Rusia ha comenzado a concentrar sus oleadas de misiles directamente sobre los sistemas antiaéreos ucranianos, buscando erosionar sus defensas. Así, en las últimas horas ha lanzado varias decenas de misiles de distinto tipo, incluyendo posiblemente hipersónicos Kinzhal, contra Kiev, logrando dañar al menos algún elemento de un sistema Patriot, según apuntan algunos medios. Mientras tanto, los combates continúan en el este del país, mientras en la arena internacional parece que se va consumando un cambio de tendencia, pasando los estados europeos a asumir un papel de liderazgo en el envío de armamento a Ucrania.
A lo largo de la noche, Rusia ha lanzado una nueva oleada de misiles y drones contra distintos objetivos en Ucrania, con especial énfasis en su capital, Kiev, y en la saturación de las defensas antiaéreas de este país. Lo ha hecho hasta el punto de haber empleado, según algunas fuentes, hasta media docena de misiles hipersónicos Khinzal que, atendiendo a lo publicado por el Ministerio de Defensa ucraniano, habrían sido derribados en todos los casos.
Se crean o no los datos ucranianos, lo cierto es que no hay pruebas que permitan aseverar por el momento ni que tal número de armas hipersónicas se hayan empleado en este ataque, ni que todas ellas hayan sido neutralizadas. Lo que sí muestran algunos vídeos es que se han producido impactos al nivel del suelo, algunos de ellos aparentemente de cierta magnitud, lo que apunta a algo más que a la caída de restos de misiles derribados o antiaéreos que habrían fallado.
En relación con esto, las discusiones, al menos en las redes sociales, se centraban hoy en si es o no posible derribar armas hipersónicas. En este caso, a pesar de lo que se suele decir -especialmente desde fuentes rusas- no hay ningún impedimento físico a su neutralización, más allá de la velocidad, pues la trayectoria es bastante predecible en el caso de los Kinzhal. Por otra parte, las pruebas del derribo de días atrás parecen concluyentes y es más que factible que Ucrania haya logrado derribar alguno.
Más interesante es, si cabe, conocer cuántos lanzadores estaban disponibles en Kiev durante la noche, de forma que en cuestión de segundos más de una veintena de misiles antiaéreos alzasen el vuelo en un espacio relativamente reducido y de qué tipo eran, aunque todo apunta a la presencia de Patriot PAC-3. También lo sería saber cuál es el inventario de repuestos y misiles ucraniano, en tanto una nueva oleada dirigida contra los antiaéreos podría ser funesta.
Por otra parte, cabe preguntarse qué operativa están siguiendo los ucranianos y si cambian de posición los lanzadores, los vehículos de mando o los radares con la periodicidad suficiente, pues da la impresión de que este ataque, como el de hace unos días, iba a tiro fijo y también, que al menos en parte, ha conseguido su objetivo causando daños en alguno de los componentes de los sistemas antiaéreos ucranianos, citándose específicamente el caso de una batería Patriot.
Siguiendo con la salvas rusas, y teniendo en cuenta que su volumen es mucho más reducido en lo que va de año que en el precedente, salvo por dos oleadas puntuales en febrero y marzo, parece que han cambiado su forma de operar, pasando de centrarse en la logística ucraniana a hacerlo en su defensa aérea. Es lógico, pues aunque Rusia todavía posee una capacidad destructiva innegable en este ámbito y su industria está logrando producir misiles como para mantener la presión sobre Ucrania, debe medir mejor a qué objetivos destina cada uno de ellos.
Por otra parte, el hecho de que se estén pudiendo centrar en los antiaéreos ucranianos querría decir que o bien las emisiones electromagnéticas de estos son tan fácilmente detectables que los rusos pueden apuntar a ellos sin dificultad, o bien que están demasiado tiempo en posiciones semi-permanentes de forma que mediante medios HUMINT (colaboradores, infiltrados…) pueden localizarlos o que incluso da tiempo a los satélites de observación a situarlos sobre el terreno. En cualquier caso, Ucrania seguramente debe identificar lecciones y, en su caso, tomar contramedidas.
En otro orden de cosas, hoy cabe hablar sobre el cambio que se está produciendo en el apoyo a Ucrania, y que se ha visto perfectamente representado en el resultado del viaje por distintos países europeos que ha llevado a cabo Zelenski en los últimos días, logrando un nivel de apoyo y unos compromisos que, hasta hace poco, parecían imposibles, especialmente en el caso alemán.
Alemania es, como sabemos, un aliado incómodo para Ucrania, o lo ha sido hasta ahora. Todo ello a pesar de que en términos absolutos se ha convertido en el segundo donante de ayuda, solo por detrás de los Estados Unidos y muy por delante de otros que han sabido capitalizar, en forma de titulares, sus mucho más modestas aportaciones, caso de Francia.
Además de esto, Alemania ha venido evolucionando, en algunas ocasiones como en el caso de los carros de combate, a regañadientes, aunque posteriormente fuentes de este país han llegado a asegurar que su postura fue útil en el sentido de obligar a los Estados Unidos -y estos todavía no han enviado los M1A2 prometidos al frente- a comprometerse también a donar carros de combate a las Fuerzas Armadas ucranianas.
Una decisión que permitía mantener la unidad dentro del bloque de aliados y, desde el punto de vista alemán, también garantizar cierto control de la escalada y persistencia de la disuasión extendida, pues de responder Rusia no podría hacerlo discriminando entre donantes (europeos) y no donantes (EEUU). Esto, por más que exista la OTAN, pues el miedo al desacople (decoupling) es permanente entre los alemanes, tanto respecto a los EEUU, como a Francia, obviamente.
Volviendo sobre lo que decíamos al principio del tema, en fechas recientes, mientras desde los Estados Unidos se publicaba en diversos medios acerca del posible papel de China en una negociación, mientras se negaba el envío de misiles ATACMS y de otros armamentos de largo alcance siempre con la escalada y su control en mente, han sido finalmente los europeos, con los británicos a la cabeza, los que han dado pasos firmes en este sentido, tanto mediante el envío de misiles de crucero Storm Shadow, como drones, más armamento antiaéreo y, al parecer, formación para los pilotos ucranianos, al parecer incluso por parte de países como Bélgica.
Es decir, que una Europa preocupada por la suerte de una Ucrania que no estaría preparada para lanzar una ofensiva con garantías está tomando la iniciativa, suministrando a Kiev algunos de los sistemas críticos que los Estados Unidos han venido negando, seguramente por razones más de política interna que por verdadero miedo a la respuesta (escalada) rusa. Está por ver si lo comprometido esta semana es suficiente o no, pero lo que sí parece claro es que es la primera vez en lo que va de guerra, que Europa toma en cierto modo la delantera.
Respecto al frente, hoy se han vuelto a reportar combates en la región de Járkov, en torno a la aldea de Masyutivka, al sur de Dvorichna. Por el momento, la situación de esta zona, que en realidad consiste en unas pocas construcciones y varias posiciones defensivas en medio de un área boscosa y con el Oskil a la espalda, sigue en el aire. También se habrían registrado enfrentamientos en dirección a Novoselivske, bajo control ucraniano. No hay cambios.
En el caso de Bakhmut, los efectivos de Wagner -mientras hay quien especula sobre el destino de su fundador- han logrado penetrar en lo que se denomina la «ciudadela» ucraniana, la zona de edificios altos al suroeste de la ciudad. Mientras esto ocurría, han seguido también los enfrentamientos en los flancos, con especial incidencia en el sur, en las inmediaciones de Ivanivske. Los ucranianos reclaman haber recuperado alrededor de 20 kilómetros cuadrados de terreno en los últimos días. Una minucia sobre el mapa, pero en relación con lo habitual en esta zona del frente, un logro considerable.
Más al sur, esto es, a poniente de la ciudad de Donetsk, hoy las luchas han afectado a la ciudad de Avdiivka y también, nuevamente, a Mariínka.
Como curiosidad, en los últimos días han seguido las acciones de interdicción ucranianas al sur del río Dniéper en la región de Jersón. Así, hemos podido ver cómo destruían medios de guerra electrónica rusos y también al menos un obús D-30.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
En esta ocasión sin Rusia tras su expulsión y/o abandono del Consejo de Europa -según quiera interpretarse-, los 46 miembros de la Organización (no confundir con el Consejo Europeo ni Consejo de la UE) se han reunido en Islandia para emprender una cumbre de 24 horas.
El principal objetivo del evento pasa por lograr medios para responsabilizar penalmente a Rusia por la destrucción y daño causado en Ucrania, así como por los crímenes cometidos. En otras palabras, de un lado se trataría de articular un mecanismo en virtud del cual se destinen los activos rusos inmovilizados y congelados a la reconstrucción de Ucrania y, de otro, del establecimiento de un tribunal especial u otra fórmula similar encargado de enjuiciar los crímenes cometidos por Rusia en territorio ucraniano.
El primer paso es el de presentar un “registro de daños” y es lo que se ha realizado hoy. Un primer paso que según el presidente Zelenski “acerca a la creación de un mecanismo de compensación completo y le mostrará al mundo que no vale la pena siquiera pensar en la agresión”. Pese a lo anterior, aún no conocemos el resultado de la Cumbre, por lo que debemos esperar a mañana.
Una de las declaraciones más interesantes y coherentes del día ha sido las del canciller alemán Olaf Scholz cuando ha señalado que está seguro de que el conflicto no terminará con una victoria del presidente Putin, dado que Alemania y sus aliados seguirán apoyando a Ucrania “hasta que se logre una paz justa”. Sin embargo, lo llamativo -y no respaldado por todos los socios de Ucrania como hemos venido viendo en lo que va de guerra- es la defensa de que como Consejo de Europa defiende que hasta que eso ocurra deben mantener “puentes con los representantes de otra Rusia, otra Bielorrusia”, ya que “ofrecería la perspectiva de un futuro democrático y pacífico de ambos países, por improbable que nos parezca hoy”. A colación, ya en la última reunión ministerial de la OSCE algunos países intentaron boicotearla al defender que Rusia debería ser expulsada de la Organización mientras que la propia secretaria general Helga Schmidt defendía que Moscú debía continuar siendo miembro.
Cabe señalar además que esta cumbre se celebra como antesala a la del G7 en Hiroshima que comenzará el viernes en Japón. Tanto en Reikiavik como en Hiroshima se reunirán nuevamente los dirigentes que han conversado personalmente estos últimos días con el presidente Zelenski -Giorgia Meloni, Olaf Scholz, Emmanuel Macron y Rishi Sunak- junto al presidente estadounidense Biden, el primer ministro canadiense Trudeau y a las autoridades japonesas como anfitrionas.
Al margen de la Cumbre del Consejo de Europa, los primeros ministros de Reino Unido y Países Bajos, Rishi Sunak y Mark Rutte, respectivamente, se han reunido y han afirmado abiertamente que quieren establecer una nueva coalición internacional para enviar aviones de combate F-16 a Ucrania. Pese a que esto no es una novedad y se podía prever como ya indicamos en nuestro informe de ayer, no deja de ser relevante que ambos hayan confirmado que han acordado trabajar juntos para proporcionar a Ucrania desde el entrenamiento de sus pilotos hasta la entrega de los aparatos.
En este sentido, Bélgica ha anunciado que contribuirá al entrenamiento de las fuerzas aéreas ucranianas, si bien no podría entregar ningún avión de combate según ha confirmado el propio primer ministro del país, Alexander De Croo. Al entrenamiento también se ha sumado ya Francia como recogimos también en nuestro informe ayer, tras saberse que el Reino Unido lanzaría el programa de entrenamiento una vez concluida su reunión con el presidente ucraniano.
Otra de las noticias del día que ha pasado desapercibida ha sido la de la adhesión de Ucrania al Centro de Excelencia OTAN de Ciberdefensa (NATO Cooperative Cyber Defence Centre of Excellence (CCDCOE)), aunque el ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov, sí ha tenido a bien destacar:
Por otro lado, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, ha confirmado -a falta de fecha- que una misión de paz de países africanos “partirá lo antes posible” a Ucrania y Rusia para intentar “encontrar una solución pacífica al devastador conflicto”. Esta misión, encabezada por el presidente sudafricano aunará a los representantes de Senegal, Zambia, Congo, Uganda y Egipto. Tanto Naciones Unidas como la Unión Africana han acogido con beneplácito esta iniciativa, aunque también hay que tener en mente que no todos los países del continente africano han mantenido la misma postura respecto de la guerra en Ucrania, incluso en el caso de algunos como Senegal y Sudáfrica llegando a optar por la abstención en lugar de condenar la invasión de Rusia.
Sin embargo, tampoco hemos de perder de vista que justo un día antes de que dé comienzo la Cumbre, expirará la Iniciativa de Granos del Mar Negro salvo que Ucrania y Rusia lleguen a un acuerdo sobre una nueva prórroga contando con Naciones Unidas y Turquía como mediadoras. Por el momento, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, mantiene la puerta entrecerrada a esta posibilidad. En sus declaraciones de hoy ha subrayado que “Todavía hay muchas preguntas sin respuesta sobre la parte del acuerdo que nos concierne” y que ahora deben tomar una decisión. Se refiere, como han venido repitiendo hasta la saciedad, a que Moscú considera que su parte del Acuerdo logrado el 22 de julio de 2022 no se ha visto satisfecha al alegar que sigue encontrándose obstáculos para exportar sus productos agrícolas y fertilizantes a terceros países.
De igual modo, cuando la primera prórroga de la Iniciativa finalmente adoptada en noviembre no estaba del todo clara Rusia declaró que si no se lograba un acuerdo tampoco impediría que Ucrania continuase exportando sus productos. La incógnita será si en el caso de no lograrse un acuerdo a más tardar el 18 de mayo, Rusia optará por esta postura o por otra distinta.
Continuando sobre el tema agrícola, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha advertido que “Diariamente, [los agricultores] tienen que decidir si quieren arriesgar sus vidas para cultivar su tierra o arriesgarse a perder sus ingresos y los medios económicos para mantener a sus familias”. El jefe de la unidad del CICR en Ucrania, Andrew Duncan, ha destacado -aunque no debe sorprendernos- que los artefactos explosivos sin detonar repartidos por las tierras ucranianas “podría inutilizar porciones significativas de tierra cultivable en los próximos años”, situación que debe entenderse con el hecho de que los suelos negros ucranianos “son cruciales para proporcionar un suministro asequible de cereales para alimentar a la gente en todo el mundo”.
Para concluir, el presidente de la Corte Suprema de Ucrania ha sido arrestado y detenido por presunto delito de corrupción por importe de 2,5 millones de euros. Según la Oficina de Fiscal anticorrupción de Ucrania “este es el caso más grande” que afecta al poder judicial de Ucrania. Un asunto que, sin duda, sacudirá nuevamente e internamente a Ucrania tras el revuelo en el Ministerio de Defensa hace apenas unos meses y en un momento en el que trata de implementar las recomendaciones de la Comisión Europea sobre Estado de Derecho, entre otras, que le darán paso a la apertura de las negociaciones de adhesión.
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