El Grupo Wagner y su destino siguen copando los titulares internacionales. Desde el coste anual de mantener en marcha la compañía a las nuevas sanciones que EE. UU. prepara contra la organización, a la preocupación mostrada por Polonia tras la llegada de muchos de sus mercenarios a Bielorrusia, o las dudas sobre su papel futuro en África, muchos son los temas relacionados con la compañía de Prigozhin. Además de esto, mientras los combates prosiguen en Ucrania, desde los Estados Unidos trabajan en un nuevo paquete de ayuda que incluirá, entre otros, una treintena de vehículos de combate de infantería Bradley y veinticinco blindados Stryker 8×8.
Wagner transferirá su material pesado, -que incluye desde vehículos de combate a vehículos de transporte, carros de combate, artillería e incluso aeronaves- al Ministerio de Defensa de la Federación rusa, según han comunicado hoy desde esta institución. La medida no es baladí, pues estos medios son, más allá de sus integrantes y la experiencia y formación que atesoran, las herramientas principales de una compañía militar privada que se distinguía de prácticamente todas las demás por el tipo de equipos que le habían sido suministrados en los últimos tiempos.
Con este gesto, que tiene poco de simbólico, Putin da un paso decidido en la supresión de esta PMC, de la que una parte de sus integrantes suscribirán contratos con el Ministerio de Defensa y otra buscará otras salidas desde Bielorrusia, a donde siguen moviendo hombres y quizá equipos de algún tipo. El presidente ruso mata así dos pájaros de un tiro. Por una parte recuperando parte de la vertical del poder y del monopolio de la violencia que el levantamiento de Prigozhin habían demostrado que eran frágiles o inexistentes. Por otra, se ahorra una importante cantidad anual que seguramente ahora termine, no nos engañemos, en manos de algún otro oligarca. En concreto, los montantes correspondientes tanto a financiar el funcionamiento de Wagner Group como el de la empresa de catering de Prigozhin -no en vano era conocido por ello como el «chef de Putin»-.
Una empresa a la que, por cierto, los Estados Unidos impondrán en breve nuevas sanciones, pues a pesar de todo lo publicado sobre su futuro en Bielorrusia, su disolución, etcétera, en los últimos tiempos han seguido ampliando su área de actuación y consolidando su posición como un actor clave en la política del continente africano. Así, aunque esto seguramente cambiará tanto por las medidas contra Wagner, como por el periodo de desconcierto que siga a su implementación, sea bajo el mismo nombre, sea bajo otra marca, Rusia no puede simplemente renunciar a África.
Respecto a la situación de los integrantes de la organización, y a pesar de las palabras de ayer de Putin en su discurso, finalmente se han retirado los cargos criminales que pesaban contra ellos, lo que contradice lo expresado por el presidente ruso. Un político que ha cargado contra Occidente, sugiriendo que está detrás del alzamiento de Prigozhin a pesar de las quejas ucranianas precisamente por las limitaciones impuestas por sus aliados mientras se producía el motín. En concreto, advirtieron a Kiev de que no atacase el territorio ruso mientras la situación en este país era incierta, algo lógico dado el clima de paranoia reinante entre las élites rusas y la interpretación que podían hacer si los ataques ucranianos parecían coordinarse con los de Wagner.
Si hace ya mucho tiempo que Rusia teme una «revolución de colores» o cualquier tipo de sucedáneo que imaginemos –recordemos la polémica en torno a la inexistente «doctrina Guerásimov»– pergeñado desde Occidente, lo ocurrido estos días pasados es sin duda para muchos tras el nuevo «telón de acero» la constatación de que desde Europa y los Estados Unidos se están moviendo en este sentido. De hecho, ya hay quien ha acusado abiertamente a los servicios secretos occidentales de estar detrás del motín, una información que atendiendo a los contactos de Prigozhin con la inteligencia ucraniana suena, a oídos de los rusos, todavía más creíble.
En relación con esto, mientras se van conociendo más detalles sobre las fuerzas que Rusia había logrado reunir para hacer frente a Wagner Group –una mezcolanza de unidades especiales y de choque-, el jefe de una de las organizaciones implicadas -Rosgvardia- ha asegurado que esta recibirá carros de combate y armas pesadas -posiblemente podría tratarse de las entregadas por Wagner-. Se trata de una decisión lógica desde el punto de vista del Kremlin, en tanto es la única herramienta de este tipo bajo mando directo de Putin. No obstante, nada indica que vaya a pasar a ser un servicio del estilo de la Guardia Nacional en los Estados Unidos.
No es de extrañar tampoco que, después de que las protestas masivas de 2011 y 2013 fallasen, y en vista de lo ocurrido con Wagner, haya quien como el antiguo oligarca y ahora opositor Mikhail Khodorkovsky llegue a la conclusión de que únicamente una insurrección armada puede terminar con el régimen de Putin y «derrocar esta dictadura». No obstante, los hay mucho más optimistas que el antiguo químico, como quienes consideran que buena parte de la imagen y el mito generados en torno a Putin –eclipsado momentáneamente por Prigozhin– simplemente se han disuelto, lo que implicará que desafíos como el de Prigozhin sean más probables en el futuro. También quienes restan importancia a lo sucedido, como el primer ministro húngaro, Viktor Orban, el principal medio de influencia de Putin en la Unión Europea.
Un asunto interesante, relativo a todo lo ocurrido, tiene que ver con la personalidad de Putin, en quien el mito y el hombre poco se parecen a juzgar de los hechos. Ayer citábamos a Michael Kofman, quien lo definía como un «procastinador», un adjetivo que le va como anillo al dedo. Si hacemos memoria, las primeras acciones de Putin, ya antes de ganar sus primeras elecciones y tras tomar el control del país en la época de Yeltsin, tuvieron que ver con la Segunda Guerra de Chechenia. En este contexto, se mostró duro, posiblemente ordenase acciones contra sus propios ciudadanos en forma de atentados de falsa bandera, como defiende Masha Gessen, y dando libertad absoluta a sus militares para acabar con los rebeldes chechenos a cualquier precio.
Sin embargo, una vez afianzado, su actitud nunca ha sido esa, sino que más bien se ha mostrado como un líder timorato, siempre renuente a emplear la fuerza militar hasta sus últimas consecuencias. Un buen ejemplo lo encontramos en lo ocurrido la guerra ruso-georgiana de agosto de 2008, un conflicto militar de apenas 9 días de duración que culminó con la pérdida por parte de Georgia de su control sobre el valle de Kodori, Abjasia y Osetia del Sur. Además de las carencias demostradas por un Ejército en plena transformación, lo cierto es que si Rusia no se hizo con el control de una Georgia a la que la OTAN había dejado sola después de alentar hasta cierto punto las fantasías de Saakashvili, fue porque Putin no se atrevió a dar un paso que posiblemente hubiese tenido muy pocas consecuencias para su país, más allá de las previsibles -y siempre temporales- sanciones.
Lo mismo podría decirse de la guerra del Donbáss, iniciada en 2014. Aquí, en lugar de recurrir al uso directo de la fuerza, Rusia empleó proxies a los que armó, entrenó y también dirigió, pero en ningún caso llegando a lograr una solución aceptable al «problema ucraniano». Sin embargo, lo que Rusia realmente pretendía era entonces, como lo es ahora, controlar la política exterior ucraniana -y con ello a Ucrania- de forma que no caiga en la órbita occidental, lo que supondría un cataclismo para su seguridad, pero como advertía Brzezinski, también para sus aspiraciones de gran potencia.
Lo que queremos decir es que Putin, una y otra vez, como se demostró con el intento de decapitación mediante un asalto helitransportado en Hostómel, ha evitado tomar medidas drásticas, algo que muchos le han criticado desde el interior de su propio país. En el caso de la guerra que nos ocupa, como ha denunciado en más de una ocasión Girkin, la lógica indica que antes de lanzar la invasión tendría que haber hecho una movilización, maximizando las posibilidades de éxito. Sin embargo, hay una diferencia importante entre los objetivos que Putin se supone persigue y los medios que está dispuesto a arriesgar para ello, lo que explica muchos de los problemas a los que se enfrenta Rusia.
No es de extrañar que esto lleve a algunos teóricos rusos especializados en guerra nuclear –encabezados por Serguéi Karaganov (quien además tiene cierta influencia sobre el Kremlin)- a defender que, entre tanto varapalo, la única forma de restablecer la disuasión sea mediante un ataque nuclear preventivo contra Occidente, concretamente contra la UE, en la creencia de que la disuasión extendida estadounidense fallará. Al fin y al cabo, como el propio Karaganov asegura en sus escritos «la tregua es posible, pero la paz no lo es».
Como es obvio, no escribimos nada de lo anterior pensando que un ataque nuclear ruso sea deseable, todo lo contrario. Simplemente, además de exponer la realidad de un debate que se está produciendo, constatamos el hecho de que cuanto mayor sea la diferencia entre las aspiraciones rusas y los resultados obtenidos, mayor será también la propensión a la escalada vertical. Como siempre, la única solución pasa por asegurar que la disuasión sigue funcionando y, con ella, la estabilidad estratégica, una responsabilidad que corresponde a europeos y estadounidenses.
Pasando a lo ocurrido en las últimas horas sobre el terreno, ha sido una jornada intensa. Para empezar se han producido ataques rusos con misiles y drones contra localidades como Zaporiyia, Sumy y Kramatorsk. En este último caso, alcanzando una cafetería llena de gente y provocando la muerte de cuatro personas.
Del lado ucraniano, además de llevar a cabo un sabotaje contra las líneas ferroviarias en Crimea, concretamente junto a la localidad de Vladyskavivka, al sur de la península, se han registrado también explosiones en la ciudad portuaria de Berdyansk, en la parte de Zaporiyia ocupada por Rusia.
En el frente, después de días de relativa tranquilidad en torno a Svatove, hoy se ha reportado un ataque ruso en dirección a Stelmakhiv’ka, al noroeste de la anterior, sin que se hayan registrado movimientos. Es más al sur, como muestran los datos de FIRMS, en donde con más intensidad se ha venido combatiendo en fechas recientes, especialmente en torno a Kreminna, aunque después de los últimos avances rusos en los bosques al sur de esta población no han vuelto a producirse cambios de posiciones.
En el área de Bakhmut, las novedades hoy se han producido al sur –aunque también se ha luchado en dirección a Berkhivka un día mas-, en donde los ucranianos continúan recuperando terreno tanto entre Ozarianivka y Kurdyumivka -avances en paralelo al canal por parte de la 28º OMBR-, como en dirección a Opytne por el norte de Klishchiícka.
Al oeste de la ciudad de Donetsk, se ha continuado combatiendo en torno a Avdiívka, especialmente en dirección a Pisky desde Permovais’ke, zona en la que las AFU continúan al ataque –mientras rusos y milicianos lanzan contraataques para intentar frenarlos-, habiendo recuperado prácticamente todo el terreno ganado por Rusia en los últimos meses.
Al sur, en en los tres ejes de ataque ucranianos, las novedades son las que siguen:
- Vuhledar-Volnovaja: Sin novedad.
- Saliente de Velyka-Novosilka: Sin novedad.
- Orihiv-Tokmak: Las AFU continúan presionando, de este a oeste, sobre Novopokrovka y Robotyne, así como en dirección a Luhove.
En el caso del sur del Dniéper, en donde como veíamos ayer las incursiones ucranianas continuaban, se han registrado nuevos combates en Oleshky, apareciendo informaciones en canales prorrusos relativas a las dificultades de la Fuerza Aérea rusa para atacar a los ucranianos debido a la cobertura de los sistemas antiaéreos S-300.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
La jornada de hoy ha estado marcada, como se esperaba, por los preparativos de la Cumbre de la OTAN en Vilna, una cita que marcará las agendas hasta que finalice. También por la ayuda militar estadounidense, país que acaba de aprobar un nuevo paquete valorado en 500 millones de dólares y en el que destacan una treintena de IFV Bradley, así como 25 APC Stryker además de numerosa munición. De esta forma, las Fuerzas Armadas ucranianas podrán reemplazar con holgura los vehículos perdidos en los primeros intentos sobre las líneas rusas, no en vano la cifra de Bradley destruidos -aunque alguno podría haber sido recuperado-, sería de al menos 16.
Así las cosas, y en total, desde el inicio de la invasión los Estados Unidos han comprometido ayuda militar con Ucrania por valor de más de 40.500 millones de dólares, que han servido para permitir la llegada al país invadido, entre otros, del siguiente material:
Volviendo sobre la próxima cumbre de Vilna, el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, ha mantenido una llamada con su homólogo sueco, Tobias Billström, ahora que se acerca el fin de la presidencia de Suecia del Consejo de la UE, pero especialmente para conversar sobre la Cumbre de la OTAN en Vilna. Pese a que Suecia aun no es miembro, Kuleba le ha reiterado el llamamiento de las autoridades ucranianas para que se adopten “decisiones políticas cruciales” sobre la membresía de Ucrania a la OTAN. Asimismo, otro de los temas de conversación ha sido la adhesión de Ucrania a la UE y la creación de un tribunal especial para enjuiciar el crimen de agresión.
Sobre la Cumbre también ha discutido el ministro ucraniano con Mélanie Joly, ministra de Exteriores de Canadá, destacando que hay muchas razones para dar pasos firmes en la perspectiva de membresía. Asimismo, han discutido sobre las necesidades militares de Ucrania.
Por su parte, el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, ha conversado con su homólogo rumano, Marcel Ciolacu, para discutir sobre la expansión de las capacidades logísticas entre nuestros países. De igual modo, Shmyhal ha expresado su agradecimiento por el apoyo de Rumanía a Ucrania en su camino de adhesión tanto a la UE como a la OTAN.
En paralelo, los ministros de Exteriores de Estonia, Francia, Letonia y Lituania se están reuniendo en París para debatir sobre la guerra de Rusia en Ucrania, los preparativos de la cumbre, pero también sobre la mejora de las capacidades de defensa de Europa.
Continuando con la ayuda, el gobierno de Bulgaria ha aprobado un nuevo paquete de asistencia militar y técnico-militar a Ucrania para implementar la decisión que tomó la Asamblea Nacional en diciembre de 2022. Según reza en el comunicado oficial, “la lista aprobada es equiparable en volumen a las ayudas del primer paquete otorgadas por el gobierno interino con decisión del 22 de diciembre de 2022”. Pese a no ofrecer detalles sobre el contenido, sí se indica que “con la provisión de estas ayudas, se establecen las normas de existencias para la acción de las fuerzas armadas de la República de Bulgaria y su entrenamiento de combate no serán violados”.
Pese a esto, el ministro de Defensa del país, Todor Tagarev, -quien en las últimas horas ha hablado con su homólogo ucraniano como indicamos en nuestro informe ayer-, declaró en una entrevista que el paquete incluirá armas y municiones que se cuentan entre los stocks búlgaros, por lo que no será necesario adquirirlas. Asimismo, indicó que no se está discutiendo acerca del envío de equipo básico de combate.
Otra de las noticias relacionadas con la ayuda militar es la relativa a la apertura de un centro de mantenimiento de carros de combate Abrams en Polonia. Hoy se ha conocido que ayer, Polska Grupa Zbrojeniowa (PGZ) firmó un acuerdo de cooperación con General Dynamics de modo que los carros podrán recibir mantenimiento en la ciudad de Poznań.
Moviéndonos hasta Moscú, la portavoz del Ministerio de Exteriores, Maria Zakharova, ha subrayado hoy que las declaraciones “del régimen de Kiev y sus patrocinadores en el extranjero sobre las presuntas amenazas de Rusia a la central nuclear de Zaporiyia (ZNPP), son una vil provocación” y “otro intento de desacreditar a Rusia”.
Por su parte, el presidente Putin ha conversado con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman Al Saud, y aunque no han precisado el contenido exacto de la llamada, sí se ha comunicado que han tocado algunos temas objeto de un mayor desarrollo de la cooperación bilateral mutuamente beneficiosa.
Sobre cooperación también se ha pronunciado el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. En particular, ha remarcado que “El desarrollo progresivo de la asociación integral y la cooperación estratégica con la República Popular China sigue siendo una de las prioridades incondicionales de la diplomacia rusa”.
Por último, las declaraciones más escandalosas del día han sido las del primer ministro de Hungría, Viktor Orban, en una entrevista con el medio alemán Bild en las que afirma que no considera al presidente Vladímir Putin un criminal de guerra y que Ucrania ya no puede ser considerado un estado soberano, declaraciones contestadas por Mikhailo Podolyak, como puede verse en el siguiente tuit:
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