La última jornada de guerra en Ucrania hasta el momento ha seguido marcada por la filtración de documentos secretos estadounidenses, que cada vez parece la opción más factible, habiendo aparecido ya varias decenas de estos. También por la posible campaña de ciberataques que Rusia estaría preparando contra Ucrania para las próximas semanas. En el plano internacional, lo más relevante han sido las declaraciones en torno a Crimea, así como las noticias relativas una vez más al gran número de niños ucranianos llevados a Rusia ilegalmente.
En las últimas horas han aparecido nuevos documentos en las redes sociales, que hacen pensar que la filtración de la que hablamos ayer, va más allá de la guerra de Ucrania. En cualquier caso, más allá de la brecha de seguridad en los Estados Unidos, lo que los documentos muestran es hasta qué punto la inteligencia estadounidense ha penetrado el aparato ruso -e incluso el de algunos aliados-, siendo capaces de advertir a los ucranianos prácticamente en tiempo real de cualquier movimiento o posible ataque, algo que por otra parte se sospechaba y habría tenido un papel fundamental en la defensa ucraniana en las primeras semanas de guerra.
Es posible que buena parte de los datos obtenidos por parte de los Estados Unidos sobre el Ejército ruso se hayan logrado a través de herramientas cibernéticas –al igual que así se habrían localizado los documentos filtrados en las últimas horas– lo que nos lleva directos a otro aspecto de la guerra de Ucrania del que no suele hablarse: la guerra cibernética. Días atrás se publicaba en el medio estadounidense The Economist que los piratas informáticos rusos estaban preparando una nueva campaña de ataques cibernéticos, después de que se hayan venido adaptando en los últimos meses a la realidad de la guerra en este dominio.
Precisamente uno de los asuntos más espinosos en relación con la guerra de Ucrania tiene que ver con el papel, inferior a lo esperado -aparentemente- de la guerra cibernética por parte de Rusia. Se esperaba poco menos que un «ciberarmagedón» para los ucranianos desde las primeras horas del conflicto y lo cierto es que la realidad ha distado mucho de dicha situación. Esto no quiere decir que no hubiese ataques, más bien al contrario. De hecho, el ciberataque ruso más efectivo había sido pensado para ejecutarse el 23 de febrero de 20233, a escasas horas del inicio de la invasión.
Los especialistas en ciberguerra del GRU ruso atacaron tanto las comunicaciones como el mando y control ucraniano, buscando el colapso de sus Fuerzas Armadas al borrar de un plumazo la capacidad del Estado Mayor para liderarlas. Así, por ejemplo, se privó a Ucrania de comunicaciones militares al atacar un satélite Viasat empleado por estas. Quizá lo que salvó a Ucrania fuera la menor dependencia de las comunicaciones centralizadas, al haber adoptado un sistema de aufragstaktik que permitía una mayor iniciativa e independencia por parte de los mandos medios y de baja graduación. También el haberse estado preparando especialmente desde 2021, pero esencialmente desde 2014, por supuesto.
El caso es que, lejos de no haber existido la guerra cibernética, esta sí ha tenido lugar y si los efectos no han sido los esperados, no ha sido tanto por demérito ruso, como por la capacidad ucraniana de hacer frente a los ataques, con el muy valioso apoyo de sus aliados. No obstante, cabe comentar al respecto que hay tres posturas o formas de entender lo ocurrido en torno a la guerra cibernética y la guerra de Ucrania, que Alexis Rapin resume a la perfección como parte del libro «Ukraine: un an après premières leçons et perspectives», a saber:
- Invisibilidad: Atentiendo a que “la ausencia de prueba no constituye prueba de ausencia”, podría entenderse que este tipo de operaciones, al no generar efectivos visibles, más allá de algún corte de comunicaciones o caídas en páginas web, es fácil de mantener en segundo plano. El ejemplo que se cita siempre es el del virus Stuxnet, que no fue descubierto hasta que no llevaba ya años de operaciones. Es decir, que efectivamente la guerra cibernética se está librando en Ucrania con toda su crudeza, como muestran por ejemplo los informes de Microsoft, a pesar de lo cual se mantiene el sigilo, quedando estas operaciones en segundo plano. Además, en medio de tanto descalabro ruso, lo que podría haber sido una campaña exitosa en el quinto dominio tendría más oportunidades si cabe de pasar desapercibido.
- Impotencia: Los defensores de este punto de vista sostienen que los medios cibernéticos han demostrado ser militarmente insignificantes en Ucrania, y que esto era ni más ni menos que lo esperable, pues aunque se han hecho grandes predicciones sobre el papel de la ciberguerra en los conflictos armados, la realidad es que se han implementado proporcionalmente muy pocos ataques cibernéticos en el marco de las últimas guerras libradas. Lo que es más, en ningún caso han producido ningún impacto significativo. Entre las razones de esto cabe citar la dificultad de coordinar el tempo de las operaciones cibernéticas, que en ocasiones se mide en años de preparación, con el de las militares, que siguen un ritmo muy diferente. Además, casi nunca los ataques cibernéticos, por potentes que sean, producen efectos a largo plazo, por lo que la interrupción por ejemplo de las comunicaciones militares ucranianas, si bien fue un duro golpe en las primeras horas de guerra, pudo subsanarse relativamente rápido, máxime cuando tuvieron acceso a Starlink.
- Inmadurez: Finalmente, una tercera teoría se centra menos en la naturaleza de los medios cibernéticos que en las estructuras responsables de usarlos. En esencia, postula que los dispositivos militares que deben usarlos, las burocracias que los manejan y los tomadores de decisiones políticas que guían su desarrollo y uso aún estarían poco familiarizados con las realidades y potencialidades de la guerra cibernética. Dicho de otra forma: el Ejército ruso no estaba preparado para librar una guerra multidominio en la que el quinto dominio fuese uno más en pie de igualdad con el terrestre, el marítimo, el aéreo o el espacial. La «vuelta» de este punto de vista es que, si se diesen los avances oportunos, el quinto dominio podría ganar un importante protagonismo en los próximos años, tal y como ocurrió por ejemplo con el dominio aéreo entre la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial y no digamos a partir de entonces. Además, podría haber otro problema interesante, en relación con esta inmadurez y es que Rusia se había venido preparando para operar en el dominio cibernético en la Zona Gris, pero una vez tuvo que dar el paso y superar el umbral del conflicto armado, las herramientas y el personal que se habían demostrado útiles por debajo de este no lo serían tanto.
Sea como fuere, la realidad es que ambos bandos siguen luchando en el dominio cibernético con intensidad, siendo posiblemente, junto al de la guerra electrónica -y recordemos que para Rusia el dominio de la información liga ambos elementos-, uno de los aspectos más opacos de un conflicto del que, lo cierto, es que sabemos mucho menos de lo que pretendemos. Sirva como muestra un botón: El 18 de febrero de 2023, el SBU ucraniano informó de que más de 550 ciberataques habían sido neutralizados desde principios de año, siendo los principales objetivos la logística, el suministro de energía y la infraestructura militar, así como las bases de datos estatales.
Sobre esto, antes de pasar a las novedades sobre el terreno en las últimas horas, cabe señalar que a estas horas la página oficial del Gobierno ucraniano está caída, así como varias webs más relacionadas con la Administración del país, una buena muestra de que los «combates» en el dominio cibernético siguen siendo el pan nuestro de cada día, trasciendan o no.
Respecto a lo ocurrido sobre el terreno, los combates han seguido dándose en el área de Kreminna y BIlohorivka, en el sector más septentrional del frente. A pesar de ser una zona que ha quedado en un relativo segundo plano debido a que básicamente ha sido Bakhmut el punto que ha copado la atención mediática, el paso del tiempo permitirá valorar la capacidad ucraniana para mantenerse en la margen oriental del Oskil y el Sherebets en los tres últimos meses. Además de esto, también se ha registrado un ataque ruso en dirección a Verkh’okam’yans’ke, sin consecuencias.
En el área de Bakhmut un día más los combates han afectado a Bohdanivka al norte, al centro de la ciudad y a la zona de Ivanivske, ya al sur. Como puede verse en el vídeo sobre estas líneas, el estado de la carretera de Khromove, controlada por Rusia por el fuego, es dantesco, lo que no evita que los ucranianos continúen transitándola y defendiéndose en las partes de Bakhmut bajo su control.
Más al sur, en torno a Avdiívka, se han registrado enfrentamientos en Novokalynove, Severne y Permovais’ke. A estos se suman los que se han producido nuevamente en Mariínka y en Pobjeda.
Además de todo lo anterior, a lo largo del día han estado activas las alarmas aéreas en buena parte de la geografía ucraniana, a pesar de lo cual no parecen haber trascendido impactos más allá de uno registrado en Kostiantinyvka, localidad atacada hoy utilizando para ello misiles antiaéreos S-300 en su función secundaria de ataque a tierra.
Como curiosidad, el Ministerio de Defensa británico ha dado por fracasada la campaña de ataques rusos sobre la infraestructura eléctrica y energética ucraniana de los últimos meses, al constatarse que Rusia es incapaz de continuar lanzando oleadas de cierta entidad desde hace semanas. En relación con esto, aunque pueda ser vender la piel del oso antes de cazarlo, ya que Rusia podría encontrar la forma de lanzar nuevas oleadas en el futuro, hoy Ucrania ha reanudado las exportaciones de electricidad. Esto, que es sintomático de la forma en que está logrando recuperarse de los efectos de los pasados ataques, lo es también de que la presión sobre su sistema eléctrico ha bajado debido al final de la temporada invernal, algo que ha de tenerse en cuenta.
Todo ello en un día en el que las fuentes OSINT confirman que Rusia ha perdido más de 10.000 vehículos y sistemas de armas de todo tipo en lo que va de guerra, una cifra tan simbólica como irrelevante, más allá del acusado coste material.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
Abrimos la sección institucional y diplomática de hoy justo donde la dejamos anoche en lo que concierne a las sugerencias de que Ucrania ceda y renuncie a Crimea. El presidente Zelenski se mantiene en su postura maximalista y en su discurso de anoche fue tajante al afirmar:
“El mundo debería saber: el respeto y el orden volverán a las relaciones internacionales solo cuando la bandera ucraniana regrese a Crimea, cuando haya libertad allí, como en cualquier otro lugar de Ucrania.”
De una manera más radical se ha pronunciado Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, al afirmar que Ucrania dejará de existir porque nadie en el mundo la necesita. Más concretamente, ha precisado que el Estado ucraniano no es necesario para Europa, Estados Unidos, África, América Latina, Asia, Rusia y, finalmente, el propio pueblo ucraniano. En el caso de Europa va más allá al sostener que “el intento de poner a los ‘jóvenes parásitos chupadores de sangre ucranianos en el cuello artrítico de la decrépita UE’ se convertirá en la caída final de la ‘Europa antes real, pero ahora empobrecida debido a la degeneración’”.
Por otro lado, nos encontramos ante una jornada en la que se cumple un año desde el ataque contra la estación de tren de Kramatorsk mientras se estaba emprendiendo la evacuación de más de 4.000 civiles y que se saldó con 61 vidas y 121 heridos, en su mayoría mujeres y niños.
Continuando con los menores, según datos oficiales de Ucrania, la cifra de niños deportados ilegalmente desde los territorios ucranianos ocupados a Rusia asciende ya a 19.349 sin contar a los 379 menores que se encuentran en paradero desconocido. Una cuestión en la que las autoridades ucranianas están volcando sus esfuerzos para lograr llevarlos de vuelta a Ucrania y con sus familias.
Una buena noticia en este ámbito es que se ha confirmado que otros 31 niños han sido devueltos a Ucrania gracias a la actividad de la ONG Save Ukraine. No obstante, estaba previsto que el número ascendiese a 33, sino que la abuela responsable de recoger a estos dos últimos menores ha fallecido durante las gestiones. Esta ONG logró devolver a 95 niños en 2022, si bien en total ya van 360.
En la misma base de datos de Ucrania “Niños de la Guerra” se confirma que desde el 24 de febrero de 2022 hasta el día de hoy, 8 de abril de 2023, han fallecido 467 menores y 946 han resultado heridos. Desafortunadamente, estas fechas no son definitivas como se ha venido advirtiendo por todas las entidades nacionales e internacionales encargadas de verificar las bajas civiles.
Precisamente, el jefe de la presidencia de Ucrania, Andriy Yermak, ha conversado telemáticamente con Amal Clooney, abogada de derechos humanos co-fundadora de la “Clooney Foundation for Justice”, para discutir sobre la protección de los derechos de los niños ucranianos y hacer que Rusia rinda cuentas por los crímenes cometidos contra este colectivo. Yermak ha puesto de manifiesto la importancia de desarrollar nuevos mecanismos para proteger los derechos de los menores, castigar a los perpetradores y lograr que se prevenga la comisión de futuros crímenes.
Del lado de Rusia, el representante permanente ante las Naciones Unidas, Vassily Nebenzia, ha comentado recientemente que un “tema crítico” es “salvar a los niños de los horrores de las hostilidades que Kiev ha estado librando contra la gente del Donbás durante casi 9 años”. Así se refirió a los menores que han perdido la vida como resultado de ataques de artillería o por explosiones de artefactos explosivos, o bien también que han sido “víctimas de una política fratricida de Kiev y de las ambiciones geopolíticas de sus patrocinadores”. Nebenzia defiende, por ende, lo siguiente:
“Esta tragedia podría haberse evitado si el régimen de Kiev hubiera implementado los Acuerdos de Minsk y hubiera dejado de luchar contra el pueblo de habla rusa del Donbás. No habría sucedido si los estados occidentales hubieran apoyado el Proceso de Minsk no solo con palabras, sino también con hechos, en lugar de usarlo como un encubrimiento para rearmar al régimen de Kiev para una mayor agresión contra el Donbás.”
Cambiando de tercio, Ukroboronprom, la agencia de armamento ucraniano, y Polska Grupa Zbrojeniowa, la mayor empresa de defensa de Polonia, han firmado un acuerdo en virtud del cual realizarán de manera conjunta las reparaciones y revisiones de los carros de combate T-64 en las nuevas instalaciones de Bumar-Łabędy en Gliwice. No obstante, está previsto que en un futuro amplíen su cooperación al mantenimiento de los carros T-72 y RT-91 transferidos por Polonia a Ucrania. De igual modo, se está considerando la posibilidad de que también se realice un mantenimiento conjunto de los Leopard 2 enviados a Ucrania por varios socios internacionales.
De otro lado, en el comunicado oficial Ukroboronprom ha subrayado que como resultado de la visita del presidente Zelenski a Varsovia esta semana, Ucrania y Polonia han concluido un acuerdo sobre la producción conjunta de proyectiles de artillería de 125 mm en instalaciones polacas.
Pasando a la ayuda por crowdfunding, la Fundación Come Back Alive – mencionada en no pocas ocasiones en estas líneas – ha entregado 15 camionetas Peugeot Landtrek a la 47ª Brigada. Asimismo, les han hecho entrega de equipo de francotiradores que contienen lo siguiente:
- 6 visores térmicos Saim SCH 50
- 3 trípodes LM-405C
- 3 rótulas HB-70 para los trípodes
Complementariamente también puede destacarse que esta misma semana la Fundación ha logrado adquirir y brindar 300 drones – 200 DJI Mavic 3 Fly More Combo y 100 Mavic 3T con cámaras térmicas – por un total de 35,8 millones de grivnas (891.779 euros al cambio actual). Desde que comenzó la invasión el 24 de febrero de 2022, la Fundación ha logrado recaudar los fondos necesarios para comprar 5.535 cuadricópteros de diferentes modelos – recordemos que con anterioridad entregaron Leleka-100 por ejemplo.
Para concluir, resulta llamativo que Ucrania ha decidido reanudar sus exportaciones de electricidad tras lograr operar durante casi dos meses sin restricciones en el consumo y contando con una reserva de capacidad. Por tanto, como ha señalado el ministro de Energía, German Galushchenko, “el invierno más difícil ha pasado”.
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