El nivel de compromiso de los aliados de Occidente para con Ucrania no deja de aumentar. Pese a que mandatarios como Macron intentan mantener canales de comunicación abiertos con Rusia, el envío de carros de combate, para lo que se están formando coaliciones lideradas por Polonia y Alemania en función de la variante de Leopard 2, es un paso significativo. No obstante, hay muchas otras declaraciones que pasan desapercibidas, pero que tienen en conjunto una importancia capital, como las del CEO de la empresa germana Rheinmetall, que ha asegurado que la compañía que dirige podría comenzar a producir incluso lanzadores HIMARS para satisfacer la demanda provocada por la guerra. Más importante si cabe, incluso pesos pesados como Henry Kissinger defienden ya abiertamente la entrada de Ucrania en la OTAN.
En las últimas horas han seguido sucediéndose las noticias relativas al envío de carros de combate occidentales a Ucrania. Desde fuentes diplomáticas ucranianas se ha llegado a dar la cifra de 321 carros, aunque entendemos que en el total se incluyen tanto los Abrams, Leopard 2 y Challenger 2 como los PT-91 y T-72 ya comprometidos.
Para ello, como adelantamos ayer, se están configurando dos coaliciones diferenciadas -por más que coordinadas-. La primera de ellas, liderada por Alemania, se haría cargo de todo lo relacionado con los Leopard 2A5/2A6, como las 14 unidades que enviará ese país. La segunda, encabezada por Polonia, coordinará el envío de Leopard 2A4, como los que presumiblemente enviará España.
Las declaraciones y los gestos como las banderas de la imagen que ilustra este informe son significativos. Si nos fijamos, veremos que en el grupo responsabilidad de Polonia figuran banderas como la española, la canadiense, la británica y la turca. Esto podría indicar por una parte que la entrega de los Challenger 2 y su logística y entrenamiento serán gestionados a través de este grupo, pero también que hay países como Turquía que difícilmente enviarán carros, pero podrían participar de una forma u otra con recambios, apoyo técnico, formación, etc.
Respecto a España, hoy se ha producido un hecho curioso. El Ministerio de Defensa ha publicado una nota de prensa, informando sobre la visita de la ministra de Defensa y el JEMAD al contingente español en Letonia. Allí, según se explica, la responsable del ministerio se ha interesado por los Leopardo 2E allí desplegados, a la vez que ha destacado: «destacado que, como parte de un compromiso “claro e inequívoco con la paz”, España, “coordinadamente con los socios y aliados de la OTAN”, enviará a Ucrania carros ‘Leopardo 2A’ que estén en adecuado estado de funcionamiento, para lo cual, subrayó, contará con el apoyo de la industria».
Como es evidente, los carros de combate «Leopardo 2A» no existen. No al menos en la nomenclatura oficial de nuestro ministerio. Por tanto, la nota no aclara si finalmente serán «Leopard 2A4» o «Leopardo 2E«. En cualquier caso, dado que España parece formar parte de la coalición liderada por Polonia, parece evidente que se tratará de los primeros. Más interesante es que en la nota se habla de una fecha: «la próxima primavera». Amplia, pero orientativa, pues como hemos defendido en alguna ocasión, es muy difícil que estos carros puedan entrar en servicio con Ucrania con garantías antes de mediada dicha estación.
Más allá de esto, por mucha importancia que se de al envío de carros por las posibilidades que pueden otorgar a Ucrania de cara a futuras ofensivas (siempre que se cumplan las condiciones que hemos ido repitiendo), lo relevante de la entrega sigue siendo lo que supone en términos de compromiso de Occidente para con Ucrania, algo que merece una pequeña explicación.
Tal y como explicamos en nuestro primer libro sobre la guerra, y posteriormente hemos ampliado en el segundo, Ucrania no ha tenido siempre el mismo grado de apoyo entre sus aliados. En los primeros compases de la guerra, cuando prácticamente nadie confiaba en las posibilidades ucranianas, se trataba de imponer un altísimo grado de desgaste a Rusia, es decir, un gran coste, que minimizase sus exigencias a la hora de una negociación. Negociaciones que, para quien no lo recuerde, se llevaron a cabo y fracasaron… cuando se atisbó una posibilidad real de frenar a Rusia en el campo de batalla.
Desde entonces, el grupo de apoyo a Ucrania (Ramstein) ha servido para coordinar la ayuda internacional en el apartado militar, pero también, aunque esta no sea una explicación muy académica, para mantener (dando una vuelta de tuerca a la conocida frase del primer Secretario General de la OTAN, Lord Hastings Ismay) «a los rusos fuera, a los alemanes dentro y a los ucranianos en la lucha». Dicho de otra forma, la guerra de Ucrania, a medida que las posiciones se continúan alejando y sigue sin atisbarse una estrategia de salida, está acelerando la formación de bloques cada vez más estancos y enfrentados.
Para la retórica rusa, obviamente, Occidente -y especialmente la Unión Europea- es un «viejo mundo senil», empeñados como están en profundizar en su revolución conservadora y en un «desafío a Occidente» que en buena parte es la reacción a la continua pérdida de terreno en lo económico, en lo tecnológico, en lo demográfico y en lo militar, fenómeno que está detrás en buena parte del viraje de Ucrania hacia una UE y una OTAN mucho más atractivas de cara al futuro del país.
En el caso occidental, por el contrario, las posiciones respecto a Rusia han estado mucho más divididas de lo que se cree. Las aspiraciones francesas a la hora de mantener su «grandeur» siempre le han llevado a intentar ser más que un puente entre Rusia y Occidente, un verso suelto. En Alemania, sucesivos gobiernos socialdemócratas y democristianos han estrechado lazos con Moscú hasta el punto de hacer a su economía completamente dependiente de los hidrocarburos rusos.
Dentro de la Unión Europea, entendida como conjunto, siempre han existido bloques definidos por factores como la relación económica, la percepción de la amenaza, la historia reciente o la confrontación con Rusia en escenarios como el norte de África u Oriente Medio entre otros. Esto ha dado como resultado una incapacidad para adoptar decisiones comunes en muchos casos y ha sido una rémora importante a la hora de perseguir la elusiva «autonomía estratégica». Incluso en Washington las posiciones han sido muy volubles, dependiendo de las orientaciones de cada gabinete. No hay más que recordar los tiempos de Clinton o el «reset» de Obama.
Sin embargo, confirmando las predicciones de Kennan, el avance de Occidente y la pérdida de poder relativo por parte rusa se han ido conjugando provocando como consecuencia confrontación que se ha venido agravando hasta materializarse finalmente en una guerra delegación en la que Occidente, como respuesta a la agresión rusa sobre Ucrania, se ha movilizado para sostener a Kiev y erosionar en lo posible a Rusia, jugando de paso a la caída de Putin.
Siguiendo con Kennan, este abogaba por una salida negociada, federal, que hiciese posible la convivencia, siendo empáticos con los intereses rusos, la principal potencia en la zona. Ahora bien, llegados a este punto la realidad es muy diferente y no parece haber ni estrategia de salida al conflicto, ni posibilidad de acercamiento a medio o largo plazo. Más bien asistimos a la profundización en la formación de bloques, habiendo provocado la guerra un estrechamiento de lazos entre Europa y Estados Unidos (entendiendo que se trata de un tema con muchas aristas, desde el renovado auge de la OTAN como núcleo de la seguridad europea a las divisiones entre atlantistas y europeístas) y un acercamiento de Rusia a China y también al Sur Global, una estrategia que podría resultar nefasta.
En este contexto, no es de extrañar que sean cada vez más los que hablan de la necesaria entrada de Ucrania en la OTAN, ni tampoco que la industria europea y estadounidense se prepare para abastecer a Ucrania a medio y largo plazo, con declaraciones como las del CEO de la empresa alemana Rheinmetall asegurando que su empresa podría incluso llegar a producir lanzadores HIMARS o medidas como las aprobadas por el Pentágono para multiplicar la producción de municiones.
En resumen, estamos ante una guerra que promete ser larga y cruenta, que es un episodio inicial y crucial del paso desde un mundo unipolar y estable hacia otro inestable y caracterizado por la competición estratégica entre grandes potencias y en el que cada vez se tolerarán menos las posiciones independientes, como la que han mantenido Alemania y Francia en muchas ocasiones.
Cambiando radicalmente de tercio, para ocuparnos ahora de lo acaecido en el campo de batalla en las últimas 24 horas, comenzamos por la parte más septentrional del frente, coincidiendo con la línea Troits’ke-Kreminna-Svatove. Desde esta zona apenas han llegado novedades, manteniéndose cierto silencio informativo durante la última jornada. Sin embargo, sí han trascendido imágenes de combates recientes en el área de Kreminna (que se pueden ver en el vídeo sobre estas líneas) y Dibrova (en donde se están utilizando los BMPT rusos), así como de la presencia de la 76ª VDV rusa. También se ha registrado un ataque ruso nuevamente sobre Bilohorivka.
En el área de Bakhmut, los efectivos de Wagner seguirían logrando pequeños avances desde Soledar en dirección a Rozdolivka, Nikolaevka, Vasyukivka y Krasna Hora, pero sin conseguir en ningún caso tomar posiciones relevantes, mientras se enfrentan a las nuevas líneas de trincheras ucranianas. Del mismo modo, han proseguido sus ataques sobre el sector nororiental de Bakhmut, en donde fuentes rusas hablan de combates dentro de las primeras líneas de edificaciones. Al sur, han intentado avanzar tanto al norte como al sur de Klishchiivka, en dirección hacia Ivanivske.
Pasando a Donetsk, allí se han registrado nuevos intentos por parte de la milicia en dirección a Vodyane, Mariinka y Pobjeda, aunque la situación en el frente permanece sin cambios desde hace semanas. En la localidad de Novoaidar un ataque ucraniano con cohetes GMLRS se ha saldado con al menos 14 muertos y más de 20 heridos. Desde fuentes prorrusas, se hace hincapié en que la estructura atacada era un hospital y que el ataque constituiría un crimen de guerra, mientras que desde fuentes más cercanas a Ucrania se asegura que era un edificio utilizado desde tiempo atrás exclusivamente para alojar tropas rusas.
Respecto a Vuhkedar, han seguido los ataques rusos, tanto en dirección al sureste de esta localidad desde Mykils’ke, como desde Novomaiors’ke hacia Prechistivka, población al oeste de Vuhledar. No hay nada que haga pensar por el momento en avances rusos hacia esta localidad, que sigue siendo bombardeada de forma continuada, habiendo aparecido desde ayer nuevos vídeos de pérdidas de carros de combate, entre otros, algunos de ellos muy duros.
Contexto internacional, diplomacia y sanciones
La jornada de hoy ha transcurrido sin grandes anuncios, pero sí debemos abordar algunas cuestiones y consecuencias de la guerra a las que a menudo no se les otorga la importancia debida. Para empezar, desde Ucrania en las últimas horas han sido tajantes al afirmar que van a boicotear los próximos Juegos Olímpicos con declaraciones bastante francas y crudas.
Pese a que el Comité Olímpico Internacional (COI) emitió su “Declaración sobre la solidaridad con Ucrania, las sanciones contra Rusia y Bielorrusia y el estatus de los atletas de estos países” en la que se prevé entre otras cosas que ningún funcionario gubernamental o administrativo de Rusia y Bielorrusia deba ser invitado o acreditado para ningún evento o reunión deportiva internacional, ni se exhibirán banderas, himnos, colores o cualquier otra identificación, desde Ucrania no están conformes.
En otras palabras, pese a que se haya ofrecido a los atletas rusos y bielorrusos la opción de participar bajo bandera neutral, el presidente Zelenski considera que dicha bandera “está manchada de sangre”. Así, ha expuesto que pese a hablar varias veces con el presidente del COI, Thomas Bach, “nunca ha escuchado cómo va a proteger los deportes de la propaganda de guerra si regresa a los atletas rusos a las competiciones internacionales”. Asimismo, ha invitado al presidente Bach a que visite la localidad de Bakhmut “para que pueda ver con sus propios ojos que la neutralidad no existe”.
En su declaración, el COI exponía que los atletas individuales con pasaporte ruso y bielorruso en la mayoría de las llamadas a consultas expresaron, por ejemplo, “Fuerte compromiso con la misión unificadora del Movimiento Olímpico, solicitándole y animándolo a estar a la altura de la misión unificadora, particularmente en estos tiempos de división, confrontación y guerra”. Otras de las cuestiones que destacan sería el respeto de todos los deportistas a ser tratados sin discriminación alguna de conformidad con la Carta Olímpica y que a ningún atleta se le debe competir solo por su pasaporte.
El ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, ha comentado que “Los esfuerzos del COI por barrer los crímenes de guerra rusos debajo de la alfombra es un testimonio de hasta qué punto los dioses olímpicos se han distanciado de la realidad”. A esto también ha agregado que “el COI está dispuesto a pisotear las tumbas de miles de personas inocentes que han sido y están siendo asesinadas por los rusos”.
Por su parte, Oleksii Reznikov, ministro de Defensa de Ucrania, ha sido aún más crudo al apuntar que los deportes favoritos de Rusia son: “disparar en áreas residenciales, lanzamiento de misiles y buceo en el crucero Moskva”. Considera que “esto no tiene cabida en el mundo civilizado” y que los deportistas rusos no podrían participar en los Juegos Olímpicos bajo ninguna bandera.
Desde los Estados miembros de la UE por el momento parece que la única dirigente que se ha pronunciado ha sido la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas. Ha enfatizado que permitir la participación de los atletas rusos y bielorrusos “política y moralmente es incorrecto” pues defiende que “es hora de fortalecer el aislamiento, no ceder ante Rusia”. Además, no ha dudado en afirmar que el deporte “es una herramienta en la máquina de propaganda de Rusia, ignorar eso significa ponerse del lado de la agresión”.
Antes de pasar a otros temas, cabe recordar que el 27 de febrero de 2022 atletas ucranianos se dirigieron tanto al presidente del COI como al presidente del Comité Paralímpico Internacional para que se suspendiese la participación de los atletas rusos y bielorrusos en los Juegos Paralímpicos de Pekín.
Cambiando de tercio, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha reiterado que seguirá hablando con Rusia. Por tanto, el dirigente galo sigue dispuesto a ejercer de interlocutor válido ante Moscú y promover las negociaciones de paz. Lo cierto es que hasta la fecha su papel de mediador únicamente se ha visto en relación con las negociaciones para el establecimiento de una zona de protección y de seguridad alrededor de la central nuclear de Zaporiyia. En lo que concierne a las negociaciones de paz el único interlocutor que sí ha estado directamente involucrado ha sido, como bien saben nuestros lectores, Turquía. Por supuesto, esto se basa en la información pública de la que disponemos si bien probablemente nunca conozcamos el alcance y profundidad de determinadas conversaciones diplomáticas con Rusia como bien hemos venido explicando en informes anteriores.
Del lado ruso, el vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitry Medvedev, ha vuelto a criticar a los países occidentales considerando que tratan de justificar la asistencia militar a Ucrania como un esfuerzo para evitar una guerra mundial. En sus propias palabras:
“En primer lugar, defender Ucrania, que nadie necesita en Europa, no salvará al Viejo Mundo senil de represalias si algo ocurre. En segundo lugar, una vez que estalle la Tercera Guerra Mundial, desafortunadamente no será en tanques o incluso en aviones de combate. Luego todo definitivamente se convertirá en polvo.”
Moviéndonos nuevamente a otra cuestión, el primer ministro Denys Shymhal ha aseverado que Ucrania necesita 17.000 millones de dólares en financiación adicional para la reparaciones energéticas, desminado y reconstrucción de infraestructura. Esta cifra se une a la de 38.000 millones de dólares para financiar el déficit presupuestario.
Este asunto será uno de los que sin duda copen la agenda de la próxima cumbre UE-Ucrania del próximo 3 de febrero en la que se darán cita líderes y altos funcionarios de la UE con las autoridades ucranianas. Al respecto, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha comentado en un evento de su partido en Düsseldorf que “Kiev tiene el apoyo incondicional de la UE”. Una frase reiterada en no pocas ocasiones y que Kiev, por supuesto, quiere ver materializada y, además, con urgencia. En este sentido, las presiones por endurecer las sanciones contra Rusia irán en aumento y cabría esperar que el 10º paquete de sanciones se apruebe en vísperas del primer aniversario de la invasión.
En cuanto a la ayuda médica, cabe destacar que Malta está atendiendo a soldados ucranianos a través de un programa específico para aquellos que sufran amputaciones. Por el momento, 24 militares han sido trasladados a Malta con el apoyo del gobierno para recibir tratamiento y rehabilitación específica.
De otro lado, a nivel humanitario, el Defensor del Pueblo de Ucrania afirma que 800 prisioneros de guerra ucranianos gravemente heridos se encuentran detenidos en Rusia. De otra parte, 200 prisioneros de guerra rusos también gravemente heridos están en Ucrania.
Por último, y a modo de seguimiento de la cuestión, se ha decretado prisión incondicional para el presunto responsable del envío de cartas bomba dirigidas al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la ministra de Defensa, Margarita Robles, a las embajadas de Ucrania y de Estados Unidos en Madrid, a la empresa armamentística Instalaza, así como a la base aérea de Torrejón (Madrid). El magistrado de la Audiencia Nacional le atribuye al investigado cuatro delitos de terrorismo, si bien en el auto emitido se señala que no hay indicios de que pertenezca ni colabore con una banda o grupo terrorista.
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