos últimos, al afirmar que su retorno es una prioridad para el ministerio que dirige. No han sido las únicas declaraciones de un Shoigú especialmente activo hoy, como hemos visto en la primera parte, y que ha tenido tiempo para referirse a la participación de China en la feria Army 2023, elogiando sus nuevos productos de defensa que, según el ministro ruso, han dado un «gran paso adelante», tomando en cuenta las experiencias que aporta la «Operación Militar Especial».
Siguiendo con Rusia, algunas de las noticias más relevantes de la jornada han tenido que ver con el estado de su economía, que acumula un déficit público del 1,8% del Producto Interior Bruto, una cifra que ha aumentado en el último mes después de datos mejores en los dos anteriores.
Más importante si cabe es que, después de los datos de los últimos días referidos a la pérdida de valor del rublo, el Banco Central Ruso ha decidido tomar cartas en el asunto y ha anunciado que subirá el tipo de interés del 8,5 al 12%, en la que sería la segunda subida en un mes (anteriormente habían pasado del 7,5 al 8,5% a finales de julio). Un anuncio que ha tenido un efecto inmediato sobre la cotización de la moneda rusa, en tanto su precio ha llegado a elevarse durante unos momentos hasta un 18% frente al dólar estadounidense, aunque posteriormente esta cifra se ha estabilizado en torno al 2,5%.
El problema para Rusia es que a pesar de subir la tasa de interés, es poco probable que la pérdida de valor del rublo se detenga y que vuelva a niveles que consideran adecuados, teniendo en cuenta el impacto tanto sobre las exportaciones al estar barato como, por lo mismo, sobre las importaciones. La solución pasaría por recortar el gasto público para reducir las importaciones pero, dado que el país mientras siga en guerra no puede permitirse una medida que pasaría factura a su capacidad militar, será la población la que soporte el coste derivado de unas importaciones más onerosas.
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