Guerra de Ucrania – Día 7

Cuando se cumple una semana desde que Putin dio la orden de atacar Ucrania, somos testigos de cómo la estrategia de imposición de costes está cebándose con algunas ciudades. Si ayer eran la Torre de Telecomunicaciones de Kiev o la sede del Gobierno en Járkov los objetivos más llamativo, hoy ha sido la sede del SBU en esta última ciudad, ataque en el que también ha resultado dañado uno de los edificios de la Universidad Nacional Vasili Karazin de Járkov. Lo único que queda por ver, vista la deriva de los acontecimientos, es hasta qué punto llega la voluntad del pueblo ucraniano y de su Presidente y si logran negociar una salida aceptable para Ucrania y, honrosa para Rusia, toda vez que su plan A fracasó, su plan B era inexistente y su plan C, ahora en marcha, no puede mantenerse de forma indefinida.

Como decimos, los rusos tenían un plan inicial que vimos en Gostomel y más adelante en Járkov. La toma rápida de la capital, habría permitido deponer al Gobierno ucraniano de forma relativamente incruenta y sorpresiva. Además, de haber logrado retener también Járkov sin demasiada sangre, así como ciudades importantes del sur, como Jersón, Rusia habría podido dirigir a voluntad la política exterior ucraniana. Este y no otro era y es el verdadero objetivo político de esta guerra como venimos explicando desde primavera de 2021, con la intención de evitar que este país siguiese basculando hacia Occidente y, más importante, que se integrase en la OTAN.

Es posible que Putin y su camarilla partiesen de premisas equivocadas (ser recibidos como libertadores en el este de Ucrania, previsión de un rápido colapso del Ejército ucraniano, incapacidad de prever el volumen de las sanciones, etc.) Esto lo iremos sabiendo más adelante, según se vayan conociendo más y más detalles del proceso de decisión seguido por el Kremlin y se vayan hilando estos con el despliegue de fuerzas llevado a cabo alrededor de Ucrania y con el estudio en detalle de las operaciones militares. Mientras tanto, lo que está claro es que la estrategia inicial, que debía traducir los objetivos militares en logros políticos (decapitación de Ucrania y aceptación de los cuatro puntos marcados por Putin).

Militares rusos en Jersón.

Tras este contratiempo inicial, el Ejército ruso se lanzó a un avance dubitativo, con escasa coordinación y, al parecer, sin objetivos operacionales claros. Vimos unidades avanzar hacia el interior de Ucrania llevándose reveses muy graves en algunos casos. También multitud de vehículos parados por falta de combustible. La explicación al porqué se tomó esta decisión no la tenemos, pero sí las consecuencias: unidades avanzando en solitario, sin los necesarios apoyos de fuego, sin coordinación entre sí, sin apoyo aéreo y sin la logística adecuada. En esas condiciones, sin coherencia de ningún tipo, es muy posible que las columnas rusas hayan luchado en inferioridad en multitud de escenarios. No hay más que ver los primeros intentos sobre Jersón (ahora sí en poder ruso) o Járkov, así como sobre el noroeste de Kiev (en pueblos como Bucha) o en Chernígov o Sumy. Al sur, en donde el plan era, no obstante, más coherente (tomar toda la costa de Azov y desgajar de Ucrania la zona este del Dniéper), se lograron resultados más favorables. Además, la retirada ordenada del Ejército ucraniano de algunas zonas, que hemos ido relatando y la pinza formada entre las unidades de Crimea y las tropas de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk dificultaban en mucho la defensa ucraniana. No obstante, tal y como hemos visto hoy, incluso en zonas del sur los problemas están siendo obvios. Mariupol todavía resiste, pese al brutal castigo. Nikolayev, ídem. Incluso la gran central nuclear de Zaporiyia sigue aguantando, pese a que se anunció su captura. Es más, algunos de estos lugares, como precisamente Energodar, se están convirtiendo en auténticos símbolos de resistencia, lo que fuerza a Rusia a subir la apuesta.

T-64BV ucraniano destruido cerca de Prokhorovka.

Esta apuesta es, precisamente, el Plan C que estamos viendo, la estrategia de imposición de costes crecientes, buscando el punto de ruptura de Zelensky, al que como explicamos, ya reconocen como interlocutor válido, lo que refuerza la idea de que Rusia ha cambiado también sus objetivos políticos, rebajándolos y, en concordancia, los operacionales. Lejos de invadir el conjunto del país -algo prácticamente imposible-, seguirá castigando las ciudades a la espera de culminar las negociaciones, que pasan porque Ucrania se declare neutra, más que por cualquier otro punto. Mientras tanto, no obstante, estamos empezando a ver un cambio en la relación de bajas. Si hasta ahora los rusos se estaban llevando con diferencia la peor parte, son cada vez más los testimonios que apuntan a pérdidas significativas del lado ucraniano. Las tácticas más conservadoras por parte rusa y el hecho de poder desplegar toda su fuerza por distintos accesos (en días anteriores habíamos visto colapsos en los convoyes logísticos rusos), amén de la mayor coherencia del dispositivo militar, están ayudando en ello. Podríamos decir, de forma muy sencilla, que Rusia ahora sí, está comenzando a seguir su propia doctrina. También -no debemos obviarlo-, vemos más bajas ucranianas porque la política de comunicación del Kremlin ha cambiado y, si antes le interesaba hacer pasar la operación como algo incruento, ahora lo que le interesa es romper la voluntad de resistencia del pueblo ucraniano.

Destrucción de las instalaciones de la Universidad Nacional de Járkov.

Hablando de bajas, aunque estas siguen siendo casi imposibles de determinar, tenemos cifras preocupantes sobre el coste humano de la guerra de Ucrania. En algunos medios se habla de 2.000 civiles muertos ya. Rusia, además, ha publicado su primer parte oficial, que da unas cifras completamente diferentes a las que vimos en días anteriores, publicadas por el bando ucraniano. En concreto, Rusia admite haber perdido 498 uniformados y sufrir 1.597 heridos. En algún punto intermedio entre esto y las hinchadas cifras aportadas por Ucrania (siguen hablando de más de 5.000 rusos muertos) estará la verdad. Es de suponer que en uno y otro lado, una vez esta pesadilla acabe, la sociedad civil se organizará como en conflictos anteriores y empezarán a elaborarse listados de uniformados que nunca volvieron a casa o asociaciones de ex-combatientes heridos presionando por lograr ayudas estatales. Sólo entonces conoceremos la verdadera magnitud humana de esta tragedia.

Pasando al plano internacional, la tónica es la misma de días anteriores. La posición rusa es cada vez más insostenible, con las sanciones y bloqueos sacudiendo su economía y su soledad escenificada en una Asamblea General de las Naciones Unidas que ha votado de forma masiva en condena de la invasión de Ucrania. Al Kremlin. Con este escenario, incluso aunque logre sus principales objetivos (forzar la neutralidad ucraniana, su desarme y el reconocimiento de Crimea como parte de Rusia), le va a costar años restañar las heridas diplomáticas con buena parte del mundo, si es que le es posible hacerlo. Hoy mismo amenazaba a Finlandia y Suecia respecto a una hipotética adhesión a la OTAN. Sin embargo, es obvio que sólo logra el efecto contrario: disparar los temores y con ellos los incentivos a una rápida entrada en la alianza. Máxime con el constante «signalling» que viene llevando a cabo y que va, desde el aumento del nivel de alerta de sus tropas estratégicas, a la violación del espacio aéreo sueco. Incluso Georgia parece dispuesta a seguir el camino marcado ayer por Ucrania, lo que implica estar dispuesta también a aceptar una reacción rusa, que será inevitable, si su candidatura es aceptada y llega a concretarse (algo por lo demás difícil a corto plazo). No olvidemos que son motivos de seguridad los que han llevado a Rusia a atacar a Ucrania y que la entrada de Georgia en la UE supondría automáticamente pasar a estar cubierta por el artículo 42.7 del TUE…

Hoy, por cierto, se ha pronunciado el Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, quien en sede parlamentaria ha expuesto las principales líneas de actuación que nuestro país llevará a cabo en relación con la crisis de Ucrania. En su mayor parte, lo ha enfocado todo en clave europea, aunque ahora sabemos que finalmente sí enviará armamento ofensivo debido, al parecer, a las presiones de la oposición. Eso, sumado al anuncio de enviar armas a través del «Peace Facility» europeo, del que somos el cuarto Estado miembro que más fondos aporta. Ahora resta saber en qué se van a concretar esos envíos de armamento.

Imagen de Járkov tras un ataque de la aviación rusa o bien mediante misiles.

Pasando al fin al plano estrictamente militar, ha sido un día sin movimientos importantes sobre el terreno. Es cierto que por ejemplo las tropas de Donetsk y Lugansk han conquistado algún pequeño pueblo, pero por lo demás, no se ha producido ninguna conquista significativa. Eso es lo más preocupante, pues en ausencia de movimientos, lo único que queda es el castigo y hoy ha sido, por lo que hemos podido ver, notable.

  • Norte: Destaca el derribo de un Su-25 ruso en Irpin y un Ka-52 en Babintsy. En lo demás, el esfuerzo ruso por envolver la capital por el oeste y suroeste sigue con éxito cuestionable. También el otro esfuerzo, destinado a aislar Chernígov, algo en lo que las unidades procedentes de Kursk tendrán mucho que decir, si es que llegan a contactar, algo que todavía no han conseguido, aunque parece que al menos están operando según los principios de la «guerra sin contacto», evitando las ciudades ucranianas (ver noroeste).
  • Este: Hoy los proxies rusos (actores delegados) de las dos autoproclamadas repúblicas han logrado hacerse con alguna pequeña localidad más, como Krasnaya, pero en general no están realizando avances importantes.
  • Sur: Los rusos mantienen el control de Jersón, que parece firme. Parece que han intentado algún tipo de acción en Nikolayev (su alcalde hablaba de asalto paracaidista, algo harto improbable). Hay testimonios de varios rusos detenidos, pero no permiten sospechar que se haya producido ese asalto (algo que se ha venido repitiendo en varias ocasiones estos días) sino más bien que se han producido combates en la periferia. A lo largo del día ha habido enfrentamientos entre carros y artillería rusa y ucraniana. Energodar continúa aguantando y los civiles no han dudado en salir en masa a impedir el paso a las columnas rusas, construyendo barricadas y haciendo, de alguna forma, de escudos humanos, una actitud que ha despertado simpatías en buena parte del mundo. Lo mismo que Mariupol, cuya situación sigue empeorando y que amenaza por convertirse en un problema humanitario de primer orden.

En resumen, día sin movimientos importantes, pero de creciente castigo para la población ucraniana, en última instancia rehenes de una crisis que ha provocado ya, entre otras cosas, la llegada de más de 600.000 refugiados a los países vecinos.


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