Rusia ha vuelto a enviar una oleada de misiles de crucero contra Ucrania, aunque en esta ocasión parte de los mismos se habrían dirigido contra instalaciones relacionadas con la logística ucraniana y no solo contra sus infraestructuras críticas. Mientras tanto, aunque todos hablan sobre carros de combate o aviación en relación con la futura ofensiva ucraniana, dos pregunta más importantes sobrevuelan el futuro de la guerra: 1) ¿qué papel jugará el elemento humano?; 2) ¿qué bando sufrirá antes la carestía de municiones?
Antes de entrar a responder estas preguntas (en lo que permite la extensión de nuestros informes), es obligado tratar dos temas. El primero, relativo al sabotaje al Nord Stream, del que Rusia acusó en su día al Reino Unido, aunque también apoyan ahora la versión publicada por el periodista estadounidense Seymour Hersh. Un artículo el de este último que está siendo refutado de arriba a abajo en los últimos días y que como ya enlazamos, no soporta el menor análisis crítico.
El segundo, en referencia a la nueva oleada de misiles rusos, cifrados en hasta 32, que esta noche habrían atacado Ucrania (país que afirma haber derribado 16 de ellos). Aunque algunos de ellos se han dirigido contra la infraestructura crítica del país y otros estarían buscando desgastar sus defensas antiaéreas mientras Rusia continúa acumulando medios aéreos (a la espera de que se pongan en práctica) en esta ocasión parece que unos pocos se han dirigido contra fábricas, talleres e instalaciones de reparación relacionadas con las Fuerzas Armadas ucranianas, lo que en cierto modo es una novedad.
Pasando ya a tratar las preguntas expuestas en la entradilla, en las últimas semanas los medios han dedicado bastante espacio –también nosotros en estos informes y en artículos específicos– a intentar explicar todo lo relativo al envío de carros de combate a Ucrania, así como de otros materiales avanzados como las bombas planeadoras GLSDB o incluso los aviones de combate, una cuestión esta última todavía abierta y que no se resolverá a corto plazo.
En términos generales, no obstante, hay dos preguntas mucho más determinantes para el futuro de la guerra, que merecen una respuesta, aunque sea tentativa y esté sujeta a cambios. La primera de ellas es está relacionada con el componente humano, no solo cuantitativo, sino también cualitativo. Rusia, como sabemos, ha recurrido tanto a la movilización encubierta, como posteriormente a una movilización parcial, a los «voluntarios» extraídos de las prisiones y, se cree, a una nueva movilización encubierta.
Con ello, ha logrado reunir una fuerza de varios cientos de miles de hombres de los cuales una parte sustancial ha resultado muerta o herida en los combates que llevan teniendo lugar desde finales de año, ya que fueron llevados directamente al frente sin apenas entrenamiento, para cubrir una gran carencia de personal. Otra parte, la que ha recibido un mejor entrenamiento -dentro de los estándares rusos- comienza a entrar en juego ahora, y está siendo empleada para reconstituir unidades, como las empeñadas en Vuhledar, en Kreminna y, cada vez más, en el área de Bakhmut en sustitución de Wagner.
Estos últimos, quizá los combatientes más efectivos con los que ha contado Rusia en lo que llevamos de guerra, no solo han sido notablemente desgastados, sino que la organización como consecuencia de las luchas políticas internas que se vienen produciendo en Moscú desde hace meses, se ha visto privada del acceso a presidiarios, su mejor simiente en los últimos meses.
Ucrania, por su parte, además de ir formando a los integrantes de la sucesivas levas en el oeste del país, se está beneficiando de los distintos programas de entrenamiento tanto europeos como estadounidenses, lo que le permitirá a finales de primavera, contar con una fuerza de varias decenas de miles de uniformados bien entrenados y pertrechados. Además, la política de rotaciones que hemos visto sin ir más lejos en Bakhmut, buscando salvar el «núcleo» de las unidades más potentes para conservar tanto el saber hacer como el espíritu de cuerpo, debería ayudar a no perder un capital humano que ha sido clave en la resistencia ucraniana, por más que las cifras estimadasn de bajas sea también brutales.
Es decir, que salvo sorpresa y aunque Rusia siga aumentando el número de movilizados, Ucrania, que sigue contando con más de medio millón de efectivos entre Fuerzas Armadas, Fuerzas de Defensa del Territorio y combatientes extranjeros, en ningún caso se encontraría en una desventaja numérica demasiado acusada (y eso que en ningún caso se habrían acercado a la cifra de un millón de uniformados deseada por su ministro de Defensa). Una situación en la que el adiestramiento individual y colectivo, que pesa de su lado, sería clave para inclinar la balanza del lado de Kiev en futuros combates.
Además de la infantería, y dado que los cambios tecnológicos relegan al carro de combate y en general al arma acorazada a un segundo plano (sin entrar en que esto es en parte consecuencia de la incapacidad de ambos para aplicar una doctrina de armas combinadas), el otro arma fundamental en esta guerra está siendo la artillería.
Rusia únicamente ha logrado avances importantes cuando ha logrado gozar de una franca superioridad en este ámbito, como ocurrió el verano pasado en las ciudades gemelas de Severodonetsk y Lysychansk o como habría ocurrido en localidades como Propasan, Soledar, etc. En los casos en que la superioridad no es tan importante, como ocurre ahora mismo en Bakhmut, los avances solo son posibles a costa de bajas desproporcionadas y en cualquier caso, extremadamente lentos.
Es así porque Ucrania y Rusia no utilizan la artillería para las mismas funciones. En el primer caso, además de por supuesto batir posiciones rusas y ablandarlas cuando están a la ofensiva, en la mayor parte de los casos lo que hemos visto es un uso táctico relacionado con la interdicción y un uso estratégico en el caso de la erosión de la logística rusa y de los ataques de precisión a cuarteles generales y demás. En el segundo, la mayor parte del uso ha sido siempre táctico y en ofensiva, tanto para «ablandar» defensas, como para neutralizar momentáneamente a la infantería ucraniana dando una ventana de oportunidad a sus propios infantes para avanzar.
Lo crucial aquí es que este último uso, ligado además al uso intensivo de proyectiles no guiados que hace el Ejército ruso, implica un consumo desmesurado de municiones que se cifra, dependiendo de la fase de la guerra, en entre 24.000 y 60.000 proyectiles diarios. La artillería ucraniana, por el contrario -y a pesar de las quejas constantes- ha venido realizando su labor en muchas ocasiones con entre el 10 y el 30 por ciento de estas cifras.
Una de las razones por las que Ucrania se mantiene en Bakhmut, y que ya hemos apuntado, tiene que ver precisamente con el enorme consumo de munición que está suponiendo para Rusia -al que ahora se sumará el de las grandes concentraciones artilleras en Kreminna-. Si la apuesta ucraniana es la correcta, toda esta munición gastada en objetivos de valor limitado, dejaría de estar disponible en los próximos meses, dificultando la defensa de los territorios tomados cuando llegue la ofensiva ucraniana.
El problema, en cualquier caso, pasa no solo porque Rusia sufra carencias de munición, sino especialmente porque los socios y aliados de Kiev sean capaces de satisfacer de forma sostenida las necesidades de las AFU, algo que hasta ahora se ha conseguido únicamente a duras penas. Un esfuerzo que no solo debe ser extensivo a la munición para artillería, sino también a la de carros de combate, vehículos de combate de infantería, blindados de todo tipo, infantes, etc. Problema que no podrá solventarse sin aumentos de producción, por más que se esté entrenando a los ucranianos para combatir empleando menos munición.
Lo contrario implicará enormes bajas y resultados mediocres, como en Jersón, en donde la retirada rusa se realizó sin el gran embolsamiento pretendido y más debido a las particularidades geográficas, con las tropas rusas contra el río y los puentes y pontones bajo constante ataque, que por la efectividad ucraniana a la hora de romper las líneas rusas.
Pasando a lo ocurrido sobre el terreno y comenzando como siempre por el norte, la situación es parecida a la de ayer, con ataques rusos persistentes sobre la localidad de Hryanykivka, al norte de Kupyansk, que por el momento sigue sin caer. En la zona de Kreminna, en donde Rusia estaría concentrando importantes medios artilleros, las líneas no parecen haber cambiado de forma sustancial. Los ataques rusos hoy se han dirigido desde Dibrova hacia Tors’ke, desde Kreminna en dirección a Serebryanka y desde Lysychansk hacia Bilohorivka, con el objetivo de todos conocido.
En el área de Bakhmut, se habla de avances rusos en dirección a la localidad de Zaliznyans’ke. También se ha vuelto a luchar en la zona de Fedorivka/Rozdolivka, resistiendo por el momento las líneas ucranianas. Algo parecido ocurre en Paraskoviivka, en donde mercenarios de Wagner se han fotografiado muy al norte de la localidad. Al hilo de lo que explicábamos en la primera parte del informe sobre el uso que hace Ucrania de su artillería, esta zona, que incluye Krasna Hora, ilustra a la perfección cómo los artilleros del país, que han tenido tiempo más que de sobra para tomar distancias y apuntar referencias clave en sus cartillas de tiro, baten a conciencia a las unidades rusas en su avance, causando cuantiosas bajas.
Al sur de la ciudad, continúan los combates en la zona de contacto entre Bakhmut y Opytne, así como en la zona de Klischiivka, aunque en este caso en dirección suroeste hacia Bila Hora, quizá intentando buscar rutas alternativas hacia Kostyantynivka, en tanto los intentos por Ivanivske se han visto frenados en los últimos días.
En torno a la ciudad de Donetsk, hoy se han registrado ataques rusos en dirección a Avdiivka al norte, a Vodyane y Permovais’ke al noroeste y a Mariinka (aquí Rusia está intentando rodear la ciudad a norte y sur tras meses de ataques frontales fallidos) y Novomikhailivka al suroeste. Además, ha seguido la acción en la zona de Vuhledar, por más que el frente aquí permanezca estable. De hecho, la artillería rusa continúa castigando las posiciones ucranianas en esta urbe, incluyendo el uso de armas termobáricas.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
La jornada 358 de la guerra ha venido acompañada de una visita sorpresa a Ucrania; la del ministro de Exteriores de Israel, Eli Cohen. El representante israelí se ha reunido tanto con su homólogo Dmytro Kuleba como con el presidente Zelenski para discutir entre otras cosas, la implementación de la Fórmula de Paz.
Las autoridades ucranianas han invitado a Israel a que se involucre en su implementación y, además, a que la respalden en el seno de Naciones Unidas, máxime cuando se está esbozando una resolución cuya votación se espera que se realice en vísperas del primer aniversario de la invasión. De hecho, el ministro Cohen ha señalado que Israel respaldará la iniciativa de paz en Naciones Unidas y que ayudaría a obtener hasta 200 millones de dólares que se destinarán a proyectos sobre salud e infraestructura. Asimismo, Israel pretende ayudar a Ucrania a desarrollar un sistema inteligente de alerta temprana frente a los ataques aéreos.
Asimismo, han puesto sobre la mesa la posibilidad de que Israel se involucre en la reconstrucción de Ucrania en la fase de posguerra, y se le ha extendido invitación también para que participen en la restauración de la infraestructura civil. En este sentido, Zelenski también considera que Israel podría compartir su experiencia en las tareas de remoción de minas.
El ministro israelí, por su parte, ha publicado en su perfil de Twitter que le ha enfatizado a Zelenski que “Israel apoya inequívocamente la soberanía y la integridad territorial de Ucrania”. Además, ha comentado que han acordado “que la actividad terrorista de Irán en Ucrania merece condena y medidas prácticas por parte de la comunidad internacional en los términos más enérgicos”.
El presidente ucraniano también ha hablado hoy con su homólogo de Kazajstán, Qasym-Jomart Toqayev, para discutir sobre la cooperación entre ambos países en plataformas internacionales y para agradecerle la ayuda humanitaria que han enviado a Ucrania.
Por otro lado, la reunión de más alto nivel que ha tenido lugar hoy ha sido la del primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, y los embajadores del G7 en Kiev. Entrando en detalle, han discutido sobre la Fórmula de Paz propuesta por Zelenski y las prioridades para la restauración y los planes para descentralizar la red energética ucraniana. Shmyhal además ha enfatizado a los participantes la necesidad “de aumentar simultáneamente” la presión sobre Rusia y que la respuesta al chantaje nuclear en la central de Zaporiyia y el “terrorismo” en el embalse de Kakhovka debe ser endurecer las sanciones. Sobre esto último señala que en particular el endurecimiento debe ir dirigido a la industria nuclear rusa.
Sin embargo, en el caso de la Unión Europea nada apunta a que esta vaya a incluirse en el próximo paquete de sanciones según la propuesta presentada por la Comisión Europea y que recogimos en nuestro informe de ayer.
A colación, el Ministerio de Finanzas de Ucrania ha dado la bienvenida a la decisión del Consejo de Asuntos Económicos y Financieros de la UE (ECOFIN) para incluir a Rusia en la lista de la Unión de jurisdicciones fiscales no cooperativas, es decir, la lista negra de paraísos fiscales.
Retomando el hilo, Japón invitará a Ucrania a la próxima reunión de los ministros de Exteriores del G7 que tendrá lugar en Alemania este jueves 18 de febrero. A esto se suma que el próximo 24 de febrero tendrá lugar una cumbre del G7 en modalidad online coincidiendo con el primer aniversario de la invasión.
El primer ministro Shmyhal también se ha reunido por separado con la ministra de Exteriores de Canadá, Mélanie Joly, para abordar un amplio conjunto de temas dentro de la cooperación bilateral entre ambos países. Además, el recién nombrado ministro del Interior de Ucrania, Ihor Klymenko, también se ha reunido con la representante canadiense.
Al término de los encuentros, Joly ha anunciado que Canadá aportará 7,5 millones de dólares canadienses adicionales para el desminado y la capacitación de especialistas ucranianos. Esto eleva la ayuda total canadiense para el desminado a 22,5 millones de dólares canadienses. Joly ha enfatizado que Canadá fue uno de los primeros países en brindar asistencia financiera “significativa” a Ucrania y que continuarán haciéndolo “hasta su victoria”. Durante su visita también han abordado la posibilidad de desarrollar adicionalmente alguno de los proyectos conjuntos para el tratamiento, prótesis y rehabilitación de los veteranos de guerra.
Sobre este último tema, y al que se añaden las áreas de salud mental, entornos libre de barreras para las personas con discapacidad y la diplomacia cultural, han sido discutidos por la ministra canadiense con su homólogo ucraniano, Dmytro Kuleba, y la primera dama Olena Zelenska. Ha sido Zelenska quien ha propuesto que se inicie un intercambio de conocimiento y resultados e investigación entre especialistas ucranianos y canadienses sobre el Trastorno de Estrés Postraumático, teniendo en cuenta el Centro de Canadiense de Excelencia especialista en la materia.
En lo que concierne a la diplomacia cultural, Zelenska ha puesto el acento en la implementación del proyecto Biblioteca ucraniana en las bibliotecas canadienses y que ya ha sido implementado en 26 países como Turquía, Finlandia, Jordania, Japón, Líbano o España. Además, la Primera Dama ha pedido que Canadá apoye la prohibición de la participación de los atletas rusos y bielorrusos en los próximos Juegos Olímpicos.
Sobre la ayuda a Ucrania es importante poner de manifiesto que Noruega ha aprobado su paquete de asistencia a Kiev durante un periodo de 5 años y con un importe de aproximadamente 7.000 millones de dólares. La aprobación, además, ha coincidido con la intervención del presidente Zelenski ante los miembros del Parlamento y Gobierno noruego.
De este modo Noruega se ha erigido como pionero al lograr un acuerdo político sobre un programa plurianual de apoyo a Ucrania que consistirá en entregas anuales de aproximadamente 1.370 millones de euros. Como dato interesante, en 2023 esta cifra se dividirá a partes iguales para el apoyo civil y el militar.
Además, el gobierno de Noruega prevé un desembolso adicional de 450 millones de euros durante 2023 para los países en vías de desarrollo que se están viendo gravemente afectados por los efectos de la guerra como, por ejemplo, la inseguridad alimentaria.
En otro orden de cosas, desde el Parlamento Europeo los eurodiputados reunidos en Estrasburgo han pedido que se considere seriamente la entrega de aviones de combate, helicópteros, sistemas de misiles apropiados y un aumento sustancial de municiones a Ucrania. En la misma resolución piden que hagan más efectivas las sanciones ya vigentes y se adopten las siguiente, y que también se complete el régimen legal que permitirá emplear los activos rusos confiscados en la reconstrucción de Ucrania.
De igual modo, han insistido en que hay que trabajar desde la UE para iniciar las negociaciones de adhesión de Ucrania a la Unión este año, si bien enfatizan que el proceso de adhesión “sigue siendo un proceso basado en el mérito con respecto a los procedimientos pertinentes y los criterios condicionales”.
Cambiando de tercio, como medida de represalia Rusia también ha declarado a cuatro diplomáticos de la embajada de Austria en Moscú como personas non gratas y deben abandonar el país antes del 23 de febrero. Previamente, cuatro diplomáticos habían sido expulsados del territorio austríaco.
Mientras tanto el Parlamento de Eslovaquia ha aprobado una resolución en la que reconoce al Kremlin como un régimen terrorista y a Rusia como un estado patrocinador del terrorismo.
También es importante destacar que se ha llevado a cabo con éxito un nuevo intercambio de 101 prisioneros ucranianos, siendo uno de ellos civil; el teniente de alcalde de la ciudad de Energodar en el óblast de Zaporiyia. La mayoría de los combatientes que vuelven a sus hogares son de Mariúpol, incluidos 63 defensores de Azovstal, aunque también se cuentan soldados que defendían Jersón, Kiev, Bucha y Limán.
Para concluir, el presidente de la Duma estatal rusa, Vyaschelav Volodin, ha enfatizado que el Consejo de Europa debe sustituirse por otra organización dado que fue establecido en 1949 cuando el mundo era “multipolar” y todas las instituciones internacionales operaban sobre la base “de los principios de respeto mutuo”. Según sus propias palabras:
“Las instituciones del Consejo de Europa están podridas hasta la médula, y los valores de hoy ya no pueden unir a sus miembros. Es por eso que debemos pensar en crear una nueva organización y hacer todo lo posible para lograrlo, para que los principios que practicamos , proteger y promover en las relaciones internacionales – el respeto mutuo, la ausencia de dobles raseros, la no intervención en los asuntos soberanos de otros estados, el respeto por la cultura, las tradiciones, la historia y el idioma – serían los cimientos del funcionamiento y la existencia de esta nueva organización.”
Cabe recordar que Rusia abandonó el Consejo de Europa -y también fue expulsada- en marzo de 2022 y que, tras su denuncia, también dejará de aplicarse al país el Convenio Europeo de Derechos Humanos.
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