Por tercera noche consecutiva, las Fuerzas Armadas rusas han castigado la localidad portuaria ucraniana de Odesa, clave para las exportaciones de grano desde este país. Rusia, que dispone actualmente de siete buques de superficie navegando en el Mar Negro y un número desconocido de submarinos, busca así bloquear el tráfico naval, pese a lo cual desde Ucrania han asegurado estar listos para «asumir cualquier riesgo». En el frente, desde el Estado Mayor ucraniano afirman que Bakhmut está lista para ser reconquistada. En el apartado diplomático, por último, hoy se han aprobado nuevas y numerosas sanciones contra Rusia, a lo que este país ha respondido extendiendo las medidas recíprocas hasta finales de 2025.
La actualidad de la guerra de Ucrania nos lleva, indefectiblemente, hasta Odesa un día más. Allí, el tercer ataque ruso con misiles en tres días -que ha incluido el empleo de misiles P-800 Onyx, más difíciles de derribar para los antiaéreos ucranianos por su velocidad– ha seguido aumentando el grado de destrucción de las infraestructuras portuarias y de almacenamiento de granos.
No han sido los únicos objetivos alcanzados, pues también un edificio administrativo ha resultado dañado, así como, sorprendentemente, el consulado general de la República Popular de China en esta ciudad, lo que ha provocado algún mensaje jocoso en las redes por parte de políticos ucranianos, en referencia a la amistad ruso-china. Sea como fuere, al concentrarse sobre esta localidad la mayor parte de los misiles y drones, sus habitantes habrían asistido al que sería el mayor ataque sobre la ciudad desde el inicio de la guerra, según el alcalde de Odessa.
Además de Odesa, también la cercana Nicolaiev, en la confluencia de los ríos Bug e Inhul, ha sido alcanzada durante la noche. En concreto, se habrían producido dos víctimas mortales tras una serie de explosiones provocadas por dos misiles Kh-22 al caer sobre un área residencial. En total se calcula que se habrían producido una veintena de heridos.
Sigue pues Rusia tratando de impedir que Ucrania pueda exportar el vital grano hacia el resto del mundo, mientras los apenas siete buques de superficie que mantiene desplegados ahora mismo fuera de las bases en el Mar Negro continúan patrullando alejados de las costas occidentales de Ucrania. No obstante, esto no parece haber impresionado en Kiev, en tanto el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba no ha dudado en aseverar que su país «no necesita» a Rusia para reanudar los envíos de grano y que están listos para «asumir cualquier riesgo», dejando así claro que con ataques o sin ellos, las exportaciones continuarán.
El asunto para Ucrania es doble. Por un lado debe buscar alternativas viables a la exportación por vía marítima desde el país, para lo que ya cuenta con la colaboración de algunos países cercanos que se han ofrecido a prestar sus redes viarias y ferroviarias, así como llegado el caso, puertos. Por otro, ha de encontrar la forma de tejer algún tipo de alianza que permita a los buques que recalen en su territorio contar con un mínimo de seguridad, para lo que intenta implicar a Estados de la OTAN, intentando que sus buques de guerra garanticen un pasillo marítimo.
Mientras todo esto se decide, pues Rusia todavía no ha dado el paso de atacar directamente a buques graneleros (hay quien cree que podría aprovechar la situación para culpar a Ucrania de los ataques) cumpliendo así las amenazas vertidas 48 horas atrás, el precio del trigo ha aumentado ostensiblemente en los mercados internacionales, algo que preocupa –y mucho– en África, pues está en juego la vida de millones de personas. De hecho, hay quien sostiene que precisamente esta es la estrategia del Kremlin: llevar el hambre a África. Algo, por supuesto, que Rusia niega categóricamente.
Además de los ataques sobre Odesa y el pseudo-bloqueo marítimo ruso a Ucrania, hoy ha vuelto a ser noticia la organización Wagner Group por distintos motivos. En primer lugar, por un mensaje en el que se reconocía un número de bajas que está muy acorde a varios de los cálculos que ya se habían hecho durante la batalla por Bakhmut. Así, la organización reconoce haber sufrido hasta 22.000 muertos y 40.000 heridos.
En total, habrían llegado a emplear hasta 78.000 combatientes, de los que 49.000 eran ex-presidiarios. En la actualidad, 25.000 de sus integrantes estarían «vivos y sanos» y 10.000 de ellos o bien se encontrarían ya en Bielorrusia, o bien estarían en trance de trasladarse a este país. Además, se estaría permitiendo que, tras cumplir sus contratos, miles de los antiguos convictos regresasen a su hogar. No todos, pues muchos de ellos han preferido continuar ligados a Wagner Group, en donde tienen al menos una salida laboral que difícilmente tendrán al regresar a sus regiones de origen.
Por el momento, las tropas de Wagner quedarían bajo la dirección del coronel Andrei Trosev, quien hasta ahora ejercía de intermediario entre esta organización y el Ministerio de Defensa ruso. Además, parte de los efectivos ya han comenzado a trabajar en Bielorrusia, en donde han comenzado a realizar ejercicios conjuntos con las Fuerzas Especiales de este país, mientras algunos de los integrantes de la hasta ahora empresa privada ha sido objeto de nuevas sanciones por parte de Canadá.
Así las cosas, se ha producido una conjunción curiosa y es que esta organización lejos de disolverse y desaparecer, seguirá siendo doblemente útil a los intereses rusos. Por una parte, continuará de una forma u otra con sus actividades en Oriente Medio y África, aunque ya bajo control directo del Ministerio de Defensa ruso y sin excluir que en el futuro se cambie la marca o se engloben bajo otra empresa. Por otra, Moscú cuenta con un activo importante dentro de Bielorrusia, que servirá tanto para apuntalar el régimen de Lukashenko como para mantenerlo totalmente mediatizado, pues no hay que olvidar que son una fuerza de combate muy capaz incluso habiendo sido privados del grueso de su material.
Sobre el terreno, en donde como puede verse en el vídeo sobre estas líneas Ucrania ya habría comenzado a utilizar las municiones de racimo enviadas por los Estados Unidos, además de lo ya señalado sobre Odesa o Mikolaiev, los ucranianos también habrían lanzado sus propios ataques. Concretamente se han registrado explosiones en las localidades crimeanas de Gvardeyske y Simféropol, así como en un edificio administrativo al norte de la península.
Pasando a los combates, los movimientos al norte del frente han sido escasos. Por una parte, las AFU han atacado en dirección a Karmazynivka, desde donde a su vez los rusos intentaban progresar hacia el oeste del río Zherebets. Además, se han registrado también ataques rusos más al norte, hacia Stel’makhivka y al sur, hacia Nevs’ke, sin novedad.
En torno a Bakhmut, en donde desde el Estado Mayor ucraniano consideran que la ciudad está semi-cercada y lista para ser retomada, las tropas de este país han continuado atacando tanto al norte, en dirección a Soledar –incluyendo misiones de aviación y uso de JDAM-ER-. La acción, no obstante, sigue concentrándose al sur, en donde los ucranianos han seguido consolidando posiciones en Klischiívka, mientras intentan avanzar también hacia Kurdyumivka y Ozarianivka y hacen frente a los contraataques rusos. Lo más interesante para la causa ucraniana es que en apenas un mes las AFU se han hecho con todas las alturas relevantes al oeste y suroeste de la ciudad, algo que están aprovechando. Como curiosidad, en las últimas horas ha sido abatido en las inmediaciones de Klischiívka un conocido bloguero ruso, Misha Lukhyn, que actuaba como operador de drones, a la vez que como propagandista.
Al oeste de la ciudad de Donetsk la situación sigue siendo relativamente estable. Los combates son diarios en torno a Avdiívka, con los rusos completando en las últimas jornadas la toma de Vesele y sus alrededores. Además, se sigue luchando al sur hacia Severne y Permovais’ke y también en Mariínka.
Respecto al sur, las novedades más relevantes siguen produciéndose en el eje de Orijiv, en donde los ucranianos, confiando en la infantería como hemos explicado en informes anteriores, para preparar el paso de los vehículos, han hecho algún progreso adicional al norte de Robotyne. Más allá de esto, al sur del Dniéper a la altura de Jersón se habrían recrudecido en las últimas horas los intercambios artilleros, tal y como muestran los datos de FIRMS.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En el apartado internacional, y como no podía ser de otra forma, toca también hablar del Acuerdo de Granos del Mar Negro, que Rusia ha abandonado, así como de las reacciones internacionales a los ataques rusos sobre Odesa. Comenzando por la Unión Europea, ha sido el Alto Representante de los Veintisiete, el español Josep Borrell, quien ha condenado los ataques, culpando a Rusia de generar inseguridad alimentaria. Exactamente lo mismo que ha hecho el secretario general de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, quien ha condenado «enérgicamente» estos ataques.
Del lado ucraniano, completando lo ya dicho, el ministro de Exteriores Dmytro Kuleva ha urgido a los Estados Unidos y la Unión Europea a ampliar con rapidez todas las rutas disponibles para la exportación de cereales desde su país. Al mismo tiempo, desde el ministerio que dirige publicaban mensajes en las redes sociales afirmando que las intenciones de Rusia pasaban por eliminar a un competidor en el mercado cerealístico, mientras recordaban a través de un comunicado oficial que:
«De acuerdo con la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar, los buques mercantes de estados que no están involucrados en un conflicto armado tienen derecho a una navegación libre y pacífica, lo que no se considera un acto de agresión. Las normas del derecho internacional humanitario prohíben cualquier ataque contra embarcaciones de estados neutrales si no participan en actos beligerantes o no apoyan esfuerzos militares».
Además de lo anterior, los ucranianos han publicado que, como consecuencia de la decisión rusa de considerar hostiles a todos los buques civiles que recalen en puertos ucranianos, ellos harán los propio con los que entren en puertos rusos.
En otro orden de cosas, a lo largo de la última jornada han sido varios los países que han ampliado las sanciones contra Rusia y algunos de sus aliados, como Irán. Por ejemplo, desde la Unión Europea, concretamente desde el Consejo, se ha establecido un nuevo marco de sanciones al país chií por su apoyo a Rusia en la guerra de Ucrania, así como por su apoyo al régimen sirio. De esta forma, se prohíbe:
La exportación desde la Unión Europea a Irán de componentes utilizados en la construcción y producción de Vehículos Aéreos No Tripulados (UAV). También establece restricciones de viaje y medidas de congelación de activos que podrían imponerse a las personas responsables, que apoyan o involucradas en el programa de vehículos aéreos no tripulados de Irán.
Sin salir del Viejo Continente, los Veintisiete también han decidido extender en el tiempo las sanciones a Rusia, por un plazo de seis meses más, con lo que estarán en vigor al menos hasta el 31 de enero de 2024. Unas sanciones que comenzaron a aprobarse no en febrero de 2022, sino en 2014, como respuesta a la invasión de Crimea.
Además de esto, se ha sancionado al jefe de la prisión en la que se encuentra recluido el opositor ruso Alexei Navalny, una decisión que se ha producido coincidiendo con la petición por parte de los fiscales rusos de una condena de veinte años de prisión para el reo. Las sanciones, además de a este funcionario, afectan también a una docena de personas y cinco instituciones «responsables de graves violaciones de los derechos humanos en Rusia», según el Consejo europeo.
También desde los Estados Unidos se han impuesto nuevas sanciones. Han sido tanto el Departamento del Tesoro como el Departamento de Estado las instituciones que han incluido en sus listas de sancionados a casi 120 personas y entidades, de forma que se restrinja más si cabe el acceso de Rusia a materiales críticos, lo que debería erosionar, según apuntan, su capacidad de producción y exportación de energía. No hay que olvidar que Rusia ha conseguido redirigir sus exportaciones de hidrocarburos por ejemplo a Asia, pasando a ser el mayor suministrado de la República Popular de China en el último año.
Por otra parte, el Reino Unido ha decidido imponer sanciones a los líderes de Wagner Group, como también ha hecho Canadá, así como a las empresas pantalla vinculadas con este grupo y con sus actividades en África, incluyendo a la «mano derecha» hasta ahora de Yevgueni Prigozhin, Ivan Aleksandrovitch Maslov, a quien se acusa de haber masacrado en Moura (Mali) hasta a medio millar de personas en coordinación con las fuerzas malienses.
Rusia, por su parte, ha respondido a todo lo anterior extendiendo las sanciones impuestas contra varios Estados occidentales al menos hasta el final de 2025. Unas restricciones que afectan desde a los equipos médicos a los de telecomunicaciones y de los vehículos a motor y la maquinaria agrícola a los fertilizantes.
Por último, es obligado hacer al menos una referencia a que desde la Unión Europea se está estudiando la creación de un fondo dotado con hasta 20.000 millones de euros que permitiría seguir apoyando a las Fuerzas Armadas ucranianas durante los próximos cuatro años. Según ha declarado Borrell, se trataría de «transformar el apoyo existente en un compromiso a largo plazo con la seguridad y resiliencia de Ucrania». Por supuesto, hay voces discordantes entre los socios como es habitual, comenzando por Hungría, cuyo ministro de asuntos exteriores asegura que sus homólogos «no quieren hablar de paz» y que la nueva ayuda solo serviría para prolongar el conflicto, copiando así palabra por palabra el argumentario ruso, como suele ser habitual por parte del régimen de Orban.
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